Percabeth: La historia tiende a repetirse

El Gran Brujo de Brooklyn

Febrero 2 2008
Brooklyn, New York

La noche había caído, la luna se elevaba detrás de unas nubes iluminándolas con sus haces plateados, detrás de estos cúmulos que relucían etéreamente se abría la oscura noche, un plano negro y carente de vida que parecía absorber todo a su alrededor en un espiral de oscuridad, pero esta era la ciudad que nunca duerme y en sus calles la gente caminaba sin importarle lo amenazante que podía ser la noche, sin importarles los terrores nocturnos que se escondían entre las sombras, aquellos que huían de la Luz guardándose en la oscuridad de objetos y personas.

La gente había creado edificios para resguardarse de los peligros que acechaban, había creado lamparas que iluminaban con fiereza y sin descanso manteniendo alejados los peligros, vehículos para moverse velozmente huyendo de las sombras y las criaturas que acechaban en ellas
todo por temor a lo que se oculta en la noche, a lo que vive en ella, a los hijos de la noche y los hijos de la luna cuya rosa memoria sobre su existencia estaba grabada en su ADN, pero su recuerdo había desaparecido dejando lo que se conocía únicamente como un miedo irracional.

Muchos de los mortales ignoraban eso, simplemente actuaban de acuerdo a sus primitivos instintos que negaban poseer, pero que bastaba mirarlos corretear cuando el sol caía para ver que negar su presencia no ayudaba en nada, los mortales ignoraban que entre ellos se movían criaturas que sólo habitaban en cuentos y que representaban pesadillas, Esta criaturas habían formado grupos, habían crecido y aumentado su número con El Paso del tiempo y bajo la ignorante vista de los mortales, y conforme los años pasaron pequeñas comunidades se habían creado en las que convivían estas diversas criaturas, Justo debajo de los ojos de los mortales y conviviendo con ellos, ocultos tomando formas humanas, las criaturas similares se atraían entre ellas y se juntaban formando manadas, clanes, cónclaves o cortes, pero había un lugar donde todos convivían, incluso aquellos que eran repudiados por los otros, Los Mercados de las Sombras habitados por los Subterráneos.

En la mayoría de esos lugares la vida nocturna era de extasis, ahora, solo unos pocos en el mundo habían logrado recuperarse rápidamente de los horripilantes sucesos que habían movido los cimientos de ese plano, de ese panteón, unos cuantos años antes, aunque claro, el miedo seguía latente y muchos se negaban a salir a la vista, o a reunirse, aquellos que recordaban los horrores de la guerra se mantenían ocultos con temor que el cazador regrese, aquellas criaturas que habían infundido tanto miedo en los corazones mundanos desde tiempos inmemorables habían aprendido a temerle a la noche, a aquellos que los cubría pues había seres aún más peligrosos entre ellos, los llamados Hijos del Raziel.

En el Mercado de las Sombras de Nueva York las cosas no eran tan alegres, aquel lugar donde hijos de la luna, de la noche, de Lilith, seres mágicos y mundanos con la visión se reunían había sufrido bastante, había perdido a sus 'protectores' a manos de uno de ellos mismos, aquel que causó terror incluso entre sus iguales y del que temían hablar, cuando la guerra terminó algunos miembros cercanos a este fueron exiliados ahí, ese solo fue el comienzo de sus problemas, los cazadores simplemente, no cooperaban mucho con estos seres, el Mercado lo había resentido, la gente aún temía el regreso de aquel hombre, se podían escuchar rumores susurros, pero nadie sabía nada y con el tiempo el Mercado había perdido aquello que lo había hecho famoso.

Pero eso no impedía que los más intrépidos se continuaran reuniendo, pero heridas sanan , la gente olvida y perdonar, el Mercado recobraba vida lentamente sin saber que aquello que sus miembros temían se acercaba, aunque aún faltaban años, mientras los hijo de Lilith se habían reagrupado vendiendo sus productos, los seres Mágicos los seguían traficando elixires y encantos de los más exquisitos y peligrosos, los hijos de la Noche solían juntarse en las tabernas, y los de la Luna paseaban en busca de objetos para mantener a su 'otro yo' bajo control, aunque también había mortales, ellos generalmente vendían lo más importante, información.