Percabeth: La historia tiende a repetirse

Historias del Destino II

New York

Percy abrió los ojos notando al instante un gran abismo que se abría ante sus ojos, pequeñas grietas se extendían como serpientes, crecieron y haciendo que pequeños fragmentos se desplomaban hacia la oscuridad, Percy miró a los lados preocupado, solo unos segundos antes había hablado con su madre, simplemente para desearle buenas noches, después de eso se había acostado en su cama y al cerrar los ojos al instante sintió una especie de brisa que lo rodeó... y luego paso esto, apareciendo sin explicación alguna en lo que parecía ser el fin del mundo, un fin en el que ya no quedaba nada más que la tierra, y todo se caía a pedazos, algo que parecía un gemido de dolor resonaba a la distancia, aún eu q e igual parecía salir de la tierra misma, algo que no hacía más que confirmar lo que Percy creía, era el fin del mundo, y quien lloraba era Gaia, el mundo.

Percy retrocedió al ver que las grietas empezaban a acercarse a el, de las oscuras líneas que se formaban en la roca y tierra empezaron a salir delgadas hebras negras que asemejaban a raíces, sin embargo se movían a gran velocidad y sin control alguno, pequeños rizomas que se retorcían antes de volver a clavarse en la tierra y salir por otras grietas recién creadas, donde reptaban el suelo se abría al ser comprimido por las sombras, pero no era lo único que salía de las grietas, y tampoco del abismo que crecía lentamente, una especie de gas oscuro pero con un brillo etéreo se elevaba en el aire, un gas malvado que volvía tóxico el aire y oscurecía la luz del lugar, el cielo se teñía de rojo lentamente mientras los zarcillos oscuros y las volutas negras empezaban a consumirlo todo extendiéndose por lo que era el cuerpo convaleciente de un primordial.

Percy volvió a retroceder empezando a asustarse, levantó si mirada, ahí donde la luna brillaba con intensidad, en las periferias podía ver como grandes cúmulos de nubes se arremolinaban consumiendo lentamente la cúpula celestial, dándole muerte a otro primordial, Ourannous, las estrellas impresas en ella parecían intentar aumentar su brillo, como si así pudieran enfrentar lo que sea, como si así pudieran evitar que las sombras las consuman, aunque fue inútil y conforme las nubes oscuras se extendían en el firmamento cada una de las estrellas empezaron a caer explotando en el cielo o consumiéndose en un instante no dejando absolutamente una prueba que alguna vez estuvieron ahí, las constelaciones empezaron a perder el poder mientras sus estrellas caían, y cuando solo quedaba en el cielo la luna brillante esta empezó a perder el color, el blanco se tornó amarillo como si fuera cubierta por humo, el amarillo se tornó gris perdiendo el calor que el sol reflejaba, el gris se volvió polvo y la roca lunar se dispersó por el universo.

Percy aspiro profundamente, el aire tóxico lo rodeaba y parecía haber cuacado con todo el oxígeno, las grietas habían consumido toda la tierra y las nubes habían devorado el cielo, no quedaba nada más que un pequeño trozo de roca al que Percy se aferraba con pánico, pero fue en vano, pues los zarcillos oscuros se enrollaban en el como lianas abrazando todos los escombros y comprimiéndolos hasta que ya no pudieron soportar más, la roca explotó dejando caer a Percy en el abismo.

Y todo se volvió negro, el mundo desapareció dejando una oscuridad total, la nada en la que ni siquiera la estrellas parecían poder brillar en esa total oscuridad, aunque no era oscuro, simplemente no había nada, Percy no podía ni siquiera sentir sus extremidades, y sus ojos no es que vieran oscuridad total, simplemente no veían nada, algo difícil de explicar y sin pies ni cabeza, no había ni luz ni sombras, e incluso sus pensamientos parecían reacios a formarse, como si en ese lugar el poder mental no fuera permitido, Percy pensó que moría.

Percy vio como en las penumbras un par de ojos multicolores tomaban forma, dos orbes cuyo cuerpo parecía pertenecer a la misma nada, al mismo Khaos creados, y aunque los ojos mostraban toda la gama de colores existentes, incluidos los que eran imposibles de ver para los humanos, Y tan rapido como apareció todo se esfumó, esta vez tres pares de globos oculares aparecieron, su tono azul eléctrico siendo ya común para el aturdido Percy.