Al principio, ella salía con un tipo, Benjamín, Bernardo o algo así, que no era suficientemente bueno para ella. Y Peter no mantenía romances con mujeres comprometidas, por más guapas que fueran.
Pero, el feliz día en que ella dejó a Benjamín, tampoco hizo ningún movimiento. Ni siquiera le insinuó lo que sentía... Ella fue a buscarlo, le contó la ruptura y le propuso que vieran una película fácil y superficial en su enorme televisión.
Él no pudo negarse y, aunque ella pareció divertirse con las persecuciones en auto y las explosiones, él se pasó toda la película preguntándose cómo decirle a aquella mujer, una de sus mejores amigas, que se había enamorado perdidamente de ella. Luego, cuando la película terminó, ella le sonrió con ojos tristes y lo agarró de las manos. Entonces se produjo una oportunidad, en la que él podría haber actuado como Thiago Bedoya-Agüero lo hubiera hecho: besándola e mostrándole, sin dejar lugar a dudas, que quería que fueran más que amigos.
Pero el hecho de que escribiera sobre Thiago Bedoya-Agüero no significaba que fuera como él. Especialmente, en lo relativo a mujeres. Una triste realidad que ratificó segundos después.
-Gracias por dejarme estar contigo. Ahora lo que necesito es un buen amigo.
Él tragó saliva. Aquellas palabras fueron como un cuchillo en el corazón: afiladas, dolorosas y mortales.
Entonces, supo que no tenía ninguna oportunidad con ella. Ni como sustituto, ni como nada. Había sido un duro aterrizaje. Aun así, tenía que hacer algo. Ella ocupaba sus pensamientos cada vez más. Se colaba en sus sueños, en sus libros. ¡Thiago Bedoya-Agüero no era hombre de una sola mujer, por todos los demonios! Entraba, salía, realizaba su encargo y hacía estallar lo que fuera. No se volvía sentimental por una mujer.
Pero últimamente, sí lo hacía. Y Peter tenía la sensación de que, a menos que lograra olvidarse de Lali, Thiago Bedoya-Agüero iba a convertirse en monógamo y fiel. Y entonces, él se vería escribiendo una novela romántica en lugar del suspense de espías lleno de testosterona que le había prometido a su agente.
Thiago Bedoya-Agüero no se atormentaría así por una mujer. Se acercaría a ella, le susurraría al oído y se la llevaría a la cama.
Una fantasía agradable, pero eso era todo. Fantasía.
Peter quería más: calidez, realidad y leer el periódico juntos en la cama un domingo por la mañana; meter pantalones y camisas en una mochila e irse a París de repente; pasear solos por la playa al atardecer, especialmente una de arena blanca en algún lugar exótico.
Y quería hacer todas esas cosas con Lali.
Frustrado consigo mismo, se levantó de su mesa y se estiró. Los ojos se le fueron hacia la puerta. Tenía que empezar a hacer la maleta. Tomaba un avión a primera hora de la mañana.
Sonó el teléfono y, aunque se planteó ignorarlo, supo que debía responder. Técnicamente, estaba de guardia y, si se trataba de Gabriel, su editor en la revista Traveller, tenía que contestar. Pero, al contestar, se encontró con la voz ronca de Lorena Andrade, la brillante agente que, sorprendentemente, había aceptado representarlo.
-¿Cuándo puedes tener terminado el segundo libro de Thiago Bedoya-Agüero y pasarme un resumen del tercero? -preguntó ella sin preámbulos.
-Feliz Navidad para ti también, Lore.
-¡Paparruchas! Por aquí todo es un horno, nada de lo que alegrarse.
-¿Por eso estás trabajando un sábado?
-Soy incansable en mis esfuerzos por representarte -respondió ella, intencionadamente inexpresiva-. Comí con Manuel Hernández. Le he hablado de tu libro, y le encanta la idea.
Manuel Hernández era el editor en jefe de Libros Planetario, la editorial soñada de Peter.
-El día cinco -continuó la agente-, se va dos semanas de vacaciones a Italia para empezar bien el año, y quiero que se lleve ambos manuscritos y el resumen del tercero. Queremos que él considere esta saga como una franquicia, y a ti como el nuevo Ian Fleming. De ser así, podemos esperar la oferta de un hombre muy feliz.
-Lore...
-Sólo dime «gracias» y, «No te preocupes, Lore».
-No te preocupes, Lore -repitió él, aguantando la carcajada.
Sacaría el trabajo adelante. No tenía sentido decirle a su agente que su vecina lo distraía, y eso estaba afectando a las aventuras de Thiago Bedoya-Agüero. Pero no había problema, porque él iba a pasar una semana en Punta del Este en un complejo hotelero de lujo. Distribuiría su tiempo entre escribir el artículo para Traveller, y el resumen de la tercera entrega de Thiago Bedoya-Agüero. Se encerraría en la habitación del hotel, iría completando páginas, y produciría un grandioso material.
Con más de novecientos kilómetros entre Lali y él, ¿cómo no iba a poder hacerlo?
Continuará...
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Laliter: "Lo que siempre deseé "
FanfictionReceta para una acalorada navidad: Mezclar: Una mujer decidida a animar las vacaciones con un atractivo amante nuevo. Un millonario guapo y sofisticado. Un viejo amigo aún más guapo, para volverlo todo un poco más picante. Agregar un seductor beso b...