Capítulo 21

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GRACE

Resulta que fingir no es tan difícil cuando lo estás haciendo por algo que de verdad quieres. Creí que, a pesar de haber sido sincera con Tony y encontrarnos en la misma página, las cosas serían un poco tensas al principio y sería difícil superar la gran metida de pata, pero ha sido todo lo contrario. Ninguno de los dos ha dicho ni mu, cada quien ha actuado como si nunca nos hubiéramos acostado y ha sido perfecto. Todo ha fluido con naturalidad y eso es una prueba más de que lo que hicimos fue un error. Solo estamos interesados en una amistad y, cielos, de verdad necesitamos del otro para poder sobrevivir a esta cosa llamada vida adulta.

Estoy más agradecida de lo que me gustaría admitir, tener un amigo es algo estupendo. Tengo a quién contarle mi día; si estropeo mi cena, puedo mandarle una foto a alguien y se reirá conmigo, no de mí; participo de conversaciones reales, no las que me invento para recordar el sonido de mi propia voz y, sobre todo, es estupendo poder pasar el rato con alguien de mi edad. Gloria y David son maravillosos, los adoro con locura; sin embargo, estar a su alrededor es como andar de puntillas. No compartimos nada más que el gusto por la literatura y ni siquiera podemos decir que nos gustan los mismos autores, en el fondo siempre sentí que, si les decía que mi hobby es leer libros para adolescentes con poca trama, perderían el respeto que me tienen. Con Tony no es así, no necesito fingir que mi libro favorito es uno alabado por la crítica ni fingir que no quiero renunciar a mi trabajo cada vez que los otros profesores se ponen pesados.

Al final, todas las historias infantiles tenían razón en algo: es importante tener un amigo.

Recojo mis pertenencias y agradezco al universo porque al fin ha llegado el horario de salida. La cantidad de trabajo pendiente que tengo es absurda y no encuentro más segundos en el día para poder ponerme al día. No, no cometeré el error de llevarme trabajo a casa porque nadie me pagará por esas horas extras, pero no miento cuando digo que sueño con edificios llenos de papeles que se desmoronan sobre mi cabeza y me hacen despertar más estresada que nunca. Anoche dormí terrible y algo me dice que hoy no será la excepción.

Cierro mi oficina y, como todos los días, paso por la biblioteca para asegurarme que está todo en orden. Reviso cada esquina buscando intrusos, cada mesa para acomodar los libros que han dejado fuera de lugar y también para recolectar los objetos olvidados. No me sorprende encontrar la agenda de Tony sobre nuestra mesa habitual del almuerzo, en la pequeña sala donde nadie fuera del personal tiene acceso.

De un encuentro y otros cuentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora