CAPUTULO 24

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Ugür llegó al departamento de Zeynep, llamó y no la encontró, subió a la habitación, buscó en el baño y vio el vestidor con el resto de ropa desordenada, Ugür revisó cada cosa y vio que faltaban prendas, marcó el número de ella sin tener respuesta, pues el sonido de su celular lo escuchó sobre la cama.
—¡Rayos! Donde te fuiste mujer. —Se preguntó con angustia y desespero.
Llamó a todos los conocidos y ni rastro y sombra de ella.
Emir estaba de igual manera de desesperado por encontrar a Adhara y saber el por qué, y peor por recibir la notificación de la disolución del matrimonio, los días pasaron, y nuevamente Emir estaba sumergido en la angustia, Kerim contrató investigador privado para dar con el paradero de las dos mujeres,
Ezra llegó a su oficina de Emir, verlo nuevamente en ese estado dolía, le dolía verlo así.
—¡Alah! Por qué mi hermano siendo un hombre justo tiene que pasar por estas pruebas tan tristes. —Susurró entre sí. Se acercó muy despacio viendo a su hermano mirando a través del ventanal con la mirada al vacío.
—Hermano, no se qué decirte, no se por que pasa todo esto contigo.
—Simplemente el amor no es para mi hermana, y yo sigo insistiendo, y a golpes me dice que no es para mí.
Ezra cerró los ojos y sus lágrimas rodaron por sus mejillas, miró a Emir y sus ojos cristalizados y fijos en un punto en la nada, dejaban rodar esas incontenibles lágrimas de dolor.
—Se fue sin siquiera despedirse de las niñas, sin dar una explicación, nada, ahí están los documentos de la disolución del matrimonio. Solo ella podía hacerlo.
—Hermano, me duele tanto verte así. Ugür se fue a la hacienda, y no entiendo que le está sucediendo, está mal humorado, ya no comprendo que fue lo que pasó con ustedes.

Ugür esperó en el departamento de Zeynep por semanas y nunca más volvió a saber de ella, se sumergió en la soledad de sus recuerdos de los momentos vividos.
—Zeynep, ¿Qué pago contigo, por qué simplemente desapareciste de mi vida, sabías que te amaba, te lo dije, te lo demostré a cada instante. —Habló mirando una foto suya.
Los días pasaron convirtiéndose en meses, siete meses en los que Adhara y Zeynep desaparecieron de las vidas de los gemelos Aksoy.

Siete meses antes .
Adhara abordó el jets privado de la familia, al momento de despegar su dirección a Roma fue desviada a Berlín, nuevamente estaría ahí de donde se había ido con sueños de ejercer su profesión el los centros hospitalarios de la familia.
—Nuevamente aquí, donde no creí volver ahora este lugar será mi refugio. —Habló en baja.
Ordenó sus cosas y de los días, fue al hospital donde hizo las prácticas, empezaría por algo.
Ya trabajando, su ritmo de vida era del hospital a la casa y de casa a hospital.
Su teléfono sonó, y vio que era su amiga Toria.
—¡Hola mi Dara! A que no adivinas?
—¡Hola mi loquis! ¿Cómo estas?
—Con mucho frio, por qué si no nos abres la puerta tendrás amigos empanizados.
—¿Que? ¿Dónde están?
—Abre la puerta carajo, hace frío.
Adhara corrió a la puerta y la abrió, ahí estaban, Toria, Yoris, y a Daimon, miraban a su amiga, ellos con una sonrisa que no llegaban a sus ojos, sabían que algo no estaba bien en ella.
Se abrazaron y pasaron arrastrando maletas.
—¿Qué hacen aquí? —Preguntó sorprendidas de verlos ahí frente a ella.
—¿Cómo crees que te vamos a dejar sola, ya tío Stefano nos envío con trabajo incluido.
—¿Queee? ¿es en serio? Ustedes están locos de remate. —rieron y empezaron a ponerse al día con todo.
—No lo creo, ¿ese cretino te estaba engañando?- Renegó Yoris
—El se lo pierde, no supo valorar la gran mujer que eres. —Le dijo Daimon acariciando su mejilla.
Todos sigue su ritmo, dos meses tenían ya instalados en Berlín.
—Chicos hoy es nuestro día libre, vamos a comer pizza, tengo unas ganas enormes de comer una de pepperoni.
—Vamos. —Respondieron todos y salieron al restaurante, pidieron y ya todos comiendo cuando una arcada fuerte sintió Adhara que se vio obligada a correr al baño.
Devolvió todo lo poco que había comido.
—Dara, dime qué tendremos sobrinos, dijo Daimon, sonriendo.
—¡Estás loco! No puedo estar embarazada.
—Nena, estabas casada, es lógico que estés embarazada.
Adhara llevo sus manos a su vientre y sonrió.
—Vamos, no estés triste, tu hijo tiene una gran familia, y aquí tiene dos tías y un tío que lo concentran mucho más, no te dejaremos sola. - Habló Toria mientras a miraba la mezcla de sentimientos en su amiga.
Salieron de ahí fueron a la farmacia y volvieron al departamento.
Once minutos después Adhara salía del baño con las pruebas de embarazo.
Los meses siguientes Adhara trabajó, su vientre ya de siete meses era muy abultado, sus mellizos crecían sanos y fuertes.
—Mira lo que compré para los Raphaella y Raphael. —Expresó Daimon mostrando todo lo que entre Yoris y Toria habían comprado.
—Chicos, mis hijos tienen suficiente ropa y cosas, que no les alcanzará su niñez para ponerse todo lo que le han comprado.
—Son nuestro únicos sobrino así que usted quieta, déjese consentir.
Todos rieron y siguieron arreglando la habitación de los pequeños.
Adhara trataba de no pensar en Emir, recordar lo que vio y escuchó le dolía el corazón, trato de olvidar y seguir su vida junto a sus hijos.
—Doctor ¿Cómo están mis pequeños?
—Tienen el peso y talla, ya están listos para que vengan al mundo, si es por cesárea.
—No doctor, quiero que vengan cuando ellos deseen, yo solo espero no tener complicaciones.
—No los tendrás, todos estamos pendientes de ellos y su madre. ¿Te invito un café? aunque se que no puedes tomarlo. —Expresó Servet Borges un médico gineco obstetra, que lleva el control .
—Muchas gracias por la invitación, Servet, pero prefiero.
—No acepto un no como respuesta, tú eras mi último paciente así que solo quito mi bata la cuelgo aquí y listo, nos vamos.
Adhara sonrió y terminó saliendo en compañía de Servet Borges, quien está enamorado de ella desde que eran estudiantes.

Londres. Inglaterra, siete meses antes.

Zeynep, vivía junto a su tía Nazar.
—Tía, será por poco el tiempo que me quedé aquí, no quiero incomodar tu privacidad.
—¿Cuál privacidad? Si agradezco a Alah que estés aquí conmigo, juntas vamos a vivir aquí.
—Gracias tía, pero tengo que decirte algo y no se cómo lo vayas a tomar.
—Hija, siéntete tranquila y cuenta conmigo siempre.
—Gracias tía, te diré la razón por la cual viaje en tren y cruce países.
—Hija, cuando estés tranquila me lo contarás,.
—No tía, tienes que saber que estoy embarazada y el padre de mi hijo me traicionó, jugó conmigo, por eso hui, sin dejar rastros.
—Hija mía. —Expresó Nazar con tristeza y alegría a la vez.
—Tendremos un pequeño que nos alegrará la vida.
Zeynep se abrazó a se tus y lloró.
—Tranquila hija mía, créeme que te entiendo más de lo que te imaginas.
Los días pasaron, ya instalada empezó a buscar trabajo, miraba cada día los anuncios del periódico, pero no tenía suerte con eso.
—Necesito encontrar un trabajo tía.
—No necesitas trabajar, hija, necesitar cuidarte para que mi nieta salga sana.
—¿Nieta?
—Si, será mi nieta y tú mi hija.
—Con mucha más razón, tengo que trabajar para cuidar de ti y de tu nieta. —Nazar abrazó a Zeynep y rieron.
Los días siguientes Nazar le dio un puesto de trabajo como administradora en el hotel del que ella era dueña.
—Tía, gracias por ayudarme y darme este trabajo, lo necesitaba mucho, y más ahora que por mi bebé.
—Tranquila mi niña, juntas lo cuidaremos, cuenta conmigo siempre, le prometí a mí hermano cuidar de ti, pero tú nunca quisiste venir aquí.
—Me sentía cerca de ellos, ahora solo me queda el recuerdo del poco tiempo que estuve con ellos, por qué yo jamás regresaré a Turquía.
—Mi niña, ese hombre es un desgraciado, dañar tu corazón con esa burla tan grande que te hizo.
—Yo fui la única culpable tía, sabía cómo era el, y tuve la ilusión de que yo era diferente ante sus ojos.
—Claro que eres única hija, tú eres distintas a esas con las que el está acostumbrado a estar.
Los meses pasaron cinco, y su vientre crecía, lo acariciaba cada noche, y miraba al nublado cielo mientras sus lágrimas rodaban por sus mejillas.
—Seremos tu y yo mi amor, prometo que nunca nada te faltará, lucharé y trabajaré para que nada te falte.
Durmió metida en sus pensamientos lejanos.
" Su pequeña pelinegra corría por el verde del campo, —papi alcanzamos, corre papi corre, búscanos ya no quiero jugar a las escondidas, deseo conocerte"
Zeynep despertaba con la frente perlada en sudor al soñar siempre lo mismo, su hija pidiendo conocer a su padre.
Las semanas siguieron su curso, un mes más pasó.
—Hija hoy vendrá al diseñador de interiores para que declaren la habitación de la bebé, tú no puedes hacer nada de eso.
—Tia, no es necesarios, ella estará en mi habitación.
—No cariño, ella tendrá su habitación.
Todo estaba listo para el nacimiento de la pequeña.

Los días siguieron pasando.
—Tranquila Zeynep, cuando te diga puja lo harás, inhala, exhala, repite y a la tercera puja con todas tus fuerzas. Ayuda a tu hija Zeynep.
Zeynep pujó tan fuerte y un llanto inundó la sala de partos.
—Felicidades Zeynep, es una hermosa niña.
La pediatra la recibió y la puso en los brazos de su madre, las lágrimas de felicidad rodaban por sus mejillas, su corazón rebotaba de felicidad.
—Bienvenida al mundo mi Hande Nuray.
Mientras en Londres nacía Hande Nuray, en Berlín, nacían sus primos.

UN TRATO CON EL CEO (5to libro de la saga cielo eterno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora