Capítulo 4

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Sentí unas enormes ganas de vomitar, mi cuerpo no respondía como debía, mi corazón parecía desear salir desbocado.

Su cuerpo exudaba un calor poco común, lo sabía porque lo tenía contra el mío. Escuché un amplio gruñido a la vez que su nariz se perdía entre la curvatura de mi cuello.

-Jenny, hablemos- la voz de Garret se escuchaba tras la puerta que hasta hace unos minutos logré abrir, cual fue cerrada por el lobo u hombre que ahora me aprisiona y evita que corra de el.

-Shh- escuché como salió de él

-Jenny, se qué estás ahí. Veo las luces encendidas.

-Déjame ir- pedí pero una tenue riza se sintió contra mi piel.

-¿Lo mato?

-¡No!

-No te muevas- su voz era ronca y burlona. -Si lo haces mis garras acabaran en su garganta, no queremos manchar la alfombra.- no hice más que asentir. Su mirada me decía que no bromeaba.

Me corrió hacia un lado para luego verlo abrir la puerta con todo el descaro, estaba totalmente desnudo. Su cabello castaño caía por su rostro, ojos rasgados y peligrosos, labios pomposos y rosados, abdomen marcado en demasía, piernas largas y fibrosas. ¿Que puta mierda tiene entre las piernas?

Su pene es... mierda. Está duro, muy duro y.. tiene, maldición.

-¿Tu quien eres?- la voz de Garret me hizo saber que a ambos nos separaba la puerta entreabierta, el intruso estaba en la abertura dejando a la vista su cuerpo, su rostro no era nada amigable al otro. Su mano estaba contra mi cuello impidiéndome mover.

-No me interesa saber porque buscas a mi mujer, pero Largo.- su rostro y tono se había ensombrecido.

-¿Que...- la voz de Garret fue acallada por la puerta siendo azotada contra su nariz, lo escuchaba gritar contra esta pero la mirada del castaño aún yacía sobre mi.

Su pene seguía erecto y su mirada no había perdido la intensidad. -No me mates yo..

-No lo haría Cara Mía

-No le diré a nadie lo juro

-Lo se- lo vi sonreír y repasarme con la mirada, luego lo noté. Apenas llevaba unas bragas y mis pezones estaban erectos sin poder evitarlo. Es decir, tengo a semejante hombre o lobo-perro delante de mi con esa cosa amputándome y mi cuerpo reaccionó solo. Cubrí mis pechos con las manos y eso lo hizo reír nuevamente, su risa era siniestra, perversa. -Puedo oler tu excitación Cara Mía.

-¿Quien eres?

-Tuyo, soy tuyo.

-Si no me dices quien eres voy a gritar

-Suerte con eso.- mi ceño se frunció

Abrí mi boca para gritar pero en cambio mi rodilla impactó contra su polla, de esa manera esperaba salir huyendo.

Su rostro se había tornado rojo pero no soltó quejido de dolor sino un grueso gruñido.

Aún así no me soltó, más bien me alzó como Neanderthal sobre su hombro y encaminó a mi habitación a pesar de patear o gritar.

Lanzó mi cuerpo sobre esta.

-Te calmas- no paraba de gruñir.

-Te cubres- me había molestado, ahora que sabía que no me pensaba dañar, pues luego de esa patada lo más lógico es que lo hiciera, estaba curiosa sobre el como un lobo podía transformarse en humano, soy fanática de esas películas. Pero eso es, ficción.

-¿Porqué debería cubrirme?

-Andas con las bolas al aire. Por eso.

-Solo estás tu

-Por eso

-Me aceptaste, aceptaste mi cortejo- ¡que mierda!

-¡No acepté nada!- permanecía en la cama  y este frente a ella mirándome desde arriba.

-Dijiste que era tuyo, la unión debe ser hecha- puto loco.

-Ahh mierda, no me digas que haces rituales, puta madre.- me miraba ladino.

-Iremos a mi manada

-¡Claro, te seguiré a una jauría de lobos para ser la cena, como no tengo nada que hacer! Mejor, lárgate de mi casa y evita la prisión, ¿tienen de eso con los lobos no?

-Un regente mientras los Siete tomamos el mando. Mi padre de hecho.

-Ya veo, niño de papi que se cree dueño de todo.- entrecerró los ojos, me miró fijo y sus ojos se tornaron dorados. -¡Mierda! Aléjate

-¿Es por el?- no entendía -Debo enfrentarme a muerte a tu alfa si tienes uno.

Está puto loco

-¿Es tu alfa? No huele como uno. Humanos- dijo acariciando cada letra. Olisqueó en el aire. -Eso que bebes no me deja olerte, no lo harás más. Toma tus cosas, el viaje será largo.

-Mira loco, no iré a ningún lado contigo. Puedes matarme si se te antoja. Que sepas que daré pelea. Encontrarán tu carne entre mis uñas. Te sacaré los ojos si es necesario.

-Un baño te quitará el olor.- se acercó y antes de reaccionar me había tomado nuevamente y alzado.

-¡SUELTAME MALDITO LOCO! ¡Maldito perro loco!

-¿Debo dar una caza a tu padre?- ¡que mierda!

-¡Ahh!

Había abierto la llave en agua fría totalmente y me había empapado sin poder evitarlo. Su cuerpo se pegaba al mio para someterme pero no parecía ejercer nada de fuerza, aún así no podía mover un músculo.

-No me violes- pedí cuando me olió el cabello y cuello, es enfermo. Un enfermo que le gusta oler.

-Eres Mía

-No soy, no soy.

-Dijiste- su nariz se acercó a mi mandíbula y mordió en ella haciéndome chillar, aún así su tacto no me hizo temblar de miedo como creía sino que encendió cada parte de mi cuerpo haciéndome gotear, y no por el agua. ¡¿Que mierda pasaba conmigo?! -Aceptaste mi cortejo, tomaste la caza que llevé para ti.- maldito loco.

-¿Tu llevaste ese conejo a mi trabajo?- lo sentí asentir mientras sentía como mi cuello era mordido por el. -¡Era un puto conejo muerto! ¡Loco de mierda!

-Te alimento, soy tu alfa.- estoy perdida.





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