La propuesta I

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No era fácil conciliar el sueño después de un día tan largo y con tantas emociones fluyendo. Dejó de dar vueltas en la cama y con la mirada pegada al techo dejó que salieran las lagrimas que llevaba aguantando todo ese tiempo. Debía permitirse esa debilidad para poder seguir adelante el día siguiente. Los recuerdos de las palabras de Armando pasaban en ráfaga por su mente. ¿Qué tan inconsciente llegaría a ser ese hombre para que tratara de convencerla con palabras vanas después de todo lo vivido? Anhelaba que hubiese entendido el mensaje y dejara de hostigarla y perseguirla. 

Mañana empezaría realmente su misión como presidente de Ecomoda y no iba a dejar que nada le estropeara sus planes. Debía tener muchas conversaciones incómodas, debía empezar a rodearse de aliados idóneos, como Catalina y Nicolás, pero realmente la necesitaba a ella. Tenerla de su lado era una ganancia enorme que le permitiría el surgimiento de su estrategia. Con ese pensamiento fue cayendo lentamente en un sueño profundo en el que los ojos cuestionadores de Marcela paseaban constantemente por su mente y por sus sueños.

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Con el paso de los años y la experiencia de mantener una relación con un hombre como Armando, Marcela había aprendido, con golpes fuertes, a conocerlo. Sus estados de ánimo,  sus gestos, sus facciones. Por eso sabía que estaba realmente contenido y atormentado con la reaparición de Beatriz. Pero guardó silencio, si la conmocionó a ella, que era su rival, por qué no a él, que aún la amaba. Pudo deshacerse de la imagen de la boca de Beatriz con aquella ducha, pero no de la sensación extraña que le ocasionaba el pensar en ella. Hoy la vería de nuevo y se comprobaría si seguía presente o solo era una mala jugada de su cabeza al no gestionar las emociones del día y las noticias infortunadas.

Armando la vería primero aquel día en los juzgados, para que el juez cesara el proceso de remate y pudieran evitar lo que hubiese sido la mayor catástrofe de sus vidas. Lo encontró animado y perfumado en el baño y cayó en cuenta de la razón, se mordió la lengua y desechó la idea de preguntarle a qué se debía. Se fue a Ecomoda, era el comité con Beatriz y debía tener todo preparado en cuanto a sus puntos de venta. 

Cuando entró a Ecomoda lo primero que percibió fue la ausencia de todas las secretarias, incluida Patricia. La poca tranquilidad que había tratado de mantener en ese momento se fue y solo pudo respirar profundo para calmarse. Le preguntó a Freddy, pero también desconocía el paradero de las trabajadoras. Llamó a Patricia y el drama que montó por venirse en bus solo pudo hacer que estallara de ira y le exigiera que llegase.

Hizo su teléfono a un lado y se prometió tomar cartas en el asunto, pero esperaría a que Beatriz llegara, si iba a poner en evidencia al Cuartel lo haría sin alertarlas, no iba a dejar que envenenaran a Beatriz para salir en limpio. Además, necesitaba ver a Beatriz para poner a prueba si aún la conmoción seguía. 

Betty llegó a Ecomoda acompañada de Nicolás, ya las secretarias se encontraban en sus puestos, excepto Patricia, se prometió internamente hablar con Marcela sobre el tema. Tampoco advirtió ni profirió alguna queja al respecto.  

— Doctora Pinzón— habló Gutiérrez detrás de ella y pudo sentir su mirada lasciva, volteó a mirarlo con dureza— permítame saludarla... Quisiera informarle que ya está disponible su nueva office así como la del doctor Mora.

— Bueno, Betty, yo me voy a recibirla, necesito terminar de organizar la propuesta para el comité— dijo Nicolás extrañado ante la ausencia de Patricia.

— Doctor Gutiérrez, por favor entréguele la oficina a Nicolás, yo ya voy a instalarme en la presidencia— le respondió  sin ninguna emoción. 

Se giró sobre sus pasos y se acercó a Mariana.

Destino - Marcela y BettyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora