Industrial

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El viento sopla suavemente, provocando que las hojas suenen entre los árboles cercanos a la antigua fábrica. Una mujer mayor, de cabellos grises y mirada cansada, camina lentamente hacia la entrada principal. Sus manos tiemblan ligeramente mientras se prepara para abrir las puertas de aquel lugar que tanto la atormenta.

La fábrica, una vez próspera y llena de vida, ahora es solo un fantasma de su antiguo esplendor. Ahí, hace años, ocurrió un desastre industrial que ha dejado cicatrices imborrables en la memoria de la mujer. Un escape químico, liberando gases tóxicos y contaminantes, había causado la muerte de muchos de sus compañeros de trabajo y había dejado secuelas físicas y emocionales en ella. Desde entonces, los recuerdos la persiguen como una sombra implacable.

A pesar de su angustia, vuelve a trabajar en la fábrica porque, como una mujer de la tercera edad con pocos estudios, no encuentra oportunidades laborales en otro lugar. Y así, con el corazón lleno de temor, se adentra en aquel edificio de ladrillos desgastados.

La mujer mayor, vestida con una falda oscura y desgastada, una blusa blanca arrugada y un chaleco gris, llega al casillero junto con otras trabajadoras. El lugar está iluminado por una tenue luz fluorescente, que acentúa las arrugas en sus rostros y crea sombras ominosas en los rincones más oscuros.

Al abrir su casillero, se desprende de su ropa de trabajo y se cambia en un uniforme de la fábrica. El nuevo atuendo es una bata gris y descolorida, con manchas de suciedad y grasa que parecen impregnadas en la tela. Se mira al espejo, su reflejo muestra el cansancio y el tormento que ha sufrido a lo largo de los años.

Mientras se viste, observa a las que la rodean en el área de cambio de ropa de mujeres. Sus rostros están pálidos y demacrados, con ojeras profundas que resaltan en la penumbra del lugar. Sus ropas, al igual que las suyas, están desgastadas y sucias, como si hubiesen sido arrastradas por años de trabajo en condiciones adversas.

La mujer marca su turno de llegada en un viejo reloj de fichar, que emite un sonido chirriante al registrar su presencia. Mientras lo hace, nota con inquietud que no reconoce a ninguno de los compañeros que están marcando también. Todos son caras nuevas, jóvenes y inexpresivas, que parecen estar atrapados en un trance.

Una sensación de inquietud se apodera de la mujer. Se pregunta qué ha pasado con los compañeros que trabajaban; los que sobrevivieron, en la fábrica antes del desastre industrial. ¿Dónde están ahora? ¿Quiénes son los desconocidos que hay a su alrededor? El aire dentro de la fábrica es espeso y cargado, como si una presencia malévola se hubiera adueñado del lugar.

La mujer siente un escalofrío recorrer su espalda mientras se adentra en la fábrica. Hay una opresión en el aire, una sensación de peligro inminente que no puede ignorar. Sus pasos son lentos y cautelosos, pero no puede evitar sentir que está siendo observada por ojos invisibles.

A medida que avanza por los pasillos oscuros y polvorientos, su respiración se vuelve entrecortada y sus sentidos se agudizan. Los murmullos inquietantes parecen surgir de las paredes, amenazantes, a su alrededor.

En un rincón olvidado, encuentra una vieja fotografía que ha permanecido allí desde el fatídico día del desastre industrial. La imagen muestra a sus antiguos compañeros de trabajo, sonrientes y llenos de esperanza. Sin embargo, la mujer no puede evitar notar que cada rostro en la fotografía se distorsiona de manera macabra, como si los espíritus de aquellos que perdieron la vida en el desastre se manifestaran en ella.

La mujer se siente pequeña e insignificante en aquel vasto y tenebroso lugar. Sus pensamientos se llenan de dudas y temores, mientras se pregunta si ha cometido un error al regresar a este infierno silencioso. Pero ya es demasiado tarde para dar marcha atrás. El destino la ha llevado de vuelta a la fábrica, y ahora deberá enfrentar las consecuencias de su decisión.

Con el corazón lleno de angustia, la mujer continúa su camino, sin saber qué horrores la aguardan en las profundidades de la fábrica.

Mientras trabaja en la fábrica, las imágenes del desastre industrial pasado se mezclan con la realidad, creando una distorsión perturbadora en su mente.

De repente, la mujer se encuentra rodeada de humo y gases tóxicos, que llenan el aire y queman sus pulmones. Su corazón se acelera, su respiración se vuelve entrecortada y su cuerpo tiembla incontrolablemente. Las voces de sus compañeros muertos resuenan en sus oídos, llenando su cabeza con gritos y lamentos desgarradores.

Sus movimientos se vuelven torpes y temblorosos, como si estuviera reviviendo el caos y la tragedia una y otra vez. La mujer se tambalea, se aferra a las máquinas y las paredes en un intento de encontrar estabilidad en un mundo que se desmorona a su alrededor.

Los otros trabajadores, desconcertados y asustados, observan a la mujer con miedo y preocupación. Algunos se alejan, temerosos de que su angustia se propague como un virus. Otros, más compasivos, tratan de acercarse y brindarle apoyo, pero su presencia solo parece agravar el caos que consume a la mujer.

Los rostros de sus compañeros se contorsionan en expresiones de horror y confusión mientras la mujer se retuerce y grita en medio de su tormento interno. La fábrica, una vez silenciosa y monótona, ahora se llena de un aire pesado y opresivo, como si estuviera impregnada de los traumas de la mujer.

La mujer lucha por mantener la cordura, por separar la realidad de las pesadillas que la persiguen. Pero sus esfuerzos son en vano.

Mientras tanto, los trabajadores que la rodean se enfrentan a la angustia de presenciar la agonía de la mujer. No saben cómo ayudarla, cómo calmar la tormenta que la consume. Se sienten impotentes frente a un enemigo invisible y despiadado que ha tomado el control de su compañera.

La fábrica, que alguna vez fue un lugar de trabajo y producción, se ha convertido en un escenario macabro donde los demonios del pasado se manifiestan y torturan a la mujer mayor. El terror y la desesperación se entrelazan, creando una atmósfera asfixiante que parece alimentarse de la miseria de la mujer y de aquellos que la rodean.

 El terror y la desesperación se entrelazan, creando una atmósfera asfixiante que parece alimentarse de la miseria de la mujer y de aquellos que la rodean

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El espejo de la mente rota: Entre la razón y la locuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora