ἑπτακαίδεκα

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Litoral de Isla de Circe

El incesante viento marino soplaba con fuerza contra la vela improvisada del bote salvavidas, impulsándolo con suavidad pero con tenacidad hacia la costa que lentamente se iba haciendo más y más visible, revelando ante los dos ocupantes la paradisiaca costa que bien podría competir contra las grandes zonas turísticas del caribe, o del mediterráneo. La playa con arenas multicolores que se iban aclarando hasta entrar a las aguas donde se confundía con la blanca espuma, más atrás árboles tropicales crecían frondosamente decorando el paisaje, detrás una pequeña montaña y al este se podía ver un riachuelo que iba isla adentro a través de su curvo e intrincado cauce entre la espesura de los árboles, al oeste un muelle repleto de cientos de barcos de diversas épocas, desde un trireme griego hasta un destructor de la Segunda Guerra Mundial, pero lo que en realidad robaba el aliento era lo que están enfrente de ellos que parecía atraer el bote como un imán, en el centro de la playa había un camino delimitado por rocas que llevaba hasta escaleras adoquinadas con enormes antorchas de pie con cestas de metal que emitían poderosas brazas las cuales expulsaban chispas al cielo, en el centro de este había una figura con un traje azul y blanco, y a sus espaldas un deslumbrante conjunto de edificios blancos al estilo griego, alrededor volaban cientos de aves tropicales.

"Okey, recuerdas el plan?" Dijo Percy sentado Justo en la tabla final del bote, inclinándose ligeramente hacia atrás y sosteniendo el bote de los cuatro vientos que zumbaba al salir estos, Percy miraba a Annabeth quien estaba sentada más adelante, su vista fija en las palmeras que adornaban la playa, Annabeth levantó ligeramente la mirada como si la voz de Percy hubiera tocado algún botón en su mente activándola, y por un par de segundos se quedó estática antes de voltearse con la nariz arrugada y una pequeña arruga en el entrecejo.

"No me agrada tu plan" dijo secamente, Percy soltó una risa corta permitiéndose disfrutar el momento, claro que temía,por lo que fuera a pasar, pero tenía un plan.

"Enserio? Pensé que te gustaba" replicó Percy sarcásticamente, Annabeth se abstuvo de dignificar su respuesta con un gesto, limitándose a mirarlo a los ojos de manera intimidatoria, pero Percy no parecía ser afectado, se veía demasiado feliz en ese momento como para que le importara algo.

"Percy hay una razón por la que yo soy la de los planes, tu el impulsivo" dijo Annabeth finalmente y regresando su vista al frente, Percy borro la sonrisa de su rostro y soltando un bufido como muestra de indignación, Annabeth no pareció notarlo, en se momento Percy se percató que la distancia entre ellos y la isla era menos y decido cerrar el termo que aún guardaba un poco del poder de los vientos, por un momento se vio tentado abrirlo y dejar que el resto de los vientos escapen, pero al final decidió que no, podía servio más adelante, y si al final no lo hacía siempre podía soltar los vientos en Montauk, o alguna de las islas del Pacífico que ya se había acostumbrado a frecuentar por órdenes de Galatea.

"Lastima, esta vez yo tengo todos los datos" masculló Percy metiendo el termo en una de las bolsas amarillas "A mi tampoco me gusta el plan, no me agrada la idea de estar frente a Circe de nuevo, es demasiado peligroso" masculló parándose y caminando hasta quedar al lado de Annabeth, ella le miró de reojo como si no creyera sus palabras, Percy decidió ignorarlo "Solo síguele la corriente a Circe, deja que haga lo que quiera, llegará un punto donde me quedare solo con ella y cuando escuches los gritos sabes que tienes que actuar" sentenció Percy, Annabeth asintio pero no era necesario ser ningún genio para notar que no estaba feliz.

Después de un par de minutos siendo guiados por la marea finalmente llegaron a la costa donde la figura que vieron antes se acercó, revelando a una mujer con traje de azafata que Percy rápidamente reconoció como Hylla, la hija de Bellona y una de las razones de por que estaban ahí en primer lugar, aunque Annabeth no lo sabía y al desembarcar se limitó a verla con desconfianza, en cambio Percy tomó sus cosas metiéndolas todas en la mochila de Annabeth y tirándola sobre su hombro, quería tener a mano las vitaminas, a nadie le apetecería convertirse en una cobaya para que las manos de alguien jueguen contigo, y menos si ese alguien es Circe.

Percabeth: La historia tiende a repetirseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora