Sangre II

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Cada grito de dolor y el sonido de la sangre goteando al suelo es una tortura para ella. Su pulso se acelera, siente náuseas y una opresión en el pecho, pero se esfuerza por mantener la compostura. El personal médico se encuentra desplegado en un frenesí de actividad. La enfermera, a pesar de su fobia paralizante a la sangre, se acerca con cautela al paciente desangrándose rápidamente.

Es un hombre mayor, está desangrándose rápidamente debido a una herida profunda en su abdomen.

—¡Necesitamos detener esta hemorragia ahora mismo! —grita uno de los doctores, con urgencia en su voz.

La enfermera, con las manos temblorosas, intenta aplicar presión en la herida del hombre mayor. Sin embargo, el miedo paralizante que la invade dificulta su tarea.

—Tranquila, respira profundo. Tienes que hacerlo, eres la única que puede ayudarlo en este momento —se dice a sí misma en un susurro.

La sangre fluye libremente entre sus dedos mientras lucha por contener el pánico que amenaza con abrumarla. Las lágrimas amenazan con escaparse de sus ojos, pero se obliga a mantener la compostura.

En otra habitación, otra enfermera se encuentra asistiendo en un parto de emergencia. La mujer embarazada sufre una hemorragia interna, y la situación es crítica.

— ¡Empuja! ¡Ya casi lo tienes! —grita la enfermera, tratando de transmitir calma y seguridad a la mujer.

El sufrimiento de la paciente se entrelaza con el pánico palpable del personal que no entiende cómo puede estar pasando semejante suceso con todos los pacientes. Sin embargo, se esfuerzan por mantener la calma y concentrarse en su labor.

— Estás haciendo un trabajo increíble, estás a punto de traer vida a este mundo —le dice a la mujer en un intento de mantener la confianza.

La mujer llora y grita sin poder articular palabras, en su mente solo está el hecho de dar a Liz a su bebé y comprobar que está sano.

Mientras tanto, otros miembros del personal médico luchan por contener la situación. Algunos doctores se enfrentan a pacientes desangrados con una calma aparente, pero sus ojos reflejan el miedo y la desesperación. Otros enfermeros, aunque también aterrados, tratan de mantener la calma y asistir a los pacientes sin mostrar debilidad.

La enfermera con fobia a la sangre escucha a sus compañeros y compañedas dar loejor de sí para salvar a todas esas personas que están sufriendo, por lo que apesar del miedo que la consume, la enfermera se esfuerza por brindar el mejor cuidado posible a los pacientes. A medida que el caos y la urgencia llenan la sala de emergencias, su valentía y determinación se convierten en una luz en medio de la oscuridad. Aunque su fobia es un desafío constante, sigue adelante, sabiendo que la vida de aquellos que dependen de ella está en juego.

La enfermera, sintiéndose atrapada en una pesadilla, se aferra a la esperanza de que todo esto sea solo una ilusión. Pero a medida que la noche avanza, la realidad se vuelve cada vez más aterradora. Los pacientes continúan desangrándose sin control sin importar lo que hagan, el suelo se tiñe de rojo y el hedor metálico de la sangre llena el aire. El hospital se ha vuelto un caos, entre los sollozos de terror y agonía de los pacientes y el personal médico entrando en desesperación cada minuto que pasa.

La enfermera lucha por mantenerse en pie, su mente se nubla con el terror. Cada grito de dolor, cada visión de sangre, es como un golpe directo a su fobia. Siente que su cordura se desmorona lentamente mientras se enfrenta a la pesadilla más aterradora de su vida.

La enfermera se encuentra inmersa en una pesadilla de la que no puede despertar. Su fobia a la sangre, alimentada por el horror que la rodea, distorsiona su percepción de la realidad. Cada gota de sangre que ve desencadena una reacción visceral de miedo y repulsión, la línea entre lo real y lo irreal se desdibuja peligrosamente.

Mientras se enfrenta a los pacientes desangrándose, la enfermera lucha por mantenerse firme, pero su mente juega con ella. El goteo de sangre se convierte en un torrente incontrolable, las heridas se agrandan y las habitaciones se llenan de un océano carmesí. Las sombras se retuercen y danzan a su alrededor, tomando formas grotescas y amenazantes.

El miedo la empuja al borde de la locura, pero también le otorga una sensibilidad sobrenatural. En medio de la confusión y el caos, la enfermera percibe destellos de figuras etéreas que se desvanecen rápidamente, como si estuviera presenciando las almas vengativas que se esconden en la oscuridad. Voces le susurran al oído, palabras ininteligibles que parecen provenir de otro mundo.

La realidad y la fantasía se entrelazan, lo que es palpablemente real para la enfermera puede ser invisible y absurdo para los demás. En su mente aterrada, los pacientes se convierten en criaturas grotescas y deformes, sus heridas se abren como bocas hambrientas que ansían más sangre. La sala de emergencias se transforma en un escenario infernal, donde la vida y la muerte se confunden en un macabro ballet.

El terror abrumador de la enfermera la lleva a dudar de su propia cordura. ¿Es esto una pesadilla cruel o una realidad distorsionada? No puede escapar de las imágenes impactantes y de su fobia paralizante, pero también siente que hay algo más oscuro y siniestro en juego. La sensación de estar atrapada en un sueño lúcido, donde no puede distinguir entre la realidad y su propia imaginación, la consume lentamente.

A medida que emergencia se intensifica, la enfermera se encuentra en una encrucijada. ¿Debería enfrentar sus miedos y arriesgarse a ser consumida por el horror que la rodea, o debería rendirse ante la locura?

En ese mundo distorsionado por la fobia y el terror, el tiempo parece estirarse y encogerse, creando una sensación de eternidad. Cada segundo se vuelve una tortura interminable, cada latido del corazón parece un eco lejano en medio del caos. La enfermera lucha por encontrar la fuerza para seguir adelante, pero su mente y su espíritu se desgastan bajo la presión abrumadora.

Las voces de sus compañeros se oyen lejanas, siente que le hablan pero es una voz distante, le cuesta enfocarse y hace todo por puro instinto.

La enfermera se encuentra atrapada en un torbellino de terror, incapaz de escapar de la pesadilla en la que se ha convertido su lugar de trabajo. ¿Logrará superar su fobia y salvar a los pacientes? ¿O será consumida por el horror que la rodea?

Está ahí, de pie en el pasillo, deseando que la pesadilla que está viviendo en el hospital termine pronto para ir a casa, sin saber que afuera se ha vuelto peor.

Está ahí, de pie en el pasillo, deseando que la pesadilla que está viviendo en el hospital termine pronto para ir a casa, sin saber que afuera se ha vuelto peor

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El espejo de la mente rota: Entre la razón y la locuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora