Demolición

568 84 68
                                    

Aunque Beatriz hacía su mayor esfuerzo por disfrutar de la colección, el desfile y de su logro, la imagen de Marcela charlando con cercanía y alegria junto a esa mujer, le hacía ruido en su cabeza. Trataba de no mirar para ese lugar, Pero varias veces sus ojos  traicioneros terminaban posados sobre ellas, aunque los desviaba rápidamente. Sentía un ardor en la boca del estómago y un ligero amargor en su boca.

Pensaba ir a reclamar a su mujer (porque así la consideraba)  en cuanto terminara el desfile. Estaba preparada para encaminarse, cuando la salida de Hugo al finalizar la dejó descolocada. No entendía de qué hablaba exactamente y sintió un frío en sus pies cuando paseó su mirada por todo el lugar y no pudo ver a ninguna del cuartel, solo pilló un segundo los ojos confundidos de su novia, pidiéndole explicación.

El silencio y la tensión se podían respirar. El anuncio del retiro de Hugo, el "sacrilegio", todo le daba vueltas en su cabeza. No pudo esperar mucho tiempo, se encaminó detrás de la pasarela y se encontró a todas sus amigas hechas un manojo de nervios.

No supo de dónde sacó la fuerza para animarlas, Pero sabía que no podía dejar que ese saboteo en su contra continuara. Mientras escuchaba los aplausos del público no pudo evitar que las lágrimas se le desbordaran. Era la mezcla de la felicidad, la rabia, la dignidad y la satisfacción que le hacían mella. Estaba sola, allí atrás, dejando fluir sus emociones y no fue tan fácil contenerse cuando sintió los abrazos de todo El Cuartel y sus palabras de aliento a su alrededor. Se sintió de nuevo digna de amor, sintió plenitud y asomó la sonrisa en medio de las lágrimas mientras ellas la sostenían y la conducían al escenario.

Se limpió como pudo y comenzó a recibir abrazos en medio de las lágrimas que poco a poco iba conteniendo. Ver a su papá con los ojos llenos de lágrimas le llenó tanto el corazón que un gemido se le escapó al sentir su abrazo, seguido del de Nicolás, su cómplice en todo. Su madre, un poco rezagada le sonreía con tanta amplitud, con tanto orgullo, que sintió la fuerza para continuar con todo lo que había planeado para ese día. Ya no tenía nada más que ocultar ni demostrar, era el momento de elegir su vida, lo que quería y a quienes quería en ella.

La familias Valencia y Mendoza tuvieron que reconocer su éxito y por otro lado, Marcela la esperaba casi al final, con lágrimas en los ojos, con esa sonrisa tonta que la enamoraba y le daba la fuerza para vivir. Cuando estuvo a unos cuantos metros parecía que el mundo a su alrededor se detenía. Solo podía verla a ella. Hubiese dado la vida por besarla allí, se dedicó a abrazarla mientras ella le llenaba los oídos con su dulce voz.

— Estoy tan orgullosa de ti, mi amor. Eres magnífica. Te adoro, adoro lo que haces, lo que eres. Adoro que defiendas tus ideas. Mira lo que lograste, mira las bocas que callaste, mira el amor que te rodea. Te amo, Beatriz...

Todos veían ese abrazo y para los que sabían que había allí, fue romántico y enternecedor. Para quienes no, fue extraño y sospechoso. Don Hermes trataba de convencerse de que se habían vuelto amigas, Armando bebía un poco de whisky mientras se mordía la mejilla, Viviane sentía como se le iba de las manos la última oportunidad de hacer las cosas bien... Doña Julia trataba de acaparar la atención de su esposo mostrándole los famosos que estaban en el evento y Nicolás se atravesaba constantemente en su campo de visión.

El cuartel casi lloraba, Pero rogaban porque Hermes no sospechara de aquello. Mientras tanto, los rumores ya serían publicados por algunos medio nacionales e internacionales al día siguiente. Si esperasen un poco más, tal vez, los rumores dejarían de serlo...

El momento emotivo terminó y Vivíane se acercó a saludar. Marcela la presento como a una amiga de Italia mientras Beatriz no paraba de analizar la manera nerviosa en que su novia se comportaba frente a ella.

Destino - Marcela y BettyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora