Apocalipsis

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Después de un largo día de trabajo una abogada regresa a su departamento, sintiéndose exhausta y anhelando un poco de paz y tranquilidad. Al abrir la puerta, sus ojos se encuentran con los penetrantes ojos verdes de su majestuoso gato, un Maine Coon, cuyo pelaje denso y suave en tonos grises y blancos contrasta con la oscuridad del apartamento. Recuerda el día en que lo rescató, sus antiguos dueños lo habían abandonado por ser demasiado grande, estaba descuidado y sumamente herido, le costó mucho tiempo y esfuerzo sanarlo.

Ambos comparten una conexión especial. El gato siempre está presente, rodeándola con su presencia reconfortante. La abogada se deja acariciar por su suave pelo mientras trabaja en su escritorio, y el gato se acurruca en sus pies durante las noches solitarias. Es una relación basada en la lealtad y la compañía mutua.

Pero esa noche, mientras la abogada se adentra en su departamento, siente una inquietante sensación que recorre su espalda. El ambiente parece cargado de una extraña energía, como si el aire mismo supurara un mal presagio. El gato, normalmente tranquiloy dócil, arquea su espalda y lanza un gruñido suave hacia la calle.

La abogada intenta ignorar su creciente inquietud, pero una serie de golpes fuertes en la puerta principal interrumpen su intento de calma. El sonido es ominoso y lleno de amenaza, como si algo peligroso estuviera al acecho en el otro lado. El gato se escabulle debajo del sofá, sus ojos verdes fijos en la puerta.

—¿Qué está pasando? —susurra la abogada, su voz temblorosa mientras se acerca a la puerta.

Los golpes en la puerta se intensifican, acompañados de gemidos guturales y arrastrados que hielan la sangre. La abogada retrocede, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. El miedo se apodera de ella, una sensación paralizante que la deja incapaz de actuar.

—No puede ser, imposible... —murmura, tratando de convencerse a sí misma de que está en medio de una pesadilla cuando la idea de lo que está afuera se le presenta.

Pero la realidad es implacable. La puerta cede bajo la presión, revelando una horda de criaturas retorcidas y desfiguradas. Son zombies, con piel pálida y desgarrada, ojos muertos y dientes afilados que se asoman entre labios putrefactos.

La abogada grita, su voz llena de horror mientras retrocede hacia el interior del departamento. El gato, ahora en estado de alerta máxima, emite un gruñido amenazador y se abalanza sobre uno de los zombies intentando protegerla, arañando y mordiendo con ferocidad. Pero es una batalla perdida.

—¡Nooo! —grita ante su horrible realidad.

Mientras los zombies avanzan, la abogada se encuentra acorralada en una habitación, su única salida bloqueada. Puede sentir la respiración rancio de los muertos vivientes en su nuca, y la desesperación se apodera de ella en un torrente de terror.

Las garras de los zombies se aferran a sus brazos, sus dientes se hunden en su carne. La abogada lucha con todas sus fuerzas, pero es inútil. El dolor es insoportable, cada mordisco y arañazo es un tormento que la sumerge en una oscuridad aterradora.

Mientras la vida se desvanece lentamente de su cuerpo, la abogada cierra los ojos y piensa en su fiel compañero, el gato que siempre ha estado a su lado. En ese último momento, siente una mezcla de tristeza y gratitud, sabiendo que nunca estará sola en la oscuridad.

Y así, en medio de ese aspocalipsis zombie, el destino trágico de la abogada y su gato queda sellado, dejando solo el eco de sus gritos y la sombra del horror que se cierne sobre el mundo.

Para su propia sorpresa la abogada y su gato, convertidos en zombies pero aún conscientes, se encuentran en un estado de confusión y horror. A pesar de su apariencia desfigurada, conservan la claridad mental suficiente para recordar su vida pasada y razonar sobre su situación actual.

En medio del caos y la oscuridad del mundo que los rodea, la abogada se da cuenta de que están frente a un brote zombie. La televisión milagrosamente sigue funcionando aunque tiene la pantalla rota, ahí escucha que ese brote zombie es aislado, y que las autoridades están buscando la manera de rescatar a los sobrevivientes para luego encargarse de la eliminación de estos zombies, ya que ess crucial para evitar la expansión de la plaga. Si logran destruir a todos los zombies presentes, la humanidad podría tener una oportunidad de sobrevivir.

Con determinación, la abogada y su gato se adentran en las calles infestadas de zombies. Su objetivo es claro: acabar con cada uno de ellos antes de que puedan infectar a más personas. Después de todo ya que se ha convertido en zombie no la atacarán, en cuanto a la razón para hacerlo, siente que necesita un propósito para no sucumbir a la locura y sobre todo... el hambre. A pesar de su aspecto grotesco y su deterioro físico, se mueven con sigilo y cautela, aprovechando la ventaja de que los otros zombies no los consideran presas.

El ambiente es sombrío y desolado. Los edificios en ruinas y los escombros en las calles son un testimonio del caos que ha consumido a la humanidad. Los gemidos y gruñidos de los muertos vivientes llenan el aire, creando una atmósfera opresiva y lúgubre.

La abogada y su gato avanzan lentamente, atacando a los zombies uno a uno. A pesar de su propia descomposición, no muestran miedo ni dudan en enfrentarse a sus enemigos. Los gruñidos y maullidos de la abogada y su gato se mezclan con los gemidos de los zombies, creando una cacofonía macabra. Por camino no hallan a ningún humano, la abogada no sabe si es que se han escondido, los han rescatado o quizás perecieron.

A medida que avanzan, la debilidad se apodera de ellos. Sus cuerpos se desmoronan lentamente, y cada movimiento se vuelve más torpe, sus instintos claman por comer, por devorar los restos que están en el suelo y que otros zombies estaban devorando antes. Sin embargo, la abogada y su gato continúan luchando, conscientes de que su sacrificio es necesario para intentar salvar a la humanidad.

Finalmente, cuando ya no pueden mantenerse en pie, la abogada y su gato se miran con una mezcla de tristeza y satisfacción. Han hecho todo lo posible para eliminar a los zombies y evitar la propagación de la plaga.

A medida que su existencia se desvanece, el mundo cae en silencio. Los zombies desaparecen en la oscuridad, incapaces de encontrar nuevas víctimas para alimentarse. La abogada abraza a su gato por última vez, mientras el minino se acurraca y hace un intento de ronroneo, unos segundos después están convertidos en polvo.

 La abogada abraza a su gato por última vez, mientras el minino se acurraca y hace un intento de ronroneo, unos segundos después están convertidos en polvo

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Ya casi termina octubre y con eso esta antología. El último capítulo será el 2 de noviembre.

El espejo de la mente rota: Entre la razón y la locuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora