TONY
El cielo está oscuro, encapota la ciudad como una cúpula de nubes negras, densas y peligrosas. La lluvia cae como una cortina, constante y pesada. El viento sopla con fuerza, mueve las hojas, las quita de sus ramas y las lleva a través de las calles de Nueva Jersey. El agua comienza a correr por las calles, se forman charcos y la visión no es perfecta.
El taxista que me trajo hasta la escuela no dejó de maldecir ni un momento por la lluvia, teme que se inunden las calles y la gente decida no salir de sus casas. En su lugar, estaría igual. De hecho, sin conducir un automóvil, comparto su opinión. Menudo día les tocó a los estudiantes para su baile de bienvenida. No me asombraría si la mitad de ellos decide quedarse en sus casas, cómodos, calentitos y sin mojarse.
Sacudo mi cabeza como un perro cuando ingreso al corredor principal. Mi paraguas ha hecho su trabajo, pero no pudo detener la lluvia que arrastra el viento.
—¿Se encuentra bien? —me pregunta Leonard, el portero—. ¿Necesita algo para secarse? Tengo algunas toallas que la señorita Grace me ha dejado.
—Estoy bien, descuide. Solo estoy replanteándome mi vocación —digo en broma, a pesar de que no es del todo mentira.
—No se preocupe, la lluvia se detendrá pronto. Los estudiantes vendrán y será como si nada hubiese sucedido.
—¿Cómo está tan seguro?
—No es mi primera tormenta. —Se encoge de hombros con una sonrisa de viejo sabiondo.
Me despido del amable hombre para emprender mi camino hacia el gimnasio que hoy se ha convertido en un salón de fiestas. Uno creería que siendo una escuela tan costosa tendrían su propio salón de baile reservado exclusivamente para estos eventos. Pues no, es una preparatoria igual al resto en sus raíces.
El gimnasio luce por completo distinto a la primera y única vez que lo vi. El departamento de arte ha trabajado duro y se nota su esfuerzo. Creo que el tema es algo con las nubes y los cúmulos de algodón por todos lados se acoplan a la idea. Aquí, distinto al resto de las escuelas públicas del país, se han gastado un buen dineral en la preparación de esta fiesta. Nada se ve barato, ni siquiera las mesas redondas con manteles blancos que ocupan la mitad del espacio. La comida, por lo que me han dicho, también será increíble y eso es todo lo que me motiva para seguir aquí. Eso y que es mi obligación laboral, no puedo darme el lujo de cagarla en mi primer empleo.
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De un encuentro y otros cuentos
RomanceTony nunca ha dudado de quién es y de su lugar en el mundo. Le encanta ser profesor, las letras lo inspiran, el fútbol profesional no es para él y nunca jamás cometerá la idiotez de enamorarse. Grace no tiene idea de qué está haciendo. Sus relacion...