capitulo 10

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-Peter...

Él levantó una mano.

-Sólo estaba quitándole tensión al momento.

-Lo siento. Estoy un poco nerviosa -se disculpó ella, pasándose las manos por el pelo.

Él era su amigo, tan bueno como Candela. ¿Por qué se sentía incómoda a su lado?

-Demasiada celebración navideña -añadió, entrecerrando los ojos-. Además, es tarde. ¿Por qué viniste? Es sábado, ¿no deberías encontrarte en una emocionante cita, como el resto de los humanos menos yo?

-Estaba trabajando -contestó él.

-¿En otro artículo? El mes pasado te quejabas de que sólo tenías dinero para el alquiler hasta principios de año...

-Estoy bien -le cortó él-. Y sí, tengo otro encargo. Pero estuve trabajando en el libro de Thiago Bedoya-Agüero.

Vio que a ella le cambiaba la expresión y rió.

-Dime lo piensas de verdad, Lali.

Ella sintió que se sonrojaba.

-Me encanta tu libro, ya lo sabes -dijo con sinceridad-. Pero, ¿no tendría más sentido que escribieras algunos artículos que ayudaran a engordaran tu cuenta bancaria?

-Tu preocupación por mi bienestar me emociona -señaló él con una sonrisa-. Pero si trabajara todo el tiempo, ¿cuándo jugaría?

Ella puso los ojos en blanco.

-Tú no juegas, trabajas: ya sea por dinero o porque te gusta. Y creo que deberías...

-Trabajar por dinero, ya lo sé -la interrumpió él, y se encogió de hombros-. Con un poco de suerte, eso voy a hacer. Mi agente está muy entusiasmada.

-¿Sí? Eso es buenísimo.

-¿Pero...? -la provocó él.

-Está bien -se rindió ella, levantando las manos-. Dentro de poco me dirás que parezco tu mamá, así que lo dejo. Pero antes, sólo te diré tres palabras.

-¿«Que te diviertas»? -bromeó él.

-Plan de pensiones -dijo ella.

Él asintió.

-No te preocupes. Lo tengo todo pensado.

Lali estaba segura de que no era así, por lo que decidió dejar el tema. En el fondo, la ética de trabajo de él la impresionaba: se hallaba constantemente al límite, pero al menos sabía lo que quería, y se jugaba por ello en cuerpo y alma. A ella le gustaría que fuera un poco más inteligente. O al menos, más inteligente de lo que había sido su papá. Porque sus progenitores se enfrentaban a la jubilación con muy poco dinero. Y, aunque ella los ayudaría en todo lo que pudiera, no nadaba en dinero y le asustaba la idea de que lo que había vivido en su niñez se repitiera a la vejez de sus padres, y perdieran la casa que habían comprado cuando ella estaba terminando el colegio.

Tal vez Peter, que vivía dedicado a su profesión, fuera más inteligente. Ella admiraba lo mucho que había sacrificado para terminar su primer libro, aunque seguía sin entender cómo podía vivir sin ahorros.

A pesar de eso, su tenacidad era digna de admirar. En aquel momento, decidió seguir su ejemplo y perseguir a Pablo con mismo empeño.

Le sonrió y levantó su taza haciendo un brindis.

-Por ti -dijo.

Él enarcó las cejas.

-¿Ya está? ¿No vas a regañarme porque me escondo? ¿No vas a preguntar sobre mi cuenta corriente? -comentó, acercándose a ella con diversión en la mirada-. Me someto a tus deseos. Interrógame como quieras.

«A mis deseos...», pensó ella y tragó saliva, porque su mente quería interpretar esas palabras como algo provocativo y seductor, cuando él seguramente sólo pretendía bromear. Inquieta, se giró y se concentró en preparar un adorno para colgarlo. Cuando terminó, lo miró.

-Mi abuela compró éste por la primera Navidad de mi madre -explicó, sosteniendo el viejo Papa Noel-. Los coleccionaba.

-Si sé, me lo contaste una vez. Su primer adorno fue un árbol de Navidad de cristal.

-Exacto. Me impresiona que puedas recordar algo así.

Él se encogió de hombros y evitó su mirada.

-Debería irme. La verdad es que esperaba que me apoyaras en mi lucha para conseguir ingresos.

-¿Cómo?

Él sonrió.

-Esperaba que pudieras hacerte cargo de mi correspondencia. ¿Te acuerdas del artículo que te dije que estaba escribiendo? Me voy mañana por la mañana. ¿Y les puedes dar de comer a Humberto y Carlos? -pidió, refiriéndose a los peces gigantes que había comprado la semana que ella se había mudado.

-No te preocupes -convino ella, sacando otro delicado adorno de cristal-. ¿La revista te envía a cubrir algún lujoso destino para estas vacaciones?

-La verdad es que sí.

Ella lo miró con el ceño fruncido.

-El número de diciembre ya está en los quioscos -apuntó en tono acusador.

-Es un nuevo complejo hotelero. Escribo un artículo sobre el hotel, los servicios, las instalaciones, la oferta gastronómica... Y, dado que la gala de inauguración es el día de navidad, también tengo que escribir un artículo para la página web de la revista y una entrada diaria en el blog.

-¿Ah, sí? Tendré que leerlo. ¿Puedo añadir comentarios?

-Cuento con ello -respondió él, con una sonrisa.

-¿Te mandan muy lejos?

Continuará...

Laliter: "Lo que siempre deseé " Donde viven las historias. Descúbrelo ahora