GRACE
El vuelo de regreso a Nueva Jersey es silencioso como lo han sido las horas posteriores a la gran conversación. Hemos emitido algunas palabras, mayormente frases básicas relacionadas con el desayuno, con nuestro equipaje y documentación. Ni él ni yo hemos mostrado esfuerzo por crear una verdadera charla, ambos enfrascados en nuestros propios pensamientos y en las posibles consecuencias.
He intentado anestesiar mi mente y cuerpo, no sentir nada ni hacer grandes esfuerzos. Cada vez que el avión se balancea un poquito, aprieto los labios y me abrazo el estómago como si eso pudiera evitar que las náuseas aparezcan. Si me concentro, tal vez mi cuerpo vuelva a la normalidad y no tenga que seguir preocupándome sobre la posibilidad de haber engendrado a una criatura. Cualquiera que me conozca bien sabe que un hijo jamás ha formado parte de mis ideas a futuro, en parte porque no quiero ser como mi propia madre y, en segundo lugar, porque me gustan los niños que puedo despachar a sus casas cuando se vuelven pesados. Pensar en que quizás haya arruinado esos planes, me asusta.
Tras las cuatro horas más largas del mundo en las que tanto Tony como yo fingíamos leer o trabajar, finalmente el piloto anuncia que estamos prontos a aterrizar. Jamás he sentido tanto alivio y terror a la vez. De hecho, toda la situación que viví con mi madre y que sé que en otro momento me llevaría muchas sesiones de terapia comprender, ha quedado en el olvido porque poco me importa lo que suceda en Texas cuando tengo una bomba a punto de explotar en las manos.
—¿Prefieres que vayamos a tu casa o a la mía?
Observo a Tony con sorpresa porque: a, no esperaba que me hablara y b, ¿por qué quiere que sigamos juntos si no hemos hecho más que ignorarnos en las últimas horas?
—Para la prueba —aclara.
—No lo sé —confieso—, ¿tenemos que sacarnos la duda ya?
—Sí, no puedo soportar otro día con esta incertidumbre.
Lo comprendo, tampoco sé si sería capaz de ir al trabajo y hacer como si nada pasara, concentrarme en mis tareas cuando mi mundo está temblando y al borde del derrumbe.
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De un encuentro y otros cuentos
RomanceTony nunca ha dudado de quién es y de su lugar en el mundo. Le encanta ser profesor, las letras lo inspiran, el fútbol profesional no es para él y nunca jamás cometerá la idiotez de enamorarse. Grace no tiene idea de qué está haciendo. Sus relacion...