Capítulo 8 - Conejito 🐇

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Hyukjae tenía el teléfono en las manos, había estado leyendo los mensajes que solía enviarse con su esposo, todo en un intento de recordar o volver a esa relación. Eran melosos, serios y en algunas ocasiones podrían cociderarse clasificación madura. Abrió las fotografías, las vio una por una como si viera pedazos captados de su vida. Imágenes borrosas, imágenes de su trabajo, de fiestas familiares y de Donghae, había mucho de Donghae. Algunas mientras cocinaban con un delantal rojo y blanco a cuadros, otra en la playa caminando hacia el mar y los brazos alzados, en la cubierta de un yate con una copa de champán de adorno porque no tomaba alcohol, en un restaurante con una piña colada entre sus manos sonriendo y mostrando los dientes. Repaso cada una de los apartados, curioso  por ver algo de lo que perdió. Había imágenes de documentos capturas de pantalla de todo tipo de cosas, objetos, lugares pero siempre estaba Donghae, en fotos que el mismo le debió tomar sin pedirle permiso alguno. Se veía distraído y hermoso.

Y entonces la encontró, una carpeta con contraseña, frunció el ceño mientras veía como estaba bloqueada, no entendía solo eran fotografías. Pero lo más importante ¿Qué contraseña podría ser? Se pregunta mientras se frota el cabello con impaciencia. Lo primero en lo que piensa es en su cumpleaños pero eso sería demasiado obvio así que sigue tratando de averiguarlo cuando se da cuenta de que Donghae es quien más está en cada aplicación de su telefono así que quizá la contraseña sea de él o de ambos. ¿Sus fechas de cumpleaños? ¿Juntas? La idea de las dos fechas alternando un número de él y otro de su esposo podría desbloquear la carpeta. Lo hace, primero tantea el año de nacimiento de Donghae porque no sabe con exactitud cual es y justo en el tercer intento le atina. Pero solo es la primera contraseña de tres. Deja el celular sobre el escritorio con frustración. No entiende que es lo que hay ahí, como para tenerlo tan protegido, no es que tuviera mucho interes pero ahora que no puede desbloquearlo quiere hacerlo con más ganas y testarudez. Empieza a buscar, el siempre anota todo en una libreta negra de cuero que ¡Quién sabe donde está! O quien sabe si aún exista siquiera. Debió de rendirse pero no lo hizo, el miedo de que quizá mañana olvidara que deseaba con fervor esa libreta lo detuvo.

La busco, primero hora y media,que fue lo que duró abriendo y cerrando cajones de su escritorio hasta que dio con ella, era la misma de hace quince años, se sorprendió a sí mismo por semejante descubrimiento. Pasó las hojas y encontró anotaciones referente a la carpeta y las contraseñas o las que debían de ser.

¿Que...? Todo después de la mitad que recordaba más o menos eran un montón de números claves y flechas que su cerebro no recordaba, hasta comenzaba a dolerle. Era tan difícil para su yo actual poner "Carpeta de galería; contraseña 1,2 y 3", al parecer si. Resoplo molesto y llamó a su enfermera.

—¿Necesita algo?—Entra apurada y hace una rápida reverencia con un libro en la mano en espera de su respuesta.

—Revisa si esta despierto y dile a mi esposo que venga.—La mujer asiente y se va. Hyukjae vuelve a deslizar la pantalla, le da click a la carpeta y pone la primera contraseña, después teclea sin pensar y coloca la segunda y finalmente la tercera. Los números vinieron a su mente con solo mover los dedos, como si estuvieran ahí escondidos en espera de que lo necesitaran. Cumpleaños, cuentas bancarias, números de telefonos.

Pero ni siquiera logro sorprenderse por su logro cuando la primera imagen apareció. Le estaba dando un trago a un vaso de agua natural cuando casi se atraganta. Unas largas piernas son las protagonistas de la imagen o al menos las que más se ven, en el fondo habia un torso delgado, piel blanca y el rostro de Donghae sonrojado con la mirada dilatada, le da a la imagen siguiente y son ellos dos frente al espejo. Desnudos, en medio del acto. Su miembro despierta casi por completo al pensar, por primera vez en Donghae como alguien erótico. Sexual.

—¿Me llamabas? Hyukjae.

Y es como si la imagen tomara forma frente a él porque su esposo no llevaba nada más que un short de lino corto cuando entro al despacho mas dormido que despierto. Sólo le cubría unos centímetros de los muslos y le llegaba a la cadera, era el ser más exquisito que había visto en su vida. Y los pensamientos que tenía en ese momento solo lo hicieron avergonzarse.

—Le dije que te llamara si estabas despierto—Resopla molesto. No mucho porque el cabello revuelto de Donghae lo hacía ver adorable, lo que por alguna razón le daba calma.

—Toco a mi puerta y me pregunto si aún no me había dormido—Rio por lo bajo y se acercó al escritorio. La luz caía sobre el como una cascada haciendo que cada parte de su ser fuera claramente visible. Era delgado pero con los músculos marcados sutilmente, piernas fuertes y un abdomen de envidia, pectorales prominentes, clavícula marcadas y una silueta angelicales esa piel dorada. Hyukjae no quiere admitir que se siente orgulloso de sí mismo, de su yo que no recuerda, por haber conseguido a semejante omega como su esposo. Era joven y perfecto, tan dulce y agradable.

—Donghae—Hyukjae saborea el nombre, se siente como si lo repitiera tantas veces. Pero cuando habló, sonó como un silbido por lo bajo acompañado de un toque de urgencia.

Los ojos castaños brillaron cuando se dio cuenta de la situación. El rubio conocia ese tono de voz perfectamente.

—¿Qué sucede?—Rodea el escritorio hasta estar a lado de su esposo quién seguía con el yeso en la mano y en la pierna izquierda, llevaba una pijama a juego de color gris Perla y su cabellos oscuro habían sido peinado hacia atrás con los dedos.

Donghae vio el teléfono en la mesa y la imagen en la pantalla, sus ojos recorrieron lentamente el camino topándose con la erección dentro de los pantalones de su Hyukjae y subio hasta finalmente dar con su rostro, estaba completamente rojo y no lo volteaba a ver.

—Quería preguntarte sobre mi libro de cuero.—Traga saliva con fuerza, aferrando la mano buena al posabrazos de la silla.

Donghae conocía a su marido a pesar de que el otro no lo supiera, sabía que significaba cada gesto, cada acción, cada pequeño movimiento. Estaba avergonzado por excitarse, le parecia divertido.

El omega se subió en el escritorio frente a Hyukjae casi de un salto. Donghae deja caer sus piernas entre las del alfa. El cual alzó la vista sorprendió por la acción y la agilidad.

—¿Sabes como me siento al saber que quieres verla?—No dice el nombre porque ambos saben de quien habla.

Donghae apoya el pie en el muslo ajeno, lo acaricia con suavidad hasta llegar a la entre pierna, donde sin titubeos presiona la erección haciendo gemir al alfa. Sintiendo su propia excitacion despertar.

—Lo siento—Jadea sin aire, tiene las pupilas dilatadas y lod colmillos asomándose entre sus labios. Se inclina hacia el omega hasta que su frente cae en la rodilla de este y con ambas manos lo toma de la pantorrilla.

Donghae no sabe de dónde saco el valor para hacer eso pero no se arrepiente, quizá fue el hecho de saber que provoca algo en Hyukjae, e iba aprovechar cada pequeña reacción para acercarse de nuevo a su esposo.

—No la veras de nuevo—Ordena con el miedo y la seguridad mezclados de manera extraña. La única respuesta que tiene son las manos de Hyukjae colándose entre sus piernas.

—Me estas amenazando—Alza el rostro, perdido en el placer por el pequeño masaje en circulos sobre su miembro.

—Es una orden—Hyukjae no entiende porque pero esa fiereza del omega al plantarse así frente a él le provoca un escalofrío de placer. Deseo que lo consume ardiendo y una necesidad de obedecer, de satisfacer cualquier cosa que Donghae le pidiera. El tenía treinta y siete años, tener un esposo de veinticuatro era casi un lujo, así que se esforzará en tenerlo a su lado.

Estaba seguro que lo iba a amar de nuevo a su joven esposo, al fin vio lo que debió de haberlo vuelto loco, el haría lo posible para no hacerlo sentir esa melancolía y que su carácter fuerte siguiera ahí.

—De acuerdo.

Si Hyukjae tubo dudas sobre amar a Donghae de nuevo desaparecieron cuando lo vio sonreír satisfecho de sí mismo.

—Mi conejito travieso—Con esas palabras la imagen de un disfraz de Halloween se colo en su mente, un recuerdo de su marido siendo un malcriado con el disfraz mas obsceno y como el se excitaba con ello.

Los recuerdos estaban apareciendo...

Se besaron, en la penumbra de la noche con nuevos deseos y promesas para su matrimonio. Ambos en una visión diferente pero con el mismo fin, permanecer juntos y darse lo mejor en su propio sentido.

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LOST (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora