8 - Equivocada.

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Pasaron un par de días desde que Sana comenzó a evitar a la coreana, exactamente 8 días desde que Dahyun lleva la cuenta.

La japonesa no solo no le hablaba si no que no la miraba, no cenaba más con ella, ni compartía los fines de semana, ni la miraba más por la ventana. Los primeros días intentó hablar con ella porque al igual que su amiga, estaba aterrada de lo que opinara Mina después de lo que vio, pero Sana respondía con monosílabos, alejándose cada vez más y más.

Al tercer día de notar su actitud, no lo volvió a intentar, no iba a andar detrás de Sana si ella no quería su presencia, aunque no podía evitar ponerse tan triste, más cuando tuvo que explicarles o mejor dicho, meterle una excusas a sus padres del porque simplemente ya no se juntaba tanto con Sana, les dijo que la mayor tenía muchos trabajos en la escuela y que eso la mantenía ocupada, pero que ya volvería a ir cuando esté más tranquila. Comenzó a mantener su tiempo ocupado en la casa de Chaeyoung, casi forzada a estar ahí por su propia cuenta porque si se quedaba en su casa, más que seguro pasaría horas frente a la ventana esperando que la japonesa le diera algo de atención.

Su corazón dolía cada vez que la veía pasar y ella la ignoraba completamente, ni siquiera parecía registrar su presencia, sin ninguna explicación o motivo de su repentina ausencia.

Pero sobre todo, lo que más le dolía a la coreana, era darse cuenta de cómo se equivocó.

Porque Sana al final del día si tomó su primer beso y le rompió el corazón, tal y como pensó que no lo haría.

Ahora la ignoraba como Mina ignoraba a los chicos que besaba, se sentía tan pequeña y vacía, por lo que a las tres semanas de estar hundida en una inmensa tristeza por estar alejada de su mejor amiga, decidió que cambiaría su personalidad, no se dejaría ver sumisa, ni tonta, ni dolida por Sana, le haría ver qué a su juego.. lo podían jugar las dos.

Comenzó a ignorarla a toda costa, desapareciendo de su vida, evadiendo cruzarsela, se encargó de que no se enterara de su vida y comenzó a ser muy social, haciendo un nuevo grupo de amigos junto a Chaeyoung e intentar olvidarla, demostrandole de alguna forma que no se iba a morir por no tener su amistad.

Aunque por dentro sabía que sí se estaba muriendo de lo mucho que la extrañaba.

Iba caminando esa mañana por los pasillos cuando vio a Mina hablar con Chaeyoung, una ira irracional creció dentro de ella al ver a la japonesa cerca de su amiga, después de que Sana se alejara justo cuando ella las descubrió. Ciertamente no la culpaba al cien por cien pero si le molestaba su presencia. Carraspeó cerca del par y Mina se sobresaltó, mirándola de arriba abajo con disgusto cuando la notó.

—Chaeyoung, ¿Nos vamos? . —La rubia la miró con los ojos muy abiertos y asintió, comenzando a caminar a un lado de la coreana apenas pasó por en medio de ambas, sin ni siquiera mirar a Mina mientras avanzaba, la pelinegra se sintió con poder por primera vez en un largo mes de absoluta tristeza.

Sana por su lado estaba más inquieta que nunca, llevaba un par de días de no ver a Dahyun en lo absoluto, como si la mismísima tierra se la hubiese tragado, miraba disimuladamente por la ventana en busca de ver hacia su habitación pero su ventana siempre estaba cerrada.

La extrañaba demasiado, mucho más de lo que se lo admitía a sí misma, quería verla y estar con ella cada segundo que pasaba, pero era demasiado cobarde para explicarle porqué se alejó, hizo todo tan mal al punto de que estaba muy arrepentida, pero ya no podía remediarlo, se conformaba viéndola de reojo, eso la tranquilizaba, pero ahora que ni siquiera la veía, y eso comenzó a desestabilizarla por completo.

Tanto que la llevó a la puerta de su casa esa misma tarde, golpeó insegura solo dos veces cuando la señora Kim le abrió, sorprendida ante su presencia sonrió ampliamente.

—¡Sana, cariño! Volviste, me dijo Dahyun que andabas muy ocupada, ¿Está todo bien?. —Las piernas de Sana temblaban, estaba asustada de ver a la menor que apenas podía formular una oración frente a la mamá de ella.

—Yo.. si, está todo excelente, ¿Ustedes bien?. —Preguntó, la señora Kim cálidamente la abrazó.

—Si, estamos bien, entra.. Dahyun está en su habitación. —Avisó dándole paso. —Les prepararé unas galletas, las llamo cuando estén listas. —Sana asintió y subió lentamente las escaleras, sintiendo su estómago comenzar a doler por los nervios, no sabía cómo reaccionaría la coreana pero esperaba que no lo hiciera para mal.

Abrió lentamente la puerta ingresando su cabeza apenas, monitoreando alrededor hasta que la vio, Dahyun estaba con la cabeza casi hundida en un libro, leyendo atentamente sin haber notado su presencia aún. Se adentro más decidida y cerró la puerta tras ella, el ruido llamando la atención de la menor, quién la miró y no pudo evitar que su rostro hablara por ella.

—Hola. —Saludó tímida Sana, la menor frunció el ceño.

—¿Qué haces aquí? . —Respondió cortante, volviendo su vista al libro, por fuera quería parecer fuerte pero por dentro, su interior no hacía más que gritar enloquecida, había logrado su cometido, ahí estaba Sana, frente a ella, con la actitud más sumisa que jamás vio en ella, intentando acercarse.

—Vine.. a hablar contigo. —Dijo acercándose hasta sentarse a los pies de la cama, no hubo respuesta de la menor. —Mira, Dahyun, yo..

—Sh. —La calló, Sana se sorprendió, y agachó la cabeza. —Un mes, Sana... Un mes entero sin dirigirme ni una sola palabra ¿Y ahora quieres hablar?

—Te extraño. —Murmuró, eso fue suficiente para que Dahyun bajara la guardia y cayera ante ella, dándose cuenta que la japonesa era su debilidad en todo sentido. —Mucho, ya no aguantaba no saber de ti.

—Respondeme, ¿Te alejaste de mi porque Mina nos vio besarnos?. —Sana tragó en seco y asintió duramente.

—Lo pensé seriamente.. y creo que estuvo mal que nos besaramos. —Admitió.

—Si pensabas eso solo tenías que decírmelo y no alejarte, Sana. —Reprochó Dahyun, su corazón dolía y le costaba procesar la información.

—Lo sé, fui una tonta, me dejé llevar por lo que opinaba Mina.. y cometí un error. —Se justificó una vez más. —Perdoname, por favor.

—No lo sé. —Musitó intentando contener las lágrimas. —El hecho de que te dejaras llevar por Mina y no pensarás en nuestros años de amistad, me duele mucho.

—Por favor, Dahyun, no quiero perderte. —Intentó insistir Sana. Dahyun ladeó la cabeza.

—Si te doy una oportunidad.. —Comenzó pensativa. —Tienes que demostrarme que realmente te lo mereces.

—Lo haré. —Respondió tan rápido que hizo sonreír a Dahyun.

—También te extrañe, Sana. —Admitió la menor, tomándola de los hombros y abrazándola, al instante, la japonesa se volvió a sentir en casa. 

Otoño / SaidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora