El sol brillaba todavía en la parte más alta del cielo y las hojas de césped se sacudían, ligeras, a cada paso de la comitiva. Julián iba adelante, junto a Trelles. Delfina algo más atrás, molesta por no poder llevar de compras al secretario.
A Trelles se le había formado un nudo en la garganta, la arboleda y el pequeño vivero detrás, le recordaban a Georgina. ¡Qué poco había apreciado a la joven mientras la tuvo a su lado! ¡Qué poco la valoraría ahora, si siguiera con vida! ¡Qué buenos momentos le había hecho pasar detrás de aquellos árboles a donde ahora se dirigían.
—¿Qué es lo que quiere esta mujer? —preguntó con molestia— ¡Yo ni la conozco!
—No lo sé —respondió Mallorca mirando con desconfianza hacia todos lados. La verdad es que él la había visto pocas veces, nunca había cruzado con ella más que el saludo de los buenos días. Una vez había indagado con la cocinera acerca de quién era y qué hacía en la casa. La mujer le había contado lo de Jaime y que en el vivero había unas diez plantas, no muy conocidas, que requerían cuidados especiales, por ello y con la venia de Don Armando, habían contratado a Rosa para cuidar del jardín y de esas plantas extrañas.
El vivero era una casita hecha de postes de madera con paredes y techos transparentes, rodeada de árboles y tierra siempre húmeda. A Julián le llamó la atención que la pared que daba hacia la casa, estuviera recubierta por dentro, con un paño de color verde oscuro.
—¡Señor Armando! —saludó la señora. Tenía el cabello recogido dentro de un pañuelo multicolor que lo ocultaba por completo y sobre éste, un sombrero de paja. Llevaba un mono color azul apagado de mangas largas, botas de goma hasta las rodillas y guantes de jardinero. Parecía mentira que no tuviera calor con semejante atuendo.
—¿Cómo está señora....? —saludó Armando.
—Rosa —contestó ella con voz afable y sonrisa suave—. Cierren la puerta, por favor. Estas plantas son muy delicadas, el aire aquí dentro tiene la temperatura y la humedad que necesitan. Pero, cualquier cambio las hace sufrir. Lo mismo que el sol, tiene que entrar en su justa medida, si no, las quema. Por eso pongo ese toldo allí. —Señaló la pared cubierta de verde—. Ahora, quiero mostrarles algo que he hecho. —Sonrió con satisfacción mientras los instaba, con un ademán, a pasar hacia el otro lado de la mesa central, donde estaban apoyadas unas macetas. Se acercó a la puerta y, con un rápido movimiento, mientras ellos observaban unas flores azuladas, pasó un candado que apretó con fuerza, clausurando así, la única entrada.
—¿Cómo te enteraste dónde estaba Trelles? —preguntó Santiago a una sollozante Elvira que se rascaba las muñecas con desesperación intentando aliviar el ardor que le provocaban los grilletes.
—¡Yo no sé dónde está Trelles! ¡No me interesa ese tipo! ¡Es una basura pero no me interesa! ¡Qué se yo dónde está!
—¿Y entonces? ¿A quién querían matar, vos y tu hijo?
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La sangre ajena
Mystery / Thriller✔Policial clásico. ✔Completa. El dinero va y viene. La sangre no. El cadáver de una mujer es hallado en un departamento. La única pista que el inspector Santiago Araneda encuentra, es un contacto en el celular de la víctima: el número de un poderoso...