capitulo 30

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-¿Lali?

-Una aventura -dijo ella, con la voz teñida de deseo.

-Lo que tú quieras.

En aquel momento, accedería a lo que fuera.

-Algunos amigos lo hacen, ¿no es así?

Él fue besándola en el cuello mientras hablaba, disfrutando de los leves gemidos que se intercalaban entre sus palabras.

-Tienen una aventura, pero siguen siendo amigos -añadió ella.

-Los mejores -dijo él, deslizando sus manos por el interior de los muslos de ella.

La notó temblar bajo sus caricias y se sintió poderoso. Y vivo. Igual que Thiago Bedoya-Agüero, un hombre que sabía lo que quería y trabajaba para ello.

-¿Peter? Dios, esto es increíble... Es sólo que creo que debemos ser claros. Ambos necesitamos comprender que...

-Lali...

-¿Sí?

Él se separó para mirarla y vio la pasión que empañaba su mirada.

-Olvídate de la abogada y bésame.

Ella se quedó inmóvil durante un momento, y luego el deseo estalló en su interior: atrajo a Peter hacia ella, dándole todo cuanto él quería en un solo beso ardiente y apasionado. Sus labios se entrechocaron, sus dientes mordisquearon. Sólo existió el deseo salvaje, hasta que ella se separó, con la respiración acelerada, igual que la de él.

«Gracias a Dios», pensó Peter. Volvió a inclinarse hacia delante, esa vez buscando la boca de ella con ternura. Le entreabrió los labios con la lengua, e ingresó, explorando, saboreando.

Ella había dicho que había estado en el bar. Sabía a ron, un dulce sabor navideño que él quería devorar junto con cada centímetro de su piel. Peter sentía su cuerpo tenso del esfuerzo por contenerse, pero no quería precipitarse. No en aquel momento. No con ella. Quería saborear, sentir, grabar a fuego en su mente cada instante juntos, para luego poder recordar cada aroma y cada sensación.

Ella quería una aventura, y de momento eso estaba bien. Él le proporcionaría la mejor aventura de su vida.

Introdujo las manos por su pelo y la sujetó de la cabeza, como si cuanto más la sujetara, más real sería todo aquello. Porque, a pesar de estar saboreándola y sintiéndola, todavía no podía creer lo que estaba sucediendo.

Pero así era. Lali estaba en sus brazos, besándolo. Y, cuando él se movió hacia el centro del jacuzzi, ella lo siguió. Ambos quedaron rodeados de agua caliente y burbujeante.

-Gírate -le susurró él.

No esperó a que le respondiera, la giró él mismo, y la atrajo de espaldas hasta que sus glúteos rozaran su erección. La besó en el cuello y la abrazó por la cintura con un brazo, apretándola contra su cuerpo. La otra mano la deslizó por su piel mojada. Encontró su pezón y lo acarició hasta que ella empezó a jadear y a mover las caderas, como buscando satisfacción. La mordisqueó en el hombro y le susurró que esperara, prometiéndole suma satisfacción.

Deslizó la mano por su cuerpo, hasta llegar a su parte más sensible. El agua caliente amplificaba las sensaciones. Sus dedos acariciaron los suaves rizos, y dobló su dedo índice, adaptándose a su forma.

La sintió gemir y removerse inquieta, y luego abrió las piernas, permitiéndole mejor acceso.

-Lali -murmuró Peter.

Laliter: "Lo que siempre deseé " Donde viven las historias. Descúbrelo ahora