GRACE
Nunca me sentí tan avergonzada en mi vida como esta tarde. La relación con mi madre siempre ha sido complicada, incluso cuando era una niña que buscaba contentarla y hacía todo lo que ella quería. Los concursos de belleza y la popularidad nunca fueron suficiente para agradarle, siempre quiso más y me atrevo a decir que vivió a través de mí. En público se jactaba de su maravillosa hija con buenas notas, grandes amigos y muchas coronas ganadas, pero dentro de casa me recordaba que no era suficiente, que tenía que llegar a las grandes ligas y conseguir un marido adecuado.
Cuando los primeros síntomas de mi enfermedad se hicieron notables y no podía controlar mi peso ni mis ciclos, comencé a entender que mi madre estaba fuera de sí. Desde entonces, nuestro vínculo no hizo más que debilitarse y complicarse. Hacerme pasar vergüenza es uno de sus pasatiempos favoritos cada vez que la visito y lo de buscarme pretendientes no es algo nuevo. Hoy, sin embargo, cruzó una línea sin retorno.
Por todos los cielos, solo pensar en Nicholas allí en el jardín soltando comentarios con doble intenciones y Tony escuchando todo me produce ganas de morir. Por primera vez en mucho tiempo, me siento orgullosa de haber cortado de raíz toda la locura. A pesar de lo mucho que duele, del incendio que tengo en el pecho que quiere arrasar con todo y la picazón en mis ojos que me ruega que libere las lágrimas, he tomado la decisión correcta.
Lo que no ha sido quizás una gran idea es salir caminando de casa de mi madre buscando un hotel. Puede que no visite mucho el pueblo, aun así, sé que la posada más cercana está en el otro extremo e ir a pie no es del todo sensato.
—Ya falta poco —anuncio con un hilo de voz arrastrando mi valija con mis últimas fuerzas—. Solo un par de cientos de metros.
—Un par de cientos de metros —repite Tony con diversión—, es una medida muy precisa.
—No me hagas reír —le ruego con cansancio—. Podría morir aquí mismo por falta de aire.
Sus ojos cafés se encuentran con los míos y a pesar de que tiene una sonrisa tranquila en el rostro, noto su preocupación. Me resultó difícil dejar de llorar después de la discusión con mi madre y la verdad es que daría todo lo que tengo para acostarme en mi cama en posición fetal y llorar hasta que mi cuerpo se olvide cómo se producen las lágrimas. Pero no puedo y no me permitiré hacerlo ahora. Le he hecho pasar un momento horrible a Tony y no quiero que sea peor, después de todo ha venido para darme una mano y no para ser mi pañuelo de mocos.
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De un encuentro y otros cuentos
RomanceTony nunca ha dudado de quién es y de su lugar en el mundo. Le encanta ser profesor, las letras lo inspiran, el fútbol profesional no es para él y nunca jamás cometerá la idiotez de enamorarse. Grace no tiene idea de qué está haciendo. Sus relacion...