Bajo el agua

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Cuando Beatriz despertó, lo primero que sintió fue el escozor en su rodilla y el dolor en sus músculos. Era el recuerdo físico de la noche que tuvieron y que las llevó a perderse en el placer hasta casi el amanecer. Después del tiempo separadas, de los sentimientos encontrados y de la reconciliación, parecía que no quisieran dejar de demostrarse de una y mil maneras el amor. Se dio vuelta y no vio a Marcela. El reloj sobre la mesa le dio a entender que era demasiado tarde, pero es que el cansancio, insomnio y la noche de sexo la vencieron por completo.

Se levantó, fue al baño de la cabaña, se lavó el rostro y se cepilló los dientes. Luego se envolvió en una bata de satín blanca de Marcela y fue al balcón. La imagen era tan divina, era cautivadora, podría pasar horas ensimismada en ella y no cansarse. Y así fue, se quedó prendada mientras sentía la brisa moverle el cabello. Giró un momento y pudo verla sentada a unos metros, con la cámara en sus manos, capturando el paisaje. Ese también era su paisaje, verla siendo ella y haciendo lo que le gustaba.

Como si hubiese sentido la intensidad de la mirada de Beatriz, volteó a ver al balcón de la cabaña y le sonrió. Se veía tan hermosa con su bata blanca y el cabello suelto, ligeramente ondulado, con sus gafas y esa mirada profunda con la que podía decirle todo y nada a la vez. Con la que le profesaba el amor, aun desde lejos. No desperdició ese cuadro del que era testiga y le tomó una foto. Tras el lente solo pudo comprobar la belleza de su mujer. Pudo tomar una foto en la que ella la miraba, con una sonrisa tímida, mientras con una mano sostenía su rostro.

-¿Vienes o voy? - le dijo Beatriz alzando un poco la voz.

- Voy, ya voy- se levantó y mientras caminaba hacia la cabaña le tomó más fotos mientras Beatriz reía apenada sin dejar de mirarla.

Subió las escaleras de madera y entró a la cabaña sonriendo, Beatriz ya la esperaba.

-Buenos días, mi amor- le dijo y abrió los brazos para colgarlos en el cuello de su Mujer para darle un beso - ¿Despertaste temprano?

Marcela negó y le correspondió al beso.

- Hace una hora, Pero no quería despertarte, estabas durmiendo plácidamente y me fui a tomar algunas fotos- le mostró la cámara - ¿Tienes hambre?

Beatriz asintió.
- Mucha - admitió.

- ¿Quieres que vayamos al restaurante o te traigo algo? - preguntó Marcela tomándola de las solapas de la bata.

- No, vamos, amor, voy a vestirme- la besó y corrió a ponerse su vestido blanco - debo llamar a Andrea, debo ir por mi maleta al hotel ¿Me acompañas?

Dos horas después entraban al hotel de Beatriz, tomadas de la mano, caminando sí importar quien las mirase.

- ¿Segura quieres ir a la cabaña? - le preguntó Marcela mientras Beatriz metía algunas cosas a la maleta.
- Segura, amor, lo siento por invadir tu guarida, pero no quiero separarme de ti un momento - le dijo mientras le sonreía.

- ¿Tienes miedo de que me escape? - le correspondió con burla.
- Ni lo intentes - la miró con los ojos entrecerrados - Marcela, en es serio - le dijo con gesto frío cuando la vio con ojos pícaros - esta vez no te busco - cerró la maleta con rapidez y se fue al baño a buscar su maquillaje.

Marcela se quedó allí, con una sonrisa burlona en los labios. Al parecer, desaparecer de la vida de Beatriz era un truco que solo podías hacer una vez.

-oye, Beatriz, es una broma - le dijo desde la habitación al escuchar como ella metía las cosas en la bolsa con rabia.

Beatriz salió del cuarto de baño como un vendaval.

- Cuando recorras el país de centro a norte y de norte a occidente buscando a la mujer , que se supone es la mujer de tu vida, porque lleva casi un mes desaparecida, entonces vas a dejar las bromas - le dijo señalándola con la brocha de rubor.
- Ay, Beatriz, como si no me conocieras - le arrebató la brocha de la mano y la jaló hacia su cuerpo - yo al menos alcancé a esconderme, pero tú no habrías ni salido de Bogotá sin que yo me entere - trataba de besarla Pero Beatriz estaba realmente contrariada con esa broma
- No lo dudo. Tú me debes tener vigilada con un GPS o algo así - comenzó a ceder.
- No, mi amor. Lo que sucede es que estoy conectada contigo. Algo me decía que vendrías, pero lo ignoré.

Destino - Marcela y BettyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora