20 - Pequeñas cosas.

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Era muy tarde por la noche, aproximadamente las 3am mientras Dahyun daba vueltas y vueltas en su cama sin poder conciliar el sueño, estaba inquieta porque esa noche en particular Sana le pidió dormir separadas, alegando que se sentía un poco culpable por dormir en su cuarto todas las noches y que aunque sus padres aún no lo notaban, si lo hacían, se dejarían un poco en evidencia.

Ella sabía que no era así, porque toda su vida estuvieron juntas y no podía parecerle extraño, pero accedió a la petición de la japonesa, solo para dejarla tranquila, aunque lo que no quedó tranquila fue su cabeza, que no paraba de preguntarse; ¿Qué está pasando por la mente de Sana?

Todo era tan complicado que se volvía frustrante, ella estaba consciente de que amaba y quería a Sana de una manera muy intensa, al punto de que se imaginaba toda su vida con ella, pero todo se volvía borroso cuando pensaba en que en algún momento, tendría que hablar con sus padres, porque no podría ocultarlo para siempre.

Se cansó de pensar y se levantó, la única manera de estar en paz era dormir junto a la japonesa, y no se iba a privar de eso. Abrió la puerta decidida, llevándose un susto cuando su madre también salía de su habitación, un poco somnolienta la miró extraña.

—¿Qué haces despierta?. —Le preguntó, Dahyun sonrió nerviosa.

—Sólo.. iba a bajar por agua. —Se justificó, comenzó a caminar en dirección a la escalera con su madre siguiéndola de cerca, se sirvió un vaso y tomó de él aún intranquila, sabía que tenía que esperar que su madre se volviera a su habitación para poder ir a la de Sana.

Pero veía a su madre muy entretenida en la cocina de repente, como si estuviera esperando que ella se fuera primero. Suspiró resignada pero de pronto se le ocurrió que si ella subía primera y entraba a la habitación de Sana, quizás su madre no sospecharía, subió las escaleras con decisión mirando de reojo que no estuviera cerca, tomó el picaporte de la puerta de Sana y entró sin más.

Sonrió victoriosa y miró por debajo de la puerta para confirmar si la luz que venía de la escalera seguía encendida, si era así, significaba que su madre aún no volvía a su habitación. Apenas la vio apagarse, espero unos segundos detrás de la puerta, hasta que escuchó una puerta cerrarse, asumió que era la de su habitación, y tomó más confianza para acercarse en la oscura habitación a Sana, quién aparentemente dormía de espaldas.

Apenas la tocó, la sintió sobresaltarse y río.

—Soy yo.. —Murmuró, Sana somnolienta y confundida se aferró a ella rápidamente, rodeando sus brazos alrededor de su torso y escondiendo su cabeza en su cuello, luchando contra el sueño.

—Tú sí que no haces caso ¿eh?. —Murmuró sobre su piel enviando escalofríos a todo su cuerpo.

—No veo que tú pongas mucha resistencia. —Devolvió, escuchó la pequeña risa de Sana y ahora por fin, estaba tranquila, cerró los ojos dejándose llevar por la paz que le transmitía la japonesa.

A la mañana siguiente, Sana despertó primero y notó que no había sido un sueño el hecho de estar durmiendo junto a Dahyun, perezosamente se fue despertando y miró hacia la puerta instintivamente, estaba entreabierta y suspiró resignada, la menor ni siquiera fue capaz de cerrarla bien.

—Dahyunie.. —Llamó cuidadosamente, tenían que levantarse antes que sus padres. —Bajemos a desayunar.

—Ya voy.. —Murmuró aún dormida. —Cinco minutos más.

—Vamos.. —Animó acariciando su rostro, pero eso parecía empeorar la situación, ya que Dahyun volvía a dormirse profundamente y lo notaba por sus labios entreabiertos, sonrió tímida y depositó un beso en su mejilla. —Te espero abajo. —Avisó intentando levantarse, pero Dahyun se aferró a ella como si su vida dependiera de ello.

Otoño / SaidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora