capitulo 15

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-¿Puedes repetírmelo? -pidió Bauti-. ¿Qué pasó con eso de que ella es tu amiga y cree que contigo está a salvo?

-Digamos que mi perspectiva ha cambiado.

-Y ahora quieres seducirla.

-¿Vas a ayudarme, o no? -preguntó Peter, señalando con la cabeza su puerta cerrada-. Ella estará aquí con la maleta en menos de diez minutos, así que necesito un plan, y cuanto antes.

Peter todavía no podía creer que estuviera pidiéndole ayuda a su ex-mujeriego hermano, ahora casado felizmente.

Bauti lo miró con suspicacia.

-Todavía no entiendo por qué me necesitas. Eres tú quien escribe sobre Thiago Bedoya-Agüero.

-Bedoya-Agüero la empotraría contra la pared en cuanto entraran en la habitación.

-¿Y qué te hace pensar que a Lali no le gustaría eso?

Peter frunció el ceño y le contó lo que había descubierto: que ella iba con él a Punta del Este para seducir a otro hombre.

-¡Qué mal! -dijo Bauti.

-Claramente. ¿Algún consejo?

-Sí. Que ella no se imagine lo que estás planeando.

Peter sacudió la cabeza, intentando pensar cómo aplicarlo.

-Me refiero a que no cambies bruscamente. Ustedes dos son amigos, ¿no es cierto? Juega con eso. Los amigos pueden sentarse cerca, compartir una copa de vino, masajearse los hombros después un paseo al atardecer... -sugirió, y lo señaló con un dedo-. En realidad, ella no quiere seducir a Pablo Martínez.

-Parecía muy segura de su plan -respondió Peter.

Su hermano negó con la cabeza.

-Ella no quiere seducir, sino ser seducida. Todas las mujeres lo desean. Y ahora, por el motivo que sea, cree que Pablo puede hacerlo. Tu trabajo, querido hermano, es demostrarle que está equivocada.

Tocaron con fuerza. Bauti se dirigió hacia allí, pero se detuvo unos instantes y miró fijamente a Peter.

-Tienes una oportunidad única. Vamos a ver qué haces con ella.

Compartir suite con Lali sólo habría sido un leve inconveniente, pensó Peter. Pero, tras conocer lo que ella tenía planeado, así como lo que iba a llevar en la maleta, estaba excitado y totalmente desconcentrado.

Cuando Bauti abrió la puerta, y Peter vio a Lali, el corazón le dio un brinco, y aceptó el reto que ella había lanzado sin saberlo.

La batalla entre Pablo Martínez y él había comenzado. Que ganara el mejor.

Lali miró a Peter, encorvado por el peso del equipaje de mano de los dos.

-¿Seguro que no quieres que lleve algo?

-Estoy bien -respondió él, medio ahogado.

No era de extrañar. Había insistido en cargar su enorme mochila, que tenía su computadora, y el maletín con la computadora de ella. Lo cual no habría sido tan malo si no hubieran estado en un extremo del aeropuerto y tuvieran unos segundos para atravesarlo por completo para alcanzar el vuelo.

-Estás haciendo que me sienta como una inválida -sugirió Lali-. Por no mencionar que me siento culpable.

Lo cierto era que estaba feliz de que él la cuidara. Cuando se trataba de viajar en avión, todas las atenciones le parecían pocas.

Peter se detuvo y sonrió, encendiéndola por dentro.

-Nada de sentirte culpable. Esto me ahorra un día en el gimnasio -respondió él, y comenzó a caminar-. Sigamos.

Lali sacudió la cabeza, desconcertada, y lo siguió. No sabía por qué él estaba tan atento, pero no pensaba protestar.

Tampoco tuvo mucho tiempo para pensar: tenían que apurarse para llegar al avión, así que se concentró en seguir las indicaciones hasta la puerta de embarque.

Llegaron exhaustos. Peter dejó el equipaje en el suelo y se sentó jadeante en una silla de plástico junto a un ventanal.

Lali se sentó a su lado, sujetándose los costados.

-¡Nunca más! Tremendo ejercicio, y eso que yo no iba cargada.

-¿Ahora es el momento del «te lo dije»?

-De hecho, creo que es el momento en que te aseguro que, cada vez que viajemos juntos, tu mantra será: «Lali, necesitamos agarrar el carrito hasta el extremo opuesto del aeropuerto».

Él sonrió.

-Lo tendré en cuenta.

Ella sacudió la cabeza.

-Estoy toda sudada y hecha un asco.

Él la miró a los ojos y ladeó la cabeza.

-Nada que ver. Estás bellísima.

A Lali le comenzó a palpitar más rápido el corazón y contuvo el aliento.

-Como digas que brillo, te pego -le advirtió, intentando concentrarse, dejar de mirar a su mejor amigo como algo más.

Tampoco tuvo mucho tiempo para preocuparse, porque una azafata comenzó a hacerles enérgicas señas.

-¿Vuelo 207? ¡Apúrense, el último bus va a salir hacia allá!

Lali miró a Peter. ¿Bus?

Continuará...

Laliter: "Lo que siempre deseé " Donde viven las historias. Descúbrelo ahora