τριάντα

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Camp Half-Blood
Junio 5 2008

Esa noche, después que Malcolm técnicamente lo hubiera corrido de la cabaña de Athenea, Percy se dirigió a su cabaña. Annabeth, por otro lado se quedó en su cabaña estudiando todo lo que podía, su atención se dirigió hacia los planos a pesar que eran inútiles para comprender el laberinto, ahí dentro solo existía una regla, 'Nada es lo que parece'. Y después de un rato ella se dirigió al campo de Arquería. Era una arquera bastante hábil como era de esperarse de la hija de una diosa guerrera, aunque no llegaba al nivel de un hijo de Apollo. Claro, Percy no fue llamado al área de Arquería, en realidad nadie quería verlo ahi, después de su pésima primera impresión con dicha arma todos habían concluido que no era un guerrero a distancia y que lo que le faltaba en el arco lo compensaba con la espada. Pero ninguno de ellos sabía que sobre sus hombros ya no pesaban las maldiciones de los gemelos arqueros.

Por su parte Percy recorrió el bosque un rastro antes de regresar a su cabaña. Para cuando estuvo dentro supo que Annabeth ya habría regresado a su cabaña, ambos habían pasado casi todo el día ocupados en sus propios asuntos y aunque se sintiera ligeramente afligido lo prefería así, había tenido tiempo de pensar y aclarar sus ideas, estaba preocupado por lo que fuera a pasar dentro del laberinto. Había tanta cosas que Pudieran salir mal que empezaba a arrepentirse. Pero también sabía que ya era demasiado tarde para retroceder, era algo que debían hacer, no solo Annabeth, si no que también el.

Esa noche, después de la cena y un poco de entrenamiento con la espada dirigido por Quintus, Percy decidió acostarse a dormir. Tenía esperzanas que se aúna noche tranquila sin sueños o llamas del inframundo, pero claro, como semidiós no existían las noches tranquilas, y sin duda no existían sueños sin significado. Así que cuando Percy cerro los ojos y se encontró inmediatamente en otro lugar supo que tenía una razón, aunque eso no significaba que le gustara.

El suelo indicó como muchos otros. Todo estaba oscuro, y luego lentamente la luz empezó a iluminar los bordes de las siluetas y figuras como si la luz de una antorcha fuera la responsable. Lo primero que Percy vio fue a Luke sentado sobre una alfombra Persa, a su alrededor el camarote principal del Princesa Andromeda cobraba forma, y enfrente de el el brillo dorado de el sarcófago de Kronos parecía iluminar la habitación, pero con un tipo de cálida luz como la que consigues del sol, no aquella agradable que llena a uno de Alegría y esperanza, era un brillo dorado y malévolo, frío incluso como el corte de una hoja.

"Según informan nuestros espías hemos tenido éxito, mi señor" dijo Luke. Percy recordó eso, el suela que había tenido la primera vez. "El campamento está a punto de enviar un grupo de búsqueda, tal como había previsto. Y nosotros casi hemos cumplido nuestra parte del trato" añadió el hijo de Hermès.

'Excelente" susurro la voz de Kronos. Aunque fue suficiente para que Percy sintiera como si le trepanaban la cabeza. La sensación del poder puro filtrándose en cada grieta, entre cada partícula. 'Una vez tengamos los medios para orientarnos en el laberinto yo mismo dirigirá la vanguardia del ejército' masculló. Percy no pudo evitar sentir pena por el hijo de Hermès sabiendo lo que le sucedería, pero rápidamente sus,pensamientos se disiparon siendo desplazados por una incontrolable ira. Era su culpa, el se lo había buscado.

"Mi señor, tal vez sea demasiado pronto. Tal vez Hyperion o Krios deberían encabezar la marcha..."

'No' Aunque tranquila la voz era firme, poderosa y casi te hacía doblegarte a su voluntad. 'Yo guiaré el ejército. Un corazón más se unirá a nuestra causa y con eso bastará. Por fin me alzaré por completo del Tartaro' sentenció Kronos con orgullo. Pero esta vez Percy no sintió su poder, se vio opacado por la mención del primordial. Percy sintió su cuerpo pensarse y un escalofrío recorrer su espalda incluso en estando en un sueño. El ambiente cambió e incluso Luke pareció notarlo, levantó su cabeza con temor. Oscuridad y un brillo rojizo reptó por el suelo como si de humo se tratara. Percy comprendió, al invocar su nombre en su presencia, de el que había sido en quien Tartarus se había apoyado para llegar a la tierra, a quien había usado como un heraldo incluso contra su voluntad. El primordial había dirigió su atención hacia ese lugar.

Percabeth: La historia tiende a repetirseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora