capitulo 23

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-Estaba repleto -le comentó a Lali, y quiso darse de cachetadas.

Eran amigos desde hacía dos años, y sólo se le ocurría decirle algo superficial e insulso.

-Diría que hoy es el día que más gente ha llegado. Apuesto a que mañana estará más tranquilo.

-Ya lo creo -intervino el botones-. Hoy nos hemos vuelto locos para que todo el mundo llegara a su habitación asignada, pero mañana todo estará resuelto.

Señaló más adelante de ellos.

-Ustedes vayan por la izquierda, pasando las escaleras. Yo iré por el camino largo, ya que necesito una rampa para el carro -añadió y se desvió, dejando a Peter y a Lali juntos en un incómodo silencio, el primero desde que se conocían.

Ella carraspeó.

-Espero que tenga razón respecto a lo de que mañana todo estará más tranquilo. Necesito reunirme con Pablo, y creo que va a ser más difícil de lo que había pensado.

-Estoy seguro de que no tendrás problemas -dijo Peter tajantemente.

Ella lo miró de reojo mientras subían las escaleras.

-¿Qué te pasa?

-Nada -respondió él, y se encogió de hombros.

Lo cierto era que sí que pasaba: Lali deseaba a Pablo, había ido a ese viaje con el propósito específico de atraparlo. Y, por lo que él había visto, Pablo estaría más que feliz de dejarse atrapar.

-Algo te pasa -insistió ella.

-Olvídalo -dijo él, respiró hondo y se obligó a centrarse-. Estoy seguro de que Pablo te concederá una reunión.

-Genial -dijo ella, y lo miró con los ojos entrecerrados-. ¿Por qué tengo la sensación de que a ti no te lo parece?

Tal vez porque quería que Lali lo deseara a él, no a Pablo, y el abrupto cambio en su comportamiento después de haber hablado con el empresario lo había frustrado y entristecido. ¿Cómo iba él a competir con Pablo Martínez, un hombre guapo, inteligente y millonario?

Claro que no podía decirle nada de eso a ella.

-¿Peter?

-Nada -dijo él-. Sólo estoy cansado.

Ella no dijo nada, pero siguió mirándolo atentamente.

Llegaron a la suite, Peter metió la tarjeta y sostuvo la puerta abierta para que ella entrara. Al pasar a su lado, ella lo miró a los ojos.

-Es sólo que...

-¿Qué? -saltó ella, exasperada.

-Quiero que tengas cuidado -escupió él-. Con Pablo, me refiero. No me gustaría verte teniendo una aventura con un tipo que no busca más que algo de momento.

Contuvo el aliento, esperando que ella lo negara. Esperando que le asegurara que sólo se trataba de negocios.

Pero ella no dijo nada. En lugar de eso, se mordió el labio inferior y evitó mirarlo a los ojos.

-Puedo arreglármelas sola.

-Entonces, ¿él no te interesa? -preguntó Peter, esperanzado.

Ella no respondió. Miró la habitación que se abría delante de ellos. Dio unos pasos y él la siguió, hasta que la vio detenerse en seco.

-¿Lali?

Ella se giró, con una expresión mezcla de confusión y horror.

-Peter, ¿dónde está el otro dormitorio?

Objetivamente, la habitación era espectacular. Lali la observó detenidamente, maravillándose con la decoración, que combinaba arte y arquitectura, con servicios de lo más modernos. Caminaron sobre una alfombra tejida, y a su derecha se encontraron con una pequeña cocina. Detrás había un pequeño comedor con fabulosos muebles de madera. En mitad de la habitación, Lali vio una cama con una con un tejido maravilloso. Una cama. Sólo una.

Tras ella, se encontraba una separación de piedra, que daba acceso a la sala de estar, con un acogedor sillón, una chimenea con repisa y un reloj encima junto a una puerta abierta que daba a la playa.

A la izquierda, frente a la cama, se ubicaba la zona de trabajo: un escritorio con una cómoda silla. En la pared, encima del escritorio, colgaba un televisor, en posición perfecta para poder verlo desde la cama.

Todo fabulosamente diseñado y decorado.

De hecho, sólo faltaba una cosa: otro dormitorio. Pero aquello era todo...Una habitación. Una cama.

Y el sofá no era cama, podía verlo de lejos.

Se giró y miró a Peter, quien todavía no había respondido a su pregunta, así que se la repitió:

-¿Dónde está el dormitorio?

Él parecía igual de confundido.

-Creo que estamos en él.

-Creí que tenías una suite -atacó ella.

-Y yo -se defendió él y leyó el papel que contenía la tarjeta-llave-. Aquí dice «suite júnior deluxe».

El botones entró por la puerta abierta detrás Peter.

-¿Hay algún problema?

-Ninguno -le aseguró Peter.

-¿Dónde está el dormitorio? -dijo Lali, exactamente al mismo tiempo.

El botones los miró alternativamente.

-Déjenme adivinar: no desean el obsequio de champagne y fresas para los recién casados.

Lali se pasó los dedos por el pelo y frunció el ceño.

-Es una habitación maravillosa, una de las mejores que he visto. Sólo que nosotros no... -se detuvo y carraspeó-. Esperábamos una suite.

El botones miró a Peter, quien se encogió de hombros. El empleado lo imitó, y Lali se preguntó si los dos hombres se habían intercambiado algún mensaje secreto.

-La suite júnior es una habitación diáfana con distintas zonas. La suite completa y la de famosos tienen dormitorios separados, pero le prometo que ésta es de las que más gustan -aseguró, mirándola esperanzado, pero al ver su reacción, frunció el ceño y carraspeó-. Al menos a la mayoría de nuestros clientes.

Lali abrió la boca para preguntar acerca de la posibilidad de cambiarse a otra habitación, pero la cerró al instante. Se había autoinvitado, y eso la privaba del derecho a escoger. Además, el sillón parecía cómodo.

Continuará...

Laliter: "Lo que siempre deseé " Donde viven las historias. Descúbrelo ahora