Prólogo

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El fuerte sonido de un golpe se transforma en nada más que estática, hay una luz cegadora, gritos y un dolor de cabeza insoportable que le llega hasta los molares y la clavícula. Cuando despierta, la confusión lo azota como un remolino, no sabe de dónde viene o a donde va, que debe de hacer ni siquiera donde está. Por unos segundos se siente tan perdido como si estuviera en una isla desierta rodeado de miles de kilómetros de agua, nada a su alrededor y nada que pueda hacer.

Hyukjae se siente desorientado de una manera nueva, tarda unos segundos que le parecen eternos en poder distinguir el cuarto del hospital, se siente orgulloso de sí mismo al saber lo que es, una sensación de pérdida y oscuridad lo ponen inquieto, aún no está seguro de a que se debe. Siente que la cabeza le va a explotar, la pierna derecha le duele desde la rodilla hasta el tobillo, se siente como si un camión le hubiese pasado por encima en más de una ocasión, e incluso el tener los ojos abiertos le cuesta demasiado.

Y lo siente. No sabe que fue lo que percibió primero, si el tacto en una de sus manos, o el aroma a brisa de mar. Sus ojos oscuros se dirigen hasta la mata de cabello rubio que se encuentra al costado de su cama, hebras doradas caen en cascada, y unos dedos largos y delgados le envuelven la mano con firmeza. Algo brilla, parecen ser anillos.

-Mhmm-Un murmullo se escucha, proveniente de la mata de cabellos rubios, saca la mano del delicado agarre y lleva los dedos hasta las hebras doradas, los hunde y frota las llemas contra el cuero cabelludo. No sabe la razón pero siente que es realmente común, de alguna manera le reconforta, lo tranquiliza como una anestesia en ese abismo de dolor que grita su cuerpo.

El joven rubio se mueve, se incorpora lentamente. Haciendo que su mano caiga a la cama, apartándose de esa mata de cabellos dorados, un enorme suéter azul cielo le cubre, se talla los ojos y lo voltea a ver.

Cafés, marrones y oscuros. Sus ojos brillaban, se cristalizaron en unos segundos mientras las pálidas mejillas adquirían un rubor suave.

Hyukjae no pudo evitar observar al chico, fueron unos solos segundos pero su mirada capto cada parte del rostro de aquel desconocido. Tenía una nariz recta, una mirada nostálgica y cargada de emociones, pómulos ligeramente marcados, labios delgados pero con una forma perfecta, un rostro alargado y delgado, el cabello rubio caía como una maraña de hilos, aún así solo había una sola palabra con la que lo pudieras describir.

Hermoso.

Y no le hacía justicia.

-Hyukjae-Su nombre, al salir de los labios del otro se escuchaba aún más exquisito e incluso tierno.-¡Has despertado!-Sonríe ampliamente, tenía una sonrisa encantadora. Todo él parecía serlo. ¿Quién es?

Omega. Era un omega, percibió las feromonas que su cuerpo soltó por la excitacion, por esa felicidad y alegría que parece embargarlo. No pudo reaccionar con rapidez, en realidad el dolor parecía mudo y lo tenía entumecido, así que apenas y logró parpadear cuando un par de manos lo tomaron de las mejillas mientras el chico rubio se acercó a él para besarlo. No se resistió, separo los labios y recibió el gesto sin negarse, algo no lo dejaba. Además, fue un toque rápido, como un saludo de felicidad.

Las enfermeras llegaron. No sabe quien las llamo, tal vez el chico o algún tipo de alarma que les indicaba su estado, quizá habían escuchado que su corazon le retumbaba hasta los oidos. Pero cuando ellas llegaron, apartaron al omega de su lado. Le pidieron que se mantuviera al margen mientras llegaban a revisarlo. En cuanto el toque y cercanía del rubio desapareció, el dolor y ansiedad lo invadieron de nuevo, como si acabarán de reventar una burbuja.

El dolor se volvía tan insoportable que las lágrimas le caían por las mejillas, le palpitaba cada parte del cuerpo, en carne viva. Como si agonizara lentamente sin llegar a morir. Cerca del abismo pero sin la paz de este, cuando la doctora entró se apiadó de él, la morfina le recorrió el cuerpo como una oleada de paz, dejándolo perdido en las nubes con imágenes flotando en su mente. Por alguna razón, ese par de ojos marrones no se iban de su cabeza y le daban algo de paz.

Cuando volvió a despertar debió de tener otro tipo de cedante encima, el dolor era soportable y estaba más consciente, salió lentamente de su ensoñamiento. Esta vez había alguien más en la habitación, su madre. La mujer que le dio la vida estaba sentada en un sofá, parecía inmersa en lo que sea que tuviera en las manos, y donde estuvo la última vez, el chico rubio seguía ahí, al costado de la cama, pendiente de él.

Quiere hablar, gritar de ser posible pero no puede. Siente la garganta seca y no tiene fuerza para nada. Logra que un quejido salga de su boca y ambos presentes lo ven de inmediato, y como si hubiera llamado a las enfermeras están llegan cual ráfaga. Lo invitan a hablar, la lengua se le traba y en otras ocasiones no puede terminar las oraciones pero después de lo que parece una eternidad, lo logra.

Y comienza el interrogatorio.

Les hace un millón de preguntas, o el lo siente de esa manera y mientras avanza el cuestionamiento, la alegría se borra del rostro del omega y es sustituida por preocupación. Las primeras preguntas le parecieron fácil. "¿Cómo te llamas?" "¿Cual es tu fecha de nacimiento?" "¿Donde estudiaste?" "¿A que te dedicas?"

Pero cuando las preguntas se volvieron más complejas, supo que algo iba mal. "¿Estas en una relación?" Sí "¿Cuál es el nombre de tu pareja?" Juliet "¿Estas casado?" "No, comprometido." Entonces la enfermera la dijo lo que sus instintos ya le habían avisado.

-¿Conoces al joven?-Señala al rubio quien se ve destrozado. Quieto y pálido como una estatua, como un fantasma observando una escena que le desgarra desde el interior.

-No-Le duele decir las palabras. Siente el lazo palpitar, como su corazón pero debe decir lo que recuerda, es su cabeza la que es un desastre.

-Es tu esposo.-La enfermera le sonríe con demasiada comprensión. Sabe que su lazo de alfa y omega ya se lo dijo pero aún así habla. Hyukjae quiere conocer al chico pero no puede. Siente como si algo se perdiera pero sus instintos están intactos. La sensación es confusa, agobiante y el dolor que siente lo ciega de sobremanera.

El doctor se acerca y le dice que es demasiado para procesar, que descanse. El omega sale de la habitación y el alfa tiene la necesidad de ir tras el, pero su mente no encuentra una razón y su cuerpo esta débil. Le administraron un poco de sedante, el dolor de cabeza y del resto del cuerpo se calma. El blanco cegador es lo último que vislumbra antes de volver a caer en la nada. Perdido en la morfina y un poco más. La gravedad había pasado, ahora solo debía de sobrellevar y deshacerse de las secuelas.

Pero ¿cuales son las secuelas reales? ¿La perdida de años de su vida o la perdida de algo más importante?

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Vengo con una historia nueva porque si no escribo lo que hay en mi mente simplemente no escribiré nada.

Esta historia si la tengo visualizada y más planeada que otras. Se que rumbo llevara y espero les guste.

Les quiero mucho y cuídense.

🤍

LOST (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora