Capítulo 32

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GRACE

Tres horas y cuarenta minutos me separan del momento más vergonzoso de mi vida. Es el tiempo que le toma a un avión recorrer el cielo estadounidense y conectar las ciudades de Nueva Jersey y Houston. Para muchos es una eternidad, para otros tan solo un pestañeo; en mi caso, es una pesadilla. Sudo en frío, me duele la cabeza, tengo el estómago revuelto y preferiría estar en cualquier lugar menos en este asiento de clase turista. No ayuda en nada que Tony se vea tan despreocupado y bien, como si hubiera dormido ocho horas completas, se hubiera dado una ducha y desayunado como un campeón.

Me queda el consuelo de saber que mi madre no tendrá nada para criticarle a él, aunque seguramente se preguntará, y no precisamente en voz baja, cómo alguien como Tony terminó con su descuidada hija. Dirá que es una broma, pero las dos sabremos que de verdad no piensa bien de mí desde que me fui a la universidad.

—¿Quieres jugo de manzana? —pregunta Tony.

—No.

—¿Una galletita? —insiste—. Nos armé un pequeño refrigerio porque uno nunca sabe si la aerolínea te dará algo decente de comer.

—Solo son tres horas y cuarenta minutos.

—Suficiente para que me dé hambre. Además, salimos de mi apartamento como tres horas atrás y, por lo que dijiste, no llegaremos a la casa de tu madre hasta tres horas después de que nos bajemos del avión —expone con una sonrisita de suficiencia—. ¿Quieres hacer tú las matemáticas?

Niego con la cabeza.

—Has probado tu punto.

—¿Segura que no quieres nada? Casi no tocaste tu desayuno esta mañana.

—Me duele el estómago —admito—. Prefiero no pensar en comida ahora mismo.

—Estaremos bien —me promete—. No tienes nada de qué preocuparte. Soy muy buen actor y haré que tu familia me ame.

—Tú estarás bien, ¿yo? —Hago una mueca—. No puedo asegurarlo.

—Sé que tu madre es un monstruo, pero créeme, no puede ser peor que la mía.

De un encuentro y otros cuentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora