Capítulo 18

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Me fui a casa hecho un lío, no se porque estaba tan reacia a mi cuando despertó. El arrepentimiento me carcomía, se que mi lobo estaba molesto pero no era razón para que la marcara de aquella manera.

Tampoco le vi mucho problema en el momento, hasta parecía disfrutarlo. -¿Como está?- aquello fue lo primero que escuché al cruzar la puerta.

-Mejor, ya despertó. Mañana voy a traerla a casa, podrás cuidarla aquí- besé su cien y esta me abrazó con cariño.

-¿Qué dijo sobre la propuesta?

-No alcancé a decirle. Ya sabes como es, arisca- golpeó mi pecho de manera juguetona.

-Esto es nuevo para ella. Es solo eso. ¿De verdad crees que acepte?

-Eso deberías saberlo tu- caminamos hasta el comedor. -Eres quien mejor la conoce.

-Se muestra dura. Pero es una mujer admirable.- comenzó a servir mi comida -Tenía un hermano menor, murió asesinado por una banda.- aquello era preocupante. -Ella no la pasó bien, estaba con una chica en ese tiempo y ella fue su apoyo. Luego descubrió que la chica también pertenecía a ese mundo y que fue ella quien entregó el paradero de su hermano.

-Vaya.

-Ella la denunció a la policía pero la sacaron. Entonces hizo un plan. Volvió a denunciarla, solo que esta vez regó el rumor de que ella era informante. Entonces su misma mafia la mató. Por eso es tan arisca y reacia a conocer nuevas personas. En quien se aferró era el enemigo.- lo entendía de alguna manera

Su desconfianza y rechazo. Más bien ella siempre estuvo dispuesta, solo reaccionaba a lo que yo le hacía y decía. Al rechazo de mi persona a la suya.

-Se lo que estás pensando. Solo debes disculparte con ella. Lo entenderá.

-¿Crees que sea tan sencillo?

-No lo será. Pero acabará aceptándolo. Se que quizás será extraño. Es decir, seremos pareja. Los 3, todos con todos- aquella manera de decirlo me hizo reír -Pero...se que acabará cediendo, solo debes portarte bien con ella y listo.

-Mmm

-Te amo

-Y yo a ti, no sabes cuanto.- la abracé, es increíble que luego de encontrar a mi mate y estar con ella mi lobo me permita estos sentimientos, los comparta también, porque de no ser así la hubiese rechazado en su celo.

Pero no fue así.

Y por más celos y enojo que sentí al inicio, ahora, considero ventajoso el hecho de que ambas estén involucradas de manera romántica.

Comencé a comer y esta dejaba suaves caricias sobre mi cabello, aquello siempre me relajó. -Preparé esto para ella.- me tendía una bolsa -Hay un pastel también, pueden compartirlo. Así se conocen un poco.

-Gracias Dulcesito de coco. Te amo

-Y yo a ti lobo gruñón.

Salí de la cabaña con una sonrisa en el rostro. Estaba decidido a cambiar la forma en la que me llevo con ella. Fui demasiado idiota. Ella dejó su vida, era un desastre, pero no dudó en venir, cual para Primero no fue así, ella vino dispuesta a intentarlo y fui demasiado ciego como para no notar lo que sentía por ella. Porque no era solo rechazo.

Había algo más. Algo más que estuvo ahí desde el inicio. Desde que mi lobo fue llamado, desde que su olor llegó a mí y se apoderó de todo mi ser.

No se me detuvo en el hospital pese a que ya había acabado mi turno, todos saben que mi humana está en la sección de betas.

Mi humana, se siente extraño llamarla así. Abrí la puerta luego de tocar, supongo que está en el baño, así que comencé a organizar las cosas para que coma.

Su olor era débil, como si estuviera desmayada. Abrí la puesta del baño por impulso pero ella no estaba ahí. El pánico me recorrió, ella no tiene permitido salir del cuarto. Así lo dejé dicho a las enfermeras.

-¡Mi humana! ¿Dónde está?- mi lobo no tardó en mostrar sus incisivos de manera amenazadora.

-¡No lo.. no lo se Segundo del...

-¡¿Donde?!- esto era inútil.

Aspiré, debía rastrearla.

Me convertí al apenas cruzar la puerta del hospital y comencé a correr con rumbo al bosque de donde viene su olor.

Mis patas no tardaron en correr con más rapidez pero el rastro se perdía. Escuché el aullido de Cuarto llamándonos a reunirnos para las rondas. Era muy noche.

Lo devolví, les informé que había sido raptada. Ella no se iría. Jamás haría algo así.

El rastro...

Perdí el rastro.

Los portales eran difíciles de esquivar, más por la rapidez con la que corría. Gruñí cuando un tronco lastimó mi pata, pero él rastro no regresó.

La había perdido.





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