CAPÍTULO. 15

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La cena fue preparada al igual que el pastel, subieron a su habitación a quitarse toda la harina de encima para luego bajar.
Adhara se fue al cuarto de baño, se miró al espejo, y se cuestionó mentalmente.
" Espero no salir lastimada, creí lo equivocado, ¿y quien me manda a mi a soñar con algo inesperado ? Por años pensé en el, y resulta que que no le gustan las mujeres" Suspiró profundo y se metió bajo la lluvia artificial.
Emir también fue a su habitación, fue al baño, y a su mente vino el momento del accidente, era algo confuso, y no lograba recordar muy bien.
Se metió a la ducha y después de un tiempo salió  se cambió y se dispuso a ir a la habitación de Adhara.
Tocó sin recibir respuestas, y entró y no estaba, caminó hasta el centro y la escuchó cantar en el baño, una sonrisa se dibujó en su rostro, cuando la vio salir envuelta en una toalla.
La imagen frente a él le pareció tan sensual, con todo el cabello húmedo y gotas de agua rodando por sus mejillas hasta llegar a sus labios, la miró a los ojos, y su recorrido terminó en esos labios carnosos.
Adhara se impactó al ver a Emir parado ahí frente a ella, y sus primera reacción fue echarlo fuera pero en sus  pensamiento surgió nuevamente la idea errónea que se formó en su cabeza.
"Es como tienes a una amiga pero  con testículos, ¡Dios! Que desperdicio de hombre". —Tras esos morrocotudos pensamientos, se aclaró la garganta y continuó con lo que iba hacer. Vestirse.
—¿Qué haces aquí? ¿Acaso no te enseñaron a tocar la puerta? Ya estoy casi lista,— dijo quitándose la toalla y quedando en ropa interior, Emir tragó el nudo formado en su garganta. ¿Acaso esta mujer no tenía pudor?— Pensó al verla tan tranquila. Se desnudaba frente a él sin sentir  una pizca de vergüenza.
—Cubre te, o acaso estás acostumbrada a desnudarte frente a todo el mundo.— Expresó algo molesto, imaginó que lo había hecho con Ugür.
—No, frente a todo el mundo no pero si frente a las que considero mis amigas.
— ¿Amigas? ¿acaso me vez como tú amiga? ¿Estás loca? Soy un hombre.
— Lo se, pero ya me viste desnuda, así que si la primera vez no te llamó la atención no creo que ahora lo haga. Emir abrió y cerró la boca queriendo decir palabras que se atragantaron en su garganta, y salió de la habitación.
Adhara se puso un vestido suelto se perfumó, arregló su cabello y salió para ir al comedor.
Ya estaba todo listo y servido, solo faltaba ella las niñas y Emir esperaban pero de la mente de emir no salía la imagen de verla caminar Tranquila mente frente a él en calzones.
La vio acercarse y tragó grueso y sus mejillas se tornaron rojas que ardían.
—"Carajo, debería ser ella que sienta vergüenza y no yo" ¿por qué me dijo que soy como su amiga.? — Pensó. Y siguió.— No, no lo creo. ¿Acaso cree que yo soy? Jodida broma, esto es tu culpa Ugür, seguro le hiciste creer que soy gay, te voy a matar cuando te tenga en frente"  Tenía un debate mental, ahora tenía que tratar de convencer a Adhara de que no era gay.
La cena pasó entre risas y charlas, fueron a la sala de cine vieron películas, rieron, y pasaron rato como una verdadera familia.
—Ya quiero dormir papá, por favor.
—Esta bien, vamos Raphaella y yo las llevaremos.
Subieron a la habitación, primero a la de Aylín Dylara.
—Hasta mañana hija, Alah bendiga tu sueños.
— Amén papá. —Miró a Adhara que también estaba cerca de ella, y se puso a trenzar  su cabello, Emir vio todo eso en completo silencio, su corazón latió de felicidad, pues su hermano había tenido una buena idea de llevarse con ellos a Adhara, ¿pero, y ella deseaba estar ahí, haciendo todo aquello?.
—Raphaella, vamos a dejar a Yara a su habitación, por favor.
Caminó junto a ella hizo lo mismo y salieron de la sala.
Ella se encaminó a su habitación y Emir la tomó. por el brazo.
—Vamos, acompáñame.
Adhara siguió a Emir en silencio, ese roce de su mano sobre su piel la estremecía.
"Calma Adhara, no eres su tipo." Pensó.
Salieron al jardín Emir se sentía como un adolescente, no sabía cómo empezar y saber por qué ella lo consideraba su amiga.
— Emir.
— Adhara.
Ambos dijeron sus nombres al unísono y rieron.
— Dime tu primero. — Cedió Emir dejando que Adhara diga lo que deseaba saber.
— Emir, yo, yo.
— Ya lo sé, se que deseas irte, que mi hermano te obligó, yo jamás hubiera hecho eso, y menos contigo, mi hermano y yo somos muy diferentes, el es impulsivo, yo pasivo.
Adhara lo miró y levantó  sus ceja.
— ¿Pasivo? Pues no parecías pasivo aquella vez en la dulcería.
— Pero si la loca fuiste tú, como no me iba a comportar así, por cierto cómo que te gusta desnudarte frente a todos. — Habló Emir mirándola fijamente.
— Como te dije, tú no eres un peligro para mí, pero tranquilo, yo guardo tu secreto

Emir nuevamente quedó en completo silencio, lo que quería confirmar, lo hizo y sin siquiera preguntar.
— Así que no soy un peligro para ti, pues bien entonces estamos claros.
— Así es, y otra cosa, yo estoy aquí por que así lo deseo, ya nada me presiona a quedarme, lo hago por voluntad propia y por amor a tus hijas, ellas son muy lindas.
— Gracias Raphaella, no eres su madre pero haces cosas que esa mujer debió hacer.
—Tranquilo, estaré aquí el tiempo que tú quieras.
— ¿Todo el tiempo que yo quiera?
— Si, el tiempo que tú desees.
Adhara trató de girar para salir y terminó cayendo en los brazos de Emir y este sobre de ella. Se había enredado los pies.
Un roce de labio hizo que todo su ser se estremeciera, sus miradas por un momento se detuvieron.
— Lo siento, no me fijé.
— Tranquila, no te golpeaste y eso es lo importante.
Emir se puso de pie y ayudó a Adhara a levantarse, caminaron al interior de la mansión y fue a su habitación.
— Hasta mañana. — Se despidió Emir con un suave beso en su mejilla.
Adhara cerró la puerta suspiró profundo y acarició su mejilla, justo donde Emir dejó el beso.
— Esto es imposible, Adhara Raphaella, olvídate de ese hombre.
Al día siguiente.
— Niñas dense prisa o llegarán tarde, vamos.
— Vamos corriendo. — Respondió una feliz Yara Elif.
— ¿Listas?
— Nos fuimos.
Adhara llevó a las gemelas a la escuela, y luego pasar por las oficinas de Emir.
Dejó a las niñas y ya estaba en el estacionamiento del edificio donde Emir tenía la oficina, era majestuoso, treinta pisos todos de vidrios, plateado y azul, marcó el dígito veintinueve, y subió.
Llegó al área de las oficinas, todo en silencio, Zeynep no estaba en su lugar de trabajo y simplemente pasó.
La imagen que tenía frente a ella, le confirmó sus sospechas, Emir era gay estaba a punto de besar a otro hombre, y eso de dio un mal sabor de boca, cerró los ojos y se disculpó.
— Perdón, no fue mi intención interrumpir, sigan en lo suyo.
Salió corriendo al ascensor, y Emir tras de ella y no pudo alcanzarla.
Llegó al estacionamiento subió a su auto y se fue como alma que lleva el diablo.
— joder, quien me manda a entrar sin tocar, que mal educada por dios, que vergüenza y que envidia. — Expresó mordiendo su labio inferior.
— ¡Ay no! Esto es enfermo, no puedo competir con el, yo jamás  tendré una oportunidad.
Miró por el retrovisor, y vio que Emir la seguía, se estacionó y esperó.
"Esta enojado, está enojado" — Se cuestionó mentalmente.
Emir dio suaves toques en el vidrio de la ventanilla del auto y estos bajaron.
— ¿Puedes salir de ahí? Necesito hablarte por favor.
Adhara salió del auto con los nervios a flor de piel, miró a Emir y desvió la mirada.
— Perdón, mil perdón, jamás vuelvo a entrar a tu oficina sin avisar, es más no vuelvo a  ir a tu oficina sin avisar, no iré más.
—  ¡He! cálmate, no es que se acabe el mundo, Tranquila. — Le habló Emir tratando de tranquilizarla un poco.
— Lo que viste no es lo que parece.
—Tranquilo Emir, tranquilo, como dije tu secreto está a salvo conmigo, yo no vi nada, no diré nada de algo que no he visto jamás.
— ¿Pero que viste?
— Nada, nada no vi nada, te lo juro que no vi nada. Además estoy ciega, ciega, sorda, y muda. Si, eso, así estoy.
— Me voy, tengo que buscar un trabajo de medio tiempo para poder sustentar me, mi documentación se quedó toda en el consultorio y prácticamente estoy de ilegal y no tengo trabajo, ya me enviaron todo lo que necesito.
— Cálmate mujer, déjame hablar.
— No Tranquilo yo, yo...
Sus palabras fueron silenciadas por los labios de Emir, que los unió para callar a esa loca que no paraba de hablar.
Adhara ante ese sorpresivo beso quedó impactada, aprovecho y respondió a ese dulce y tan deseado beso, este se intensificó, sus lenguas se entrelazaban, Adhara llevó sus manos a los cabellos de Emir y los enredó Entre ello Emir metió la mano a través de su blusa y acarició su espalda, un gemido salió de la garganta de Adhara, mordió ese labio inferior de Emir y suspiró profundo.
— Raphaella, yo.
— No digas nada Emir, entiendo, no volverá a suceder, sé que arrepentirte  no borra nada, poro yo trataré de evitarlo.
— No, no, espera.
— Tranquilo, nos vemos en la casa. Adiós.
Subió a su auto y simplemente se marchó dejándolo ahí con la palabra en la boca.
— Yo disfruté mucho ese beso. —Terminó la frase que pensó decirle, pero que ella no escuchó.

UN TRATO CON EL CEO (5to libro de la saga cielo eterno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora