CAPÍTULO 10

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Emir pidió más información sobre ella, tenía que pedir una disculpa o quizás perdón por el mal comportamiento que tuvo con ella.
—Deme toda la información que tenga de ella por favor.
—Era inocente, y fue puesta en libertad ese mismo día, toda la información de ella está aquí en el sistema, ya le paso todos los datos.
—Como que fue puesta en libertad y nadie me notificó nada.
—Señor, toda esta aquí, ya se la..
Espere un momento. —El oficial tecleó una y otra vez en la computadora y ni rastro y seña de aquella información, Dante Berlusconi había borrado toda información de Adhara y Alfred.
—¿Qué sucede?
—Señor, no se qué sucedió, pero toda la información de la señorita Adhara Raphaella fue eliminada.
—¿Cómo que eliminada? ¿Cómo voy a buscarla? Donde voy a encontrarla.
—Lo siento señor, pero no encuentro explicación para esto. —Se disculpó el. oficial sin entender lo sucedido.
Emir suspiró profundo, y entendió que empezaría una búsqueda pero antes tenía que ponerme fin a esta etapa de su vida.
—Entonces quiero un permiso para ver a la verdadera secuestradora, antes que trasladen a esa mujer necesito verla.
El oficial extendió la orden y Emir fue conducido por los pasillos hasta llegar a la habitación de espera para ver a la mujer que alguna vez creyó era que el amor de su vida, necesitaba cerrar ese ciclo en su vida para poder seguir sin ese fantasma convertido en un mal recuerdo.
Sentado esperando escuchó abrir las puertas a su espalda, se levantó y lo que tenía frente a él no era la mujer que el conocía.

En la persecución.
Genevieve salió dejando la puerta truncada por fuera, y justo en ese momento Alfred llama a la policía mientras veía a la mujer huir y dejar a Adhara encerrada con la pequeña Yara desmayada.
Genevieve salió a toda velocidad pasando por alto semáforo en rojo, al escuchar la sirena de la policía.
—¡Rayos! "Esa estúpida me denunció o talvez fue Emir" —Se cuestionaba mentalmente.
—No me atrapará, eso no.
La persecución la llevó por la autopista central que la condujo a las afueras de la ciudad, llegó a unos edificios a abandonados, sacó la pistola y bajó corriendo del auto y se adentró en uno de los edificios.
Los policías rodearon el edificio, y otros empezaron a subir por las escaleras, Genevieve ya no tenía salida, se adentró en uno de las habitaciones y disparó a uno de los policías que la seguir muy de cerca, el oficial cayó al piso con un disparo en la frente, Genevieve siguió y sin mirar cae enredada en cable eléctricos que le dieron descargas en un lado de su fino y hermoso rostro. Un grito fuerte y desgarrador se escuchó en esa solitaria construcción y todos fueron al lugar de donde se escuchó el grito.
—Está muerta señor. —Habló uno de los oficiales.
—Busquen la bodega de mantenimiento eléctrico y quiten la energía. —Ordenó otro.
Entre tanto, los paramédicos llevaron el cadáver del oficial caído, otros subían para ayudar a Genevieve.
La electricidad fue cortada, y la ahora prisionera fue atendida y llevada al hospital bajo resguardo policial.
Los médicos trataron de reconstruir lo que la electricidad daño en el rostro de Genevieve koslov, y la mal formación que le quedó, le hacía ver con una apariencia deprimente, ya no era la mujer hermosa y sexy, y seductora que alguna vez cautivó y volvió loco de amor a Emir Aksoy.
Ahora estaba ahí frente a él con las manos esposadas y obligada a darle la cara al padre de sus hijas.
Con su rostro deformado y la mirada vacía y carente de emociones se paró frente a él.
—¿A que has venido, Emir Aksoy? ¿A burlarte de mí? A restregar me en mi feo rostro que por fin pudiste deshacerte de mi.
—Que poco me conociste Genevieve, o mejor dicho nunca te diste el tiempo de conocerme, por qué mientras estabas conmigo, solo pensabas en Donatello Rinaldi, el hombre que jamás te amó y por el cual cometiste tanto delitos para vengarte de él, sabes, no entiendo tu forma de amar, decías amarlo tanto, y lo separaste de sus hijos y esposa por mucho tiempo, yo te amaba y me hiciste mucho daño, no solamente a mi, también a tus hijas, que su único delito es ser mis hijas, por qué e ser de otra forma creo yo las amarías, ¿o será que tú no conoces el significado de la palabra amor?
—Vete al diablo Emir, tú y esa mujercita se pueden ir juntos al mismísimo infierno.
—¿De que mujer hablas ?
—De la madre sustituta de tus hijas, de esa que me la quitó. —Una Sonora sonrisa se escuchó en aquella habitación.
—¿Sabes? Nunca te amé, ni a tus hijas las quise, si no me hubieras buscado esas mocosas hubieran tenido el mismo destino que los hijos de Donatello, por que no quería nada de ti, nunca te soporté, cada ves que te había el amor, en mi mente estaba Donatello, ese es, y será el único amor de mi vida, aunque ni tú ni nadie lo comprenda, el amor que yo siento por él, jamás lo sentiré por nadie más.
Emir sintió doler su corazón al escuchar cada palabra de la mujer que amó, la miró fijamente tragó el nudo en su garganta y pudo articular palabras.
—Genevieve, espero que el tiempo que estarás aquí te haga reflexionar, y te arrepientas del mal que hiciste, y sobre todo a tu hija y a personas inocentes como a los niños Rinaldi y su madre, tómate este tiempo como un retiro espiritual, y perdonarte a ti misma es lo primordial, yo no puedo decir que te deseo ni bien ni mal, solo deseo que recibas lo que mereces en la medida exacta. Adiós Genevieve koslov, no puedo decir que fue un placer conocerte, por que no lo fue.
Emir se puso de pie y salió de esa habitación dejando atrás ese episodio triste en su vida.
Genevieve lo miró salir, al igual que sintió salir sus lágrimas, gritó tan fuerte y calló de rodillas.
—¡Aaaaahg! Maldito seas Emir Aksoy, te odio, te detesto, me irrita tu forma de ser. Pero voy a salir de aquí y acabaré con tu gran e irritante bondad.
—El guardia la tomó del brazo y la ayudó a ponerse de pie, aún estaba con las manos esposadas, se levantó y caminó y fue llevada a la celda.
—Vamos fea, estarás aquí asustando por mucho tiempo. - Habló con sorna la guardia mientras quitaba las esposas a la prisionera.
—Vete al diablo, fea tu, gorda infeliz.
La guardia la miró y con una sonrisa torcida le dijo lo mal que la pasaría ahí.
—Ten por seguro, que esta gorda infeliz te hará conocer el infierno y desearás morir, perra.
Cerró la puerta y con un movimiento de cabeza hizo señas a las otras reclusas y estas entendieron.
La vida de Genevieve koslov sería un verdadero martirio, cada día golpeada hasta morir, y vendida a las más degeneradas que pagaban por tenerla como esclava sexual por semanas.
Así pasó el tiempo, vivió aguantando tortura por tres años, y simplemente un día en el patio de comida arrebató el cuchillo de las cocineras, y cortó las venas de sus muñecas y luego lo hundió en su vientre, causándose heridas mortales que no pudo resistir.
Genevieve fue declarada muerta en la clínica de la cárcel de mujeres, y una semana después fue sepultada en una fosa común por qué nadie reclamó su cuerpo para darle una sepultura digna.
Aquí se cerraba definitivamente el episodio más triste de la vida de Emir, y la madre de sus hijas.

Tres años atrás.
Emir salió dejando a Genevieve gritando y maldiciendo a gritos, que el podía escuchar, caminó salió y subió a su auto, apretó el volante así como sus dientes.
—¿Cómo fui tan imbécil? Pero no puedo renegar, por que estaría renegando de mis hijas, es lo único bueno de toda esta triste historia, y ahora voy a buscar a esa mujer y pediré perdón por toda esa humillación que le hice pasar, te voy a encontrar Adhara Raphaella Pierre D'Alessio.
Salió de ahí fue a la mansión, y se dedicó a cuidar de sus pequeñas por cierto tiempo.
Mientras el investigador buscó por mar y tierra y hasta debajo de las piedras, sin tener resultados positivos de la búsqueda de aquella mujer que corrió en calzones por la calle de la dulcería, cada ves que recordaba eso Emir sonreía.
El tiempo pasó entre trabajo, cuidar de sus hijas y buscar a Adhara sin encontrarla.
Tres años pasaron y estaban festejando el cumpleaños número once de las gemelas Aksoy, y lejos de ahí, en Berlín Alemania, también celebraban su cumpleaños número veintidós los cuatrillizos Pierre D'Alessio.
—Sincronizado, como las agujas de reloj, Adhara Raphaella, Aylín Dylara y Yara Elif, cerraban los ojos para pedir su deseo y sintiendo en sus corazones que en algún momento se cumplirán, soplaron las velas al coro de un feliz cumpleaños.
Las velas fueron pagadas, y el deseo de Aylín Dylara y Yara Elif fue volver a encontrar a esa mamá, que Yara sin buscarla encontró.
Y el deseo de Adhara Raphaella fue que donde quiera que estuviera aquélla niña fuera feliz, y un recuerdo de aquel odioso hombre llegó a su mente.
"Quieres hacer el favor de callarte, pareces un radio sin cuerdas."
—Grandísimo imbécil, eres.

UN TRATO CON EL CEO (5to libro de la saga cielo eterno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora