capitulo 40

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Peter contempló las palabras en la pantalla de su computadora y suspiró. Había escrito doce páginas, las palabras fluían.

Lo cual era bueno.

La pena era que esas palabras no estaban siguiendo la idea preliminar que él había presentado.

Thiago Bedoya-Agüero estaba enamorado. Y el superespía se sentía totalmente frustrado porque el sentimiento no era recíproco.

¿Alguna idea de dónde venía aquello?

Se levantó de la silla y se sirvió una taza de café. En el fondo, estaba seguro de que Lali sí lo amaba. Pero estaba igualmente seguro de que ella no iba a hacer nada al respecto.

Peor aún: él tenía que contarle cómo se sentía y, por más que extrañara sentir el cuerpo de ella junto al suyo, tenía que dar por concluido el acuerdo que habían establecido. Porque saber que podía tocarla a un nivel tan íntimo, sin una verdadera intimidad entre ellos, estaba volviéndolo loco. Él quería su amistad, por supuesto, y algo más.

Lo quería todo.

Y no sabía cómo convencerla de que podían tenerlo.

-Estoy impresionado, creo que estamos progresando -comentó Pablo, llevando a Lali a la pequeña sala de reuniones que habían preparado como su oficina provisional.

Cada una de las otras partes, el séquito de Soledad Monello, el grupo de amigos y abogados de Mike Crais, y los representantes de Martínez Industries, tenían una sala similar como base, y llevaban las últimas cinco horas entrando y saliendo de la oficina de Lali, conforme ella intentaba diferentes propuestas para que todos llegaran a un acuerdo satisfactorio.

-Se trata de que todos ganen -comentó ella, refiriéndose al plan más reciente que habían negociado duramente.

Todos los cargos serían retirados, no se presentarían nuevos, y Soledad y Mike serían maestros de ceremonias en la subasta navideña para recaudar fondos. La propuesta había sido arriesgada, debido a la acritud entre los novios. Al mismo tiempo, Lali sabía que estaba tratando con famosos, para quien la imagen lo significaba todo. Y, ¿qué mejor manera de distraer la atención de un desagradable puñetazo en la cara, que decorarlo con un lazo y sumergirlo en alegría navideña? Además, significaría publicidad de último minuto para el acto benéfico.

-¿Dijiste que haces esto con frecuencia? -le preguntó Pablo.

-En el estudio no tratamos con muchos famosos -puntualizó ella, sin alejar la mirada de su computadora, donde estaba revisando el acuerdo que había preparado para que lo firmaran las partes-. Pero la mediación supone una buena parte de mi trabajo, sí.

-Eres buena en ello -señaló él.

-Sí, lo soy -dijo ella, mirándolo con una sonrisa, y se dijo que era ahora o nunca-. Ugarte & Asociados tiene a mucha gente con talento, Pablo, y nos gustaría ser parte de tu equipo.

-Algo de eso sabía-dijo él.

Tocaron la puerta y entró Oscar Silveira con el rostro enrojecido.

-No puedo creerlo, pero parece que lo logramos. Y a tiempo para salir en las noticias.

-Buenísimo -dijo Pablo.

Lali suspiró de alegría y alivio.

-Diles que en cinco minutos tendré preparado el acuerdo.

-Deberíamos celebrarlo -propuso Pablo-. Celebrar este acuerdo, y el hecho de que Martínez Industries ha encontrado un nuevo estudio de alto nivel al que va a contratar.

A Lali le dio un vuelco el corazón.

-¿Lo dices en serio?

-No bromeo con los negocios. Felicitaciones, Lali. Siempre fuiste la chica más inteligente de la clase. Sé que pongo mi negocio, en buenas manos.

Extendió la mano y ella la apretó, intentando mantenerse tranquila y profesional, cuando lo que quería era dar saltos por la habitación.

-Tengo que hacer un poco de publicidad con la señorita Monello y el señor Crais, pero ¿puedo invitarte una copa? Conozco un hotel por aquí con un buen bar.

Ella rió.

-En cualquier otro momento, habría aceptado sin dudarlo -señaló ella-, pero tengo que hacer unas compras de última hora.

Tenía que encontrar un regalo para Peter, y las tiendas cerrarían en un par de horas. Por no mencionar que estaba deseando contarle las buenas noticias. Sin embargo, se contendría y lo dejaría escribir. Luego se abalanzaría sobre él y lo celebraría a lo grande. Ofrecerle champagne desnuda en la habitación le resultaba una idea atractiva.

-¿Lali?

-Perdón, estaba pensando en algo -respondió ella, esperando no haberse ruborizado-. Logremos que firmen este acuerdo. Y luego, tal vez, podrías decirme alguna de las mejores tiendas de la ciudad.

-Puedo intentarlo -dijo él-. ¿En qué habías pensado?

Pablo hizo más que intentarlo: le indicó a qué tienda debía ir para encontrar lo que tenía en mente. Después de tan sólo cuarenta y cinco minutos, Lali no sólo había comprado una docena de adornos para un árbol que no tenía, además había encontrado el regalo perfecto para Peter, en la tienda que Pablo había sugerido.

En aquel momento, Lali estaba por abrir la puerta de la suite sin soltar la enorme caja que había escondido en una bolsa de basura. No era tarea sencilla, y estaba intentando encajar la tarjeta en la ranura, cuando la puerta se abrió y apareció Peter, con aspecto de no haber tenido un buen día como ella.

-¿Estás bien? -le preguntó Lali, dejando la bolsa sobre la mesa del comedor.

-Sí -dijo él, sentándose de nuevo en la computadora.

Pero él no estaba bien, notó Lali: algo lo preocupaba.

Continuará...

Laliter: "Lo que siempre deseé " Donde viven las historias. Descúbrelo ahora