-De acuerdo, tal vez no. Aun así, tienes que querer la seguridad de que un día no va a desaparecer todo lo que tienes -le dijo, y se masajeó las sienes al tiempo que se giraba, asombrada de haberlo soltado tal cual.-Tu padre -afirmó Peter.
Ella le había hablado de su niñez, por supuesto. ¿Cómo no iba a compartirla con su mejor amigo?
-Yo no soy él -le aseguró Peter.
-Lo sé -respondió ella-. Pero te veo, y me preocupo.
Él le puso un dedo en los labios.
-Me encanta que te preocupes. Hace que me sienta especial.
-Lo eres -dijo ella con voz ronca, conteniendo las lágrimas que luchaban por salir al haber sacado el tema de su familia.
Él la besó suavemente en la comisura de la boca.
-Me gustó despertarme a tu lado -confesó.
-A mí también -admitió ella-. Pero una parte de mí teme que hayamos cometido un tremendo error.
-Imposible.
-Peter, hablo en serio -dijo ella, tocando la pulsera de plata que él le había regalado-. Lo hemos cambiado todo.
-¿Y eso es malo?
-Me arreglé para ti -le soltó ella-. De hecho, me duché y vestí esta mañana mientras tú dormías.
Él contempló su alrededor, como si ahí estuviera la solución de cómo lidiar con la volubilidad de Lali.
-¿Y eso es un problema? Yo creo que estabas guapísima.
-Sí, es un problema -dijo ella, desesperada por hacerle comprender la profundidad del asunto-. Me maquillé, a pesar de que me has visto cientos de veces con la cara lavada, ropa de estar entre casa y el pelo sin arreglar, porque planeaba pasar un sábado sin hacer nada, viendo películas en la televisión. O a pesar de que me hayas visto cubierta de pintura y masilla el día en que decidí repintar mi baño.
-Estabas muy sexy con la pintura en la nariz.
-Dios, Peter: eres mi mejor amigo; no quiero que eso cambie.
-¿Deberíamos haber hablado del maquillaje en nuestro acuerdo?
Ella tiró la cabeza hacia atrás, e iba a gritar, pero él se lo impidió con un beso. Ella respondió al instante, llena de deseo, pero sabía que no podían llegar hasta el final porque llevaba demasiada ropa y estaban recostados en una roca en mitad de un camino. Él se separó, apoyó las manos a ambos lados de Lali, y esbozó una sonrisa que ella le habría reprochado, de no haber sido merecida.
-Nada ha cambiado, Lali. Seguimos siendo nosotros, Lali y Peter.
-Lo sé, pero...
Él la silenció con otro beso, corto y eficaz.
-¿Has pensado que tal vez el problema no sea que te hayas arreglado a la mañana para mí, sino que quizás querías sentirte sexy y continuar la sensación de la primera noche? Lali, hemos hecho el amor por primera vez y ha sido maravilloso. No quería que terminara.
-Yo no...
Él le acarició la cara.
-Para que conste, creo que eres terriblemente sexy incluso sin maquillaje.
Ella rió como una tonta. Peter siempre lograba hacerla sentirse mejor. Lo agarró de la nuca y lo besó apasionadamente.
-Acerca de nuestro acuerdo de tener una aventura...
-¿Sí?
-Creo que es hora de regresar al hotel -dijo ella-. Necesito poner en práctica algunas de las disposiciones acordadas.
Si pudiera elegir, Lali montaría a Peter antes que a caballo, sin duda alguna. Se colocó a horcajadas sobre él, y sus cuerpos se conectaron. El control de estar encima le resultaba casi tan afrodisíaco como el propio Peter.
Casi.
Se movió lentamente al principio, mientras notaba la presión creciendo en su interior, como una tormenta preparándose.
Al ver la mirada de deseo de Peter, se humedeció. Y, cuando no pudo soportarlo más, le mostró cómo quería que la acariciara. Él tampoco necesitaba muchos ánimos: Lali había descubierto que poseía unos dedos mágicos y, conforme la llenaba de su magia, sintió que se le endurecían los senos y le temblaban los muslos.
La habitación estaba en silencio, excepto por el sonido del sexo, lo cual resultaba mucho más erótico.
Lali sintió que se le contraían los músculos internos y lo acogió aún más profundo. Mantuvo el ritmo, mientras lo oía decir que se dejara ir. Así lo hizo, el mundo explotó, y ella se dejó caer sobre él, temblorosa y sudorosa. Se quedó ahí, respirando, segura de que el corazón iba a explotarle, tanto por agotamiento físico como por las emociones que la invadían.
-Estaba pensando -comenzó- en que, si diéramos paseos a caballo todo el tiempo, no haríamos nada más.
-Yo no llamaría «nada» a esto -señaló Peter, acariciándole la espalda.
-Es verdad -reconoció Lali, acurrucándose contra él-. Eso lo admito.
Continuará...
ESTÁS LEYENDO
Laliter: "Lo que siempre deseé "
FanfictionReceta para una acalorada navidad: Mezclar: Una mujer decidida a animar las vacaciones con un atractivo amante nuevo. Un millonario guapo y sofisticado. Un viejo amigo aún más guapo, para volverlo todo un poco más picante. Agregar un seductor beso b...