Capítulo 2 - Temor

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Donghae no estaba nervioso, quizá sólo estaba al borde de un ataque de pánico, siendo un manojo de nervios y sintiendo que en cualquier momento se iba a hechar a llorar. El amor de su vida había estado en una cama inconsciente durante semanas y ahora que por fin despertaba, que por fin podía verlo regresar a la vida, ya no existía esa vida. No para él.

Hyukjae no lo recordaba, había como diez años perdidos de su memoria, el doctor dijo que fue una suerte que no la perdiera por completo. Al menos lo dieron de alta o mejor dicho la señora Lee los hizo que lo dieran de alta para seguir con los cuidados de manera privada en casa. ¿Su esposo regresaría con el a casa? Es decir, para él Donghae era un desconocido.

El pobre omega se sentía tan perdido como si su mundo se hubiera caído y derrumbado en pedazos. Los preciosos ojos negros de su marido lo miraban como si fuera un extraño, su rostro era inexpresivo, serio y distante. Jamás fue así con el, ni cuando lo conoció.

Al menos quiso ir a su casa, la de ambos a vivir para conocerse y le había sonreído, una cordial sonrisa pero al menos era algo. Sintió como la calidez invadía su interior llenándolo de una tonta y vaga esperanza.

Donghae sabía conducir pero nunca había conducido el deportivo de Hyukjae. Como su estudio estaba a una parada de autobús era fácil tomarlo o simplemente ir a pie. Por lo que no necesitaba un auto, menos uno tan lujoso. Era una sensación extraña, ahora todo se sentía tan ajeno, especialmente su marido. El auto anterior, que el alfa usaba para ir a trabajar quedó volcado y casi destruido por completo en el accidente, aún recuerda el dolor cuando recibió la llamada, un dolor que aún no se iba del todo.

Estacionó cerca de la salida subterránea del hotel, su esposo fue traído en sillas de ruedas por la señora Lee, bajaron en el elevador y en cuanto se abrieron las puertas el corazón le dio un vuelco. Iban acompañados de dos enfermeros que le ayudarían a subirlo al auto. Donghae se quedó de pie, observando en silencio, cada vez se sentía más innecesario.

—Puedes llamarme cuando necesites ayuda. Se que tus exposiciones son constantes así que no descuides tu trabajo ¿De acuerdo?—La señora Lee le coloca la mano en el hombro y le dedica una sonrisa amable. Él sólo puede Responde r de igual manera y asentir sin saber que más contestar. No recuerda que fuera tan amable antes, ni de esa manera ¿Acaso tanta lastima le tiene?

—No soy un niño de cinco años que no pueda quedarse solo—Hyukjae rezonga desde el interior del deportivo, los enfermeros le colocan el cinturón de seguridad antes de terminar e irse. La puerta del auto se cierra y el omega aprieta las llaves en sus manos. No era fanático de estar a solas con su suegra, esa mujer parecía odiarlo. No es que fuera cruel y mala pero Donghae no era de su agrado, no como la otra prometida de Hyukjae, a la que el parecía recordar.

—Ahmm, la mantendré informada de todo o puede ir cuando desee a...—Hace un ademán con la mano y aparta la mirada. No sabe que más decir.

—Entiendo. Gracias—Le vuelve a sonreír, se despide de Hyukjae a través de la ventana y se va a su auto. Donghae cree que jamás había recibido una sola sonrisa de parte de su suegra, tal vez si le tenía mucha lástima.

Donghae rodea el auto y abre la puerta para entrar. Siempre se habia burlado de su marido porque el auto parecía una versión moderna del batimóvil, sin embargo este alegaba que no se parecía en nada. De cualquier manera le resultaba curioso que en el nombre del auto se agregara el "murcielago" cuando había una pequeña figurilla de un toro en el logo, simplemente no tenia sentido.

En cuanto toma asiento y cierra la puerta el silencio se vuelve pesado. Donghae ni siquiera se atreve a mirarlo de reojo así que solo se dispone a encender el auto e irse a su casa. A la casa de ambos.

—¿Donde vivimos?—Pregunta Hyukjae con un tono curioso. Los ojos negros del alfa esperan una respuesta con impaciencia.

Cierto. Cuando se casaron se mudaron al departamento, antes el alfa vivía en la zona oeste de la ciudad, ahora estaba en el Este cerca del río Han. Se lo explica al mayor quién solo asiente sin decir ni una palabra. Donghae se traga las lágrimas que siente y con ello el dolor, trata de ignorar el hueco en su pecho y encender el auto.

El rugido del motor le hace despertar de cierta manera. Parpadea en un intento de aclarar su vista y a la vez alejar los pensamientos de su mente para dedicarse por completo a una sola tarea. Conducir. Debería de concentrarse en el olor a cuero o el aire fresco del clima y en nada más.

Salen del estacionamiento del hospital en dirección a donde ha sido su hogar en esos cinco años. Esta tan nervioso y concentrado en conducir que logra mantener su mente calmada. Sólo piensa en los semáforos cambiando de color, en el carril que debe de tomar, que debe de ahorillarse con tiempo, de colocar los señalamientos, de esperar su turno de cruza, de que no se le atraviese algo o alguien, de que no rebase el limite de velocidad y espejear para no atravesarse en el camino de otro conductor.

Ha conducido el auto del alfa tres veces con esta, y siempre lo ha sentido de la misma manera. Enorme. Siente que es demasiado lo que debe cuidar, su madre le había prestado un par de ocasiones su auto eléctrico, era pequeño, compacto y discreto. No como esta monstruosidad que llevaba ahora, tenia la sensación de que con el soplo del aire iba a rayar la pintura, pero era lo más discreto que su marido tenía en el estacionamiento.

Cuando llego al edificio donde estaba su departamento, una extraña sensación se instaló en la boca del estómago. Ansiedad. No del tipo de emoción o de la que sabes que se pasara pronto ni de la que surge por el café. Sino de la que te hace pensar un millón de cosas, una más horrenda y delirante que la otra pero se sienten reales y creíbles.

Cuando entro al estacionamiento y comenzó a aparcar, su mente dejó de estar alerta de la conducción para comenzar a divagar. Las ideas iban desde que Hyukjae lo alejaría, que regresaría con Julia o July o como sea que se llamara, que se iría o que cuando supiera que tuvo tres abortos y quedó estéril se divorciaria porque el Hyukjae que conoció hace ocho años quería ser padre.

—¿Estas bien?—La voz del alfa lo hizo saltar de su lugar.

Termino de estacionar y apago el auto. Estaba temblando y las lágrimas caían por sus ojos castaños a más no poder.

—Sí.—Responde mientras abre la puerta y sale del auto. Cierra y va a la cajuela para sacar la silla de ruedas (Era más práctico que muletas) junto con sus pertenencias del hospital.

Una vez la tuvo en sus manos se tomó el tiempo de calmarse, estaba siendo demasiado pesimista. Había un montón de películas y series donde uno de los protagonistas perdía la memoria y al final todo resultaba bien. Como esas donde salía Adam Sandler o Channing Tatum.

Pero eso era ficción y su vida no era una novela romántica con final feliz ¿o si?

Respiro profundo, se limpio las lagrimas y se dijo a sí mismo que si Hyukjae quería ir a vivir con él a pesar de ser un desconocido, estaba bien. Era un avance. Toma la silla de ruedas junto a lo que le queda de autocontrol y esperanza, abre la puerta del auto y ayuda a su esposo a subir a la silla. Tenía la pierna fracturada y el brazo esguinzado, así que el soportaba casi todo el peso. Cerró la puerta, colocó la alarma, hecho la llaves a su bolsillo y se fueron en dirección al elevador.

La primera vez Hyukjae lo había enamorado, en esta ocasión ¿Sería el turno de Donghae?

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