Capítulo 11

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Pov Mayra

No se como llegamos a esto, el estaba dormido, parcialmente sobre mí y oliendo mi cuello con cada respiración. Sus manos apresaban mi carne con posesión y aquello no podía sentirse más natural.

Como si nuestros cuerpos estuvieran destinados para esto. Mi estómago rugió por hambre, así que como pude me levanté y preparé para comer, para ambos.

Apenas había pasado media hora desde que llegó y me sorprendí con la rapidez con la que se durmió. Colocaba la carne sobre el plato cuando entró por la cocina luciendo igual de cansado. -Si me haces quedarme en tu habitación, al menos ten la decencia de quedarte.- no puedo creer que me reclame por esto.

-No conseguirás mucho de mí si sigues con esa actitud de mierda- le entregué su plato -Esto lo preparé para ti porque lloraste. No me gustas ni nada.- lo ví reír ladino.

-No me gustas tampoco- comió con prisas aunque con desagrado. -La carne la como cruda, para que sepas.

-Dulce me dijo- tampoco era que iba a darle un trozo de carne cruda como si fuera un... si es. Agradecí haberme comido el mío cuando cocía el suyo, porque sería incómodo si comíamos juntos.

Dejé agua sobre la parte de la mesa que ocupaba y traté de volver a la habitación, cosa que no fue posible. Tomó el agua aún con mi muñeca apresada y se levantó para encararme. -No te gusto y no me gustas- asentí pese a que no fue pregunta -Pero ambos sabemos el porque sentimos lo que...- se cortó pero aún así entendí a lo que se refería. -Mi lobo va a buscarte durante el celo- Dulce me había dicho, trataba de prepararme pero para aquello no podía estar lo suficientemente lista. -Ella no está aquí ahora y...

-No tendría por qué enterarse.

-No si no le decimos. Y ninguno va a decirle.- negué alegando que yo no le diría. -Debería ser en mi habitación, así no se queda mi olor.

-Tampoco tienen que haber besos.

-Sin besos.- ambos estuvimos de acuerdo, caminamos hasta su habitación y la penumbra nos acogió. -¿Quieres que te desnude?- negué

-Yo lo haré, hazlo tú también- ambos nos despojamos de nuestras ropas y sentí una brisa fría recorrerme cuando esos ojos brillaron en negro, era algo loco poder verlos de manera más intensa en la oscuridad. -¿Qué haces?- intentaba arrodillarse frente a mí.

-No voy a besarte y al menos debería tocarte un poco para excitarte.

-Estoy

-Estás nerviosa- dijo de manera cruda.

-No se si...

-Recuéstate boca abajo- dijo y me encaminé hasta la cama -Voy a dejar de hablar, y cierra los ojos. Imagina que es alguien más.- ¿como podría?

Sentí como sus manos separaron ms piernas y acomodaron una almohada en mi pelvis para dejarme en pompa. Su lengua fría poco después sobre mi intimidad, cosa que me hizo cohibir.

No se movió otra vez sino hasta que la tensión abandonó mi cuerpo, entonces su lengua volvió a tomarme, era larga y habilidosa. Me contenía para no gemir. Sentí mis piernas temblar por el deseo que contenía mi cuerpo y suspiré cuando chupó mi botón de placer.

Alejó las almohadas y me hizo girar, también me alzó sobre su cadera y sentí aquello tan duro que me hizo contraer. La alineó en mi entrada luego de tomar asiento sobre la cama y dejó de moverse.

Quizás con esto me daba el permiso a mi de moverme. Abrí un poco mejor las piernas y me deslicé solo un poco, sentí el ardor recorrerme con solo eso y un quejido deseoso se escapó del otro.

Me sostuvo de la cintura y me alarmé esperando a que me hiciera sentar de manera brusca, en cambio comenzó a moverme lentamente sin deslizarme hasta que noté como poco a poco la humedad entre ambos crecía.

Me deslicé un poco más y gemí, entonces el me hizo caer otro poco y no fue hasta que sentí sus piernas bajo las mías que noté que había entrado todo. -Es más de lo que mi lobo haría.

-Gracias- ¿porqué agradecía? ¿Porque no me destrozo el coño cómo creía? En cambio fue gentil, dolió, claro que lo hizo. Pero estoy segura de que podía ser más doloroso.

-Voy a estar arriba ahora- las venas de su cuello se marcaban, las de sus brazos también. -Puedes seguir con los ojos cerrados si quieres.- se levantó y yo con el.

Salió de mi con un leve movimiento que me dejó con un extenso ardor, y me recosté sobre la cama para esperar -Quizás te...- le diría que iba a lavarme, quizás le incomodaba seguir por la sangre.

Pero mis palabras fueron interrumpidas por su boca en mi zona intima. Su lengua subió y bajó repetidas veces y cuando lo sentí alejarse no pude contenerme a mirarlo.

Relamía sus labios y con aquella naturalidad antes de acercarse y colarse entre mis piernas. Volvió a entrar, ahora de solo un movimiento pero igual de lento, entonces volvió atrás y adelante una y otra vez hasta que el ardor ya no estaba.

O quizás si, quizás si seguía ahí pero el deseo por llegar a mi orgasmo lo opacaba. -Debes decirme si quieres terminar.- asentí y su movimiento cambió, ahora era duro, lento pero duro.

Me aferré a su espalda y grité con cada movimiento, mi orgasmo estaba tan cerca que podía verlo. -Voy a...- no terminé, espero que entendiera a lo que me refería.

El orgasmo me dejó en un limbo, su boca atrapó la mía cuando grité dejándome ir y su cuerpo se movió hasta acompañarme.

-Esto no pasó- fue mi turno de repetir sus palabras.





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