capitulo 32

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Peter se despertó con la deliciosa imagen de Lali inclinada sobre él, tan arreglada que debía de llevar horas despierta. Tenía puesta la bata del hotel, que se entreabría revelando la curva perfecta de sus senos.

-Hola, dormilón. ¿Quieres jugo de naranja o café?

-¿Cómo? Café, sin duda.

-Siéntate -le ordenó ella, fue a la pequeña cocina y regresó con un azafate lleno de tostadas, fresas, queso y un vaso de jugo de naranja, junto a una taza de café.

-¿Qué es esto?

-El desayuno -dijo ella, colocándole el azafate sobre las piernas, y sentándose con cuidado a su lado-. Ha sido muy difícil tener que elegir de la carta del servicio de habitaciones.

-¿En serio?

-Una verdadera tortura. Además, casi me corto con el papel.

-Los sacrificios que se hacen por amor...

En cuanto dijo esas palabras, Peter se arrepintió. Le había dicho muchas veces que la quería, pero siempre como amigos. Así que contuvo el aliento, temiendo que ella saliera corriendo. En lugar de eso, ella lo besó.

-Se hacen por los amigos a los que se quiere -dijo, se comió un trozo de queso, y luego saltó de la cama y se acercó a la computadora.

-Come -le ordenó a Peter-. Y luego, te quiero sentado en esta silla con los dedos en este teclado. Se suponía que ibas a escribir, ¿recuerdas? Tengo la sensación de que me he convertido en una distracción mayor que lo que habías pensado.

-¿Me creerías si te digo que no me importa? -dijo él.

-A mí sí me importa -afirmó ella-. No quiero ser la razón por la cual no puedas pagar el alquiler.

La sonrisa de él se desvaneció.

-¿Sabes? No es que el dueño tenga ganas de botarme. Ni que vayan a cortarme la luz. Y no tengo gente buscándome para cobrarme.

Ella frunció los labios y asintió.

-Tienes razón. No es un asunto en el que deba meterme.

Él se contuvo para no poner los ojos en blanco. Deseaba que ella dejara en paz su estilo de vida, pero también quería que le preocupara. Quería que fuera un asunto de los dos.

Por el momento, sin embargo, ella tenía razón. No sobre el alquiler, que tenía cubierto hasta mayo. Pero sí que necesitaba terminar su libro, o no sólo sufriría la ira de Lore, además perdería una gran oportunidad para vender la serie.

-De acuerdo, a trabajar -dijo-. ¿Qué vas a hacer hasta la hora del paseo a caballo con Pablo?

-Investigar -contestó ella-. Cuando me reúna con él, quiero estar bien informada de cómo funciona su negocio. Quedé con el conserje del hotel a las nueve.

Peter miró el despertador en la mesita de noche.

-Entonces, todavía te queda algo de tiempo, ¿no?

-Sí -dijo ella, mirándolo con desconfianza-. ¿Por qué?

Él dio un bocado a su tostada y retiró el azafate.

-Por nada en especial. Sólo esperaba que pudieras ayudarme.

-¿Ayudarte? -preguntó ella con los brazos en la cintura, sin creerse la historia-. ¿No acabo de decirte que tienes que ponerte a escribir?

-Para eso necesito ayuda. Un poco de investigación Bedoya-Agüero.

Vio que ella dudaba. Su deseo de ayudar colisionaba con su casi certeza de que todo era una trampa. Chica lista.

-¿Qué tipo de investigación?

-Ven aquí y te lo demostraré -dijo él.

-Peter...

Él levantó las manos con fingida inocencia.

-¿Es culpa mía que Victoria y Bedoya-Agüero estén a punto de vivir un episodio romántico en una remota cabaña en las montañas? Tú quieres que sea realista, ¿no es así?

Ella no se movió, debatiéndose entre la pasión y la responsabilidad.

-Lali, soy un hombre que necesita ayuda desesperadamente -insistió él.

-La verdad es que no me gustaría que la gente creyera que no apoyo las artes -dijo ella acercándosele con una sonrisa-. Así que, ¿cómo puedo ayudarte?

Él le desató el cinturón de la bata.

-Te lo mostraré -dijo, deslizando la mano por su cintura.

Lali cerró los ojos y se arqueó hacia atrás con un suspiro.

El reloj dio las ocho.

-Tengo que estar abajo dentro de poco -susurró ella, pero no se alejó.

Peter le desnudó un hombro.

-En ese caso, tendremos que trabajar rápido.

Continuará...

Laliter: "Lo que siempre deseé " Donde viven las historias. Descúbrelo ahora