-Candela dice que existen ayudas para el arte callejero, y que los artesanos locales venden sus joyas en el puerto.
-Yo también leí eso, y no se me había ocurrido el buen escenario que resulta ese lugar para un espía. Eres brillante -alabó él, sincero.
-Gracias -dijo ella, y miró alrededor con el ceño fruncido-. ¿Habrá gente todavía a estas horas?
-No son ni las siete -le recordó él-. Además, debido a las vacaciones hay muchos turistas. Seguro que los puestos están abiertos todavía.
-Es probable. Lo que tenemos que hacer es encontrar ese lugar.
Resultó tarea fácil, y enseguida caminaban por el puerto, sonriendo a los vendedores, muchos de los cuales parecían tan viejos como las historias que escondía aquel maravilloso lugar.
-Mira esto -dijo Lali, mostrándole un círculo adornado con algodón, plumas, cuentas y cuero.
-¿Qué es?
-Un atrapasueños -respondió ella-. A Candela le encantaría, ¿no crees?
Peter reconoció que a la amiga de Lali seguramente le gustaría un regalo así.
-Hemos cambiado el festejo de Navidad para el lunes que viene -explicó ella, mientras compraba el atrapasueños-. Ya que tú y yo estamos aquí el día en cuestión, vendrá a mi casa el lunes y comeremos pavo, ensalada y todo eso. ¿Te apuntas tú también?
Peter no necesitó ni un segundo para pensarlo.
-Yo llevo el puré de manzana. Me sale muy rico.
-Buenísimo -dijo ella con una carcajada y se agarró de su brazo, con su reciente compra en la otra mano mientras seguían mirando las artesanías, la mayoría de ellas joyería de plata.
-Para mi mamá -dijo Peter, mirando un par de aretes-. El hotel ofrecerá servicio de envíos, ¿no crees?
-Seguro. Le van a encantar. ¿Y para tu papá?
-Podría comprarle una hebilla gigante para la correa -comentó él, señalando una expuesta en el suelo-. Pero ya le regalé una suscripción a Pesca y Botes y un vale de consumo. Es muy fácil hacerle regalos.
-¿Estás triste por no ir a casa este año?
Él la miró y sacudió la cabeza.
-Los extraño, por supuesto, pero estoy muy feliz con cómo están yendo las cosas este año.
Ella clavó la mirada en los puestos de los artesanos.
-Yo también.
-Mira qué bonito -señaló Peter unos pasos más adelante.
Se había detenido delante de una gran manta gris cubierta de pulseras de cuero y plata labrada. En un extremo, estaba sentado un anciano con una pipa en la boca y penetrantes ojos azules, casi escondidos entre los pliegues de su rostro acartonado. Tenía el pelo blanco y un aire de misterio.
Cualquier duda que Peter hubiera tenido de incluir aquel escenario en el siguiente libro de Bedoya-Agüero, se disolvió en el acto. Aquello era perfecto. Miró a Lali por el rabillo del ojo y la vio agachada, estudiando atentamente las pulseras.
«Sí, es perfecto», pensó él.
-Es una artesanía hermosa -comentó, escogiendo una pieza con unos diseños tan intrincados que dedujo que eran antiguos y de profundo significado.
El anciano inclinó la cabeza.
-Gracias, es usted muy amable -dijo y, tras mirar a Lali, se dirigió a Peter-. ¿Desea comprar algo para su pareja?
-Esto...
Lali dio un paso atrás y negó con la cabeza.
-Él no es mi novio.
Peter no supo si frustrarse por la rápida negación de ella, o disfrutar de que el artesano hubiera pensado que eran pareja. Decidió lo segundo, mejor pensar en positivo. Tal vez el anciano había percibido algo.
-Somos amigos -dijo Peter, agarrando la mano de Lali-. Buenos amigos.
El hombre entrecerró los ojos y miró a Peter. «Lo sabe», pensó él, y carraspeó, temeroso de que Lali descubriera su verdad. Una verdad que él le estaba ocultando. Al menos por el momento.
-Entonces, éste -dijo el anciano, tendiéndole otro de diseño igualmente intrincado-. Para la amistad.
Se llevó la mano al corazón.
-Un verdadero amigo vive aquí para siempre.
-¡Qué bonito! -intervino Lali.
-Me la llevo -dijo Peter y se giró hacia ella-. ¿Me dejas que te la regale?
-Peter, no puedes.
-Claro que puedo. Sólo tengo que sacar la billetera del bolsillo -dijo él, mientras lo hacía.
Ella puso los ojos en blanco, enojada.
-Discúlpenos -le rogó al artista, y se llevó a Peter a un lado-. No tienes por qué comprarme nada. Hay asuntos más importantes de los que preocuparte, como pagar el alquiler y comer.
-No soy un indigente -respondió él.
Continuará...
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Laliter: "Lo que siempre deseé "
أدب الهواةReceta para una acalorada navidad: Mezclar: Una mujer decidida a animar las vacaciones con un atractivo amante nuevo. Un millonario guapo y sofisticado. Un viejo amigo aún más guapo, para volverlo todo un poco más picante. Agregar un seductor beso b...