Capítulo 19

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TONY

Grace puede ser muy graciosa cuando toma alcohol.

En la última hora, entre trago y trago, hemos comenzado a hablar de nuestra niñez, compartiendo momentos divertidos de cuando éramos niños y riéndonos de ellos. Mi compañera, sin dudas, tiene un buen historial de meterse en problemas y no me asombra que no quiera regresar a Texas considerando todas las casas en las que se coló para hacer travesuras con sus amigos.

No puedo terminar de entender cómo una niña risueña, con muchos amigos, que corría para escapar de vecinos molestos y se presentaba en todos los concursos de talento, incluso cuando no tenía ninguno, pudo convertirse en alguien tan seria y rígida como Grace. Sé que ella sigue siendo divertida y el hecho de que ya no haga travesuras no significa que está muerta por dentro, pero es obvio que algo cambió. Algo se rompió o, por el contrario, se unió.

—¡Tiene que ser tu día de suerte! —exclama de la nada, más fuerte de lo que se podría esperar viniendo de ella.

—¿Cómo exactamente es mi día de suerte si estamos encerrados en la biblioteca y hace un frío terrible?

—Mi madre me envió fotos de mi adolescencia.

Oh. —Es todo lo que digo.

—¿Quieres verlas?

Asiento de inmediato porque siento mucha curiosidad. Grace me genera curiosidad. Su historia, el cambio del que tanto habla, sus actitudes. Es como un libro que ha permanecido cerrado por mucho tiempo y que, por fin, alguien se ha animado a ver. Voy por las primeras páginas y ya puedo decir que es interesante.

—Pequeña advertencia —suelta, presionando mi teléfono contra su pecho—, solo puedes decir en voz alta los defectos que tenía en esa época, porque si dices que lucía mucho mejor entonces, te golpearé.

—Entendido, solo defectos.

Me pasa mi celular donde su Facebook se encuentra abierto y por donde ha recibido las misteriosas fotos. Antes de posar mis ojos en la pantalla, la observo y noto que está mirando a cualquier lado menos a mí.

De un encuentro y otros cuentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora