Tic-Tac

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Tom:

 Estaba en la oficina revisando la agenda del día, pero mi mente estaba en otro lugar. Antonella notó mi preocupación y me preguntó si había problemas entre María y yo. Quería tranquilizarla y evitar que se preocupara innecesariamente.

- María es el bálsamo perfecto para mi vida. Mi problema no es ella... no te preocupes. Escucha, déjame ver lo de hoy con calma y luego nos ocuparemos de todo. Estaré ocupado; en unos minutos, tengo una reunión con Erick - 

Le expliqué mientras me preparaba para la reunión que tenía programada.

En realidad, mi preocupación estaba relacionada con la propuesta que Alessandro me había hecho sobre la empresa en Milán. Sabía que tenía que hablar con Erick al respecto y encontrar una solución que satisficiera a todos.

- Ya sé qué sucede... Tom, ya te dije la semana pasada. La gente aquí viene a trabajar, se toma su tiempo de almuerzo, regresa a trabajar y se retira a la hora que debe. Tú, mi amigo, llegas antes que todos, ¡no sales a almorzar, casi siempre lo haces aquí mismo, te vas después de todos, trabajas desde tu casa, te tomaste vacaciones, y seguías trabajando desde Texas, fuiste a buscar a María y te quedaste unos días con ella, te casaste! ¡Por el amor de Dios hombre! Tuviste tu matrimonio desde Texas, pero jamás dejaste de ayudarme, ni un día de los que estuviste allí, cada mañana trabajaste a la distancia conmigo... ¡Es demasiado! Ya está, puede que seas quien nos da los mejores negocios, sí... pero no de esta manera, son tres dueños, ¡no uno solo! ¡Cada persona que trabaja aquí se toma su licencia de matrimonio, se va de luna de miel, o lo que fuera... tú no! Cada día que estuviste fuera de la empresa, trabajaste igual, desde donde fuera... tienes que poner un límite, porque estás malacostumbrando a Blanca y Nancy -

La oficina estaba inmersa en un silencio tenso mientras Antonella descargaba su frustración en mí. Sus palabras eran un torrente de lamento acumulado, una cascada de verdades que chocaban contra mi conciencia. El semblante serio de Antonella dejaba claro que había estado reflexionando sobre este tema durante un buen tiempo y finalmente había decidido confrontarme.

- Lo sé y te agradezco la preocupación... lo estoy considerando seriamente -

 Respondí de manera amable, consciente de que debía tomar en serio las sugerencias de Antonella.

- Pues considerarlo más, hasta mi esposo tiene un director en su empresa y trabaja menos horas que yo, ¿por qué crees que yo comenzaré a trabajar medio día? ¡Porque va a matarme! Un día tendrás una familia y te la perderás por estar aquí - 

Antonella seguía expresando su punto de vista con preocupación mientras se ponía de pie para marcharse. Sus palabras resonaron en mí, recordándome que había aspectos importantes en la vida más allá del trabajo.

- Tenías un almuerzo con unos proveedores para hoy, pero te vi llegar con esa expresión de pocos amigos, y lo pospuse para dentro de dos días. Los demás vamos bien, William me dijo que ya le envió por correo a María lo que tiene que hacer esta semana. El área de finanzas pasará los informes que pediste después del almuerzo... así que tendrás un día un poco más relajado. Vete a almorzar con tu esposa, moví todo para que te vayas. Juro que si te veo comiendo una vez más en esta oficina, yo misma llamaré a María para que te saque de aquí -

Melissa llegó después de que Antonella se fue y me hizo reír. Era genial y acomodaba todo a la perfección. Era muy eficiente y siempre se adelantaba a lo que yo quería. Me recordaba a María cuando era mi asistente. La diferencia era que mi muñeca se adelantaba a todo para que yo no tuviera que pedírselo, evitando así que la llamara la oficina.

- Te agradezco... iré a almorzar a casa. Tengo una reunión con Erick, apenas llegue, hazlo pasar. Hoy nos iremos a la misma hora que todos, y si nos queda algo pendiente, lo veremos mañana.

Ahora... túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora