Las palabras de Peter fueron como una cachetada, y Lali retrocedió tambaleante, hasta chocarse contra la cabecera, mientras sus manos sostenían la sábana a la altura de su pecho.
-No -se apresuró a aclarar él-. No eres tú a quien no quiero, sino esto: no quiero una aventura.
Ella se humedeció los labios y lo miró, sin saber cómo responder, porque el mundo acababa de cambiar, y él había sido el responsable.
-Anoche parecías quererlo, cuando estabas dentro de mí.
Lali lo vio dar un respingo, y lamentó al instante su crudeza. Pero qué importaba, él le había hecho daño.
-Te quiero a ti, Lali. No una aventura, ni sólo amistad -insistió él, respiró hondo y la miró-. Te quiero toda entera.
Durante un momento, aquellas palabras inundaron el corazón de Lali, llenándola de un dulce gozo. Pero la burbuja estalló y el mundo real la golpeó. Ella agarró una almohada y se la tiró.
-Ahhhh... Maldición, Peter.
Se levantó y entró como un tornado al baño, donde había dejado su pantalón y el polo del día anterior. ¿Cómo había sido tan estúpida? Se había advertido que no debía tener una aventura con él, que acabaría mal. Y así había sucedido, qué sorpresa.
«Demonios».
-Lali, por favor, escúchame.
Ella se giró, desnuda, con la ropa en la mano.
-No, escúchame tú. Teníamos un trato, y acabas de destrozarlo.
-Es verdad -reconoció él-. Porque quiero un nuevo trato, distinto. Caramba, Lali: quiero estar contigo. Y quiero que sea para siempre.
Ella sintió las lágrimas rodándole por las mejillas, pero no se preocupó en limpiárselas.
-¿Crees que yo no quiero estar contigo? -respondió-. Pues sí quiero. Por eso teníamos el acuerdo, ¿recuerdas? Para poder estar juntos. Amistad, sexo. Era perfecto.
Mientras las pronunciaba, descubrió la frialdad de sus palabras. Pero frialdad no significaba error, y ella había pensado mucho en aquello como para saber que estaba en lo cierto.
-¿Y qué ocurrirá cuando uno de los dos conozca a otra persona? -cuestionó él-. ¿Qué pasará entonces con nuestro acuerdo?
Lali tuvo que contener un respingo de horror ante la idea de él acostándose con otra mujer.
-Lo cortamos -contestó, con el corazón encogido.
Él negó con la cabeza.
-Lo cortamos ahora. Y comenzamos algo diferente, mejor.
-Te lo dije Peter: no puedo hacer esto contigo. No llegaríamos a ninguna parte.
-Llegaríamos a todas partes -dijo él, tomándola de las manos-. Ven conmigo: a Australia, a París... Tú quieres viajar, viaja conmigo.
-¿Estás loco? Soy abogada, por si lo has olvidado. Si tanto quieres estar conmigo, tal vez deberías ser tú quien cambie las cosas: consigue un trabajo estable, un seguro de auto y un auto en sí. Porque yo no puedo vivir al día, Peter. No lo haré. Ni tampoco me quedaré sentada viendo cómo el hombre al que amo lo hace.
-Me amas -dijo él, con voz tan suave que ella se derritió.
-Sabes que sí -afirmó ella, deseando que eso significara una diferencia.
-Entonces, ¿por qué no llegamos a una solución intermedia?
-A mí me parece que soy la única que está cediendo.
-¿Quieres escucharme decir que tengo un fondo de jubilación? Bueno, tengo dos, de hecho. Uno de mis días como reportero, y el actual en el que meto el diez por ciento de cada sueldo.
Ella lo miró con la cabeza ladeada.
-¿Estás diciéndome que tienes dinero en el banco para cuando te jubiles?
-Sí, no un millón de dólares, pero va creciendo.
-Y ahorras. Cada vez que cobras.
-Sí -dijo él, agarrándola de las manos-. Pero ése no es el tema. Quiero que estemos juntos porque estamos bien. No por los la jubilación o los sueldos.
-La jubilación y el sueldo son cosas que hace girar el mundo, Peter. Y si no sabes eso, estamos en posiciones demasiado distintas como para poder encontrar un terreno intermedio-. Lali frunció los labios, deseando que no fuera verdad, pero sabiendo que lo era-. Dios -agregó, y se tropezó mientras se ponía el pantalón-. Tengo que salir de aquí. Necesito caminar.
-Lali, no -rogó él, agarrándola del codo mientras se ponía el polo.
Ella se encorvó.
-¿No lo entiendes, Peter? Era perfecto. ¿No podrías haberlo dejado así, al menos hasta después de Navidad?
-Esperaba mejorarlo -respondió él, con expresión dura.
Lali se reprochó a sí misma que no estaba jugando limpio, pero él había empezado, así que no debía sentirse culpable.
Además, también se dijo que no se sentía tentada por su oferta, sabía que no podía creérsela. Palabras bonitas y una vida agradable, pero en realidad, se encontraría viviendo el tipo de vida que se había jurado que nunca viviría. Su papás se amaban profundamente, pero su vida diaria había sido un infierno a veces. Para ella, ni siquiera el amor podía conquistarlo todo.
Continuará...
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Laliter: "Lo que siempre deseé "
Fiksi PenggemarReceta para una acalorada navidad: Mezclar: Una mujer decidida a animar las vacaciones con un atractivo amante nuevo. Un millonario guapo y sofisticado. Un viejo amigo aún más guapo, para volverlo todo un poco más picante. Agregar un seductor beso b...