epílogo

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-No -dijo Lali a la persona al otro lado del celular, mientras el avión descansaba sobre la pista-. No puedo programar otra mediación para el catorce cuando ya hay una por la mañana. No me importa que esperemos que sea corta, prefiero calcular tiempo de sobra.

Indicó a Peter que sólo tardaría un minuto más.

-Estaré de regreso en dos semanas. Soluciónalo, ¿ok? Y coordina una cita con Pablo Martínez para la semana después de mi regreso. Eso es. Gracias. Vamos a despegar en unos minutos, así que tengo que dejarte. Adiós.

Colgó y miró a Peter.

-Qué locura.

-¿Nerviosa?

-¿Por lo de volar? Sabes que sí. Creo que deberíamos pasar todo el viaje besuqueándonos. Así no me pondría nerviosa.

Y es que por tu amor volví a nacer

Tú fuiste la respiración

Y era tan grande la ilusión

-A la compañía aérea no le haría ninguna gracia. Pero me refería a esta semana. Es la primera vez que viajas desde que te independizaste. ¿Estás asustada?

-Aterrada.

-Tienes un equipo maravilloso, y buenos contactos -agregó él, dando unos golpecitos al celular-. Todo va a salir bien.

-Lo sé -dijo ella, apretándole la mano-. Y no me perdería este viaje por nada del mundo.

Pero si te vas que voy hacer

Planchar de nuevo el corazón

Se pone triste esta canción

Tal y como había dicho, Lali siempre había querido visitar Australia, y por fin iban allá juntos, él para su artículo y ella para hacer turismo y vaguear. Una perspectiva maravillosa.

Peter la besó en la boca. Comenzó lento y fue caldeándose, como siempre sucedía con él.

«Siempre ha sido así», pensó Lali, «y siempre lo será».

-Si te pones nerviosa, agarra mi mano -sugirió él.

-Voy a hacerlo de todas maneras -dijo ella, haciéndolo, y ahogó un grito cuando sintió algo duro en la palma-. ¿Qué es...?

Abrió la mano y descubrió un diamante encastado en un anillo de platino.

Quiero casarme contigo

Quedarme a tu lado

Ser el bendecido con tu amor

-¡Ay, Peter!, esto es... -lo miró-. Es demasiado.

-No para un hombre que acaba de vender los tres primeros libros de la saga de Thiago Bedoya-Agüero -anunció él, y sonrió ampliamente mientras ella intentaba contener un grito de alegría.

Lali no pudo evitarlo, y se abalanzó sobre él.

-¡Eso es increíble! ¡Felicitaciones!

Por eso yo quiero

Dejar mi pasado

Que vengas conmigo

Morir en tus brazos dulce amor

-Lore me llamó esta mañana.

-Es fabuloso, pero no tenías que comprarme...

-Sí -aseguró él-. Tenía que hacerlo.

Abrió su cinturón de seguridad, fue al pasillo y se arrodilló.

Hoy yo quiero que tú estés conmigo

Y llevarte hasta el infinito

Pasar toda una vida contigo

Dándote el corazón (...)

-Mariana Espósito, hace años que eres mi mejor amiga. Ahora te pido que te conviertas en mi esposa.

-Sí -susurró ella, mientras los pasajeros rompían en un aplauso.

Y, mientras él le ponía el anillo, Lali recordó una noche en la carroza, la última navidad. Aquella noche, ella había deseado un poco de amor. Le resultaba difícil de creer que hubiera encontrado amor para el resto de su vida.

(...) Quiero casarme contigo

Quedarme a tu lado

Ser el bendecido con tu amor.

Por eso yo quiero

Dejar mi pasado

Que vengas conmigo

Morir en tus brazos dulce amor (...)

Y, lo que todavía le costaba más creer, era que el hombre perfecto había estado frente a ella todo el tiempo.

"El amor llega muchas veces siendo distinto a lo que buscábamos, pero resultando ser lo que siempre deseamos"

Fin.

Laliter: "Lo que siempre deseé " Donde viven las historias. Descúbrelo ahora