Capítulo 1

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El viernes había llegado nuevamente. Ahora buscaba reseñas sobre bares o lugares para ligar que no estuvieran llenos de niños con aires de hombres.

Aunque por los acontecimientos pasados, en esta semana, quizás debería no ir, quizás, debería quedarme en casa.

Tampoco es que sea algo muy grave, es extraño más bien, siento que algo, alguien, me sigue, me mira. ¿Es el? Debe ser el. Si es así, debo ir, estar atenta. Si lo noto frecuentar el mismo lugar confrontarlo. Hacer un escándalo si hace falta, hacerlo parar.

Me detuve en el perchero con el vestido negro, lo probé sobre mi cuerpo y aquello se veía bien, no era mi mejor vestido, pero si me quedaba bien. Tenía unas aberturas en la cintura que la hacían un poco más pequeña, espalda abierta y hasta el cuello, no tan corto pero eso no le quitaba lo sexy.

Cuando coloqué mis zapatos estuve totalmente lista, así que tomé camino al nuevo bar. Era cerca de casa, bueno, no tanto, 15 minutos caminando, lo cual preferí, porque ahora me ayuda a despejarme y cuando regrese, si no encuentro a alguien que me guste, me servirá para bajar la borrachera que estoy segura voy a darme.

Tomé camino siendo guiada por el GPS mientras mis pasos firmes acompañaban su sonido, luego unos pasos me acompañaron y maldije por no haber notado lo solitaria de la calle. Estaba lo suficientemente lejos de la calle principal como para no ser escuchada, y los negocios que me rodeaban estaban cerrados por la hora.

Continué a mi paso mientras sacaba mí llavero de defensa personal del bolso, adentré dos de mis dedos en el y seguí caminado como que nada pasaba.

Pero los pasos seguían ahí.

Lentos, pausados, pero no paraban o desviaban.

Estaba a 3 calles pata alcanzar la principal cuando sus pasos ya no llevaban el mismo ritmo, entonces lo oí reír.

Tragué, y alejé mi mano del bolso, quería que me viera empuñando aquello, quería intimidarlo pero cuando sus pasos tomaron más fuerza supe que debía golpearlo y correr.

Me preparé aún al mismo ritmo mientras el no hacía más que aumentar su caminar, entonces giré sobre mis talones, pero cuando lo hice quedé helada al ver a 5 hombres detrás suyo.

Eran seis en total, pero juro que solo escuchaba a uno hasta ahora, la mirada burlesca en sus rostros me hizo estudiarlos.

Reconocí al hombre castaño del viernes pasado, el los lideraba, cuando planeaba acercarse a mí y mientras yo preparaba mi puño para impactarlo sobre su cara y mis pies para correr, algo más pasó.

Un lobo gris

Uno enorme como un oso, en mi vida había visto uno como el, se abalanzó sobre el hombre arrancando su cabeza de cuajo como si fuera cristal.

Los otros cinco se lanzaron sobre el lobo o así lo creí hasta que uno de ellos corrió con una rapidez inhumana hasta alzarme del cuello con intensión de asfixiarme.

En otra situación estuviera dichosa, pero ahora debía aflojar su agarre de alguna manera. Mi puño impactó contra su cara pero apenas se inmutó. Apretó más fuerte y mis oídos comenzaron a zumbar.

Entonces pateé su entrepierna y con aquel descuido volví a impactar mi puño en su cara, solo que esta vez una de las púas quedó incrustada en su ojo.

Aproveché aquello para escapar pero apenas había dado la orden a mi cerebro cuando este me tomó del pelo con intensión de terminar lo que había iniciado. Y fue entonces cuando el lobo cual aún peleaba con dos de los hombres se abalanzó sobre él mientras los otros dos lo intentaban someter.

Mi primer instinto fue correr hacia la calle principal, más porque vi al lobo arrancar las extremidades de los hombres con facilidad, cosa que seguro haría conmigo, corrí y escuché un claro aullido de dolor a lo lejos.

No pares

No pares

Me repetía en mi mente, pero mierda que no le hago caso a nadie, mucho menos a mí.

Acabé tomando un tubo de metal, ¡a ver si con eso podía defenderme!, cuando regresé dos de ellos aún yacían sobre el lobo, lo golpeaban con fuerza y este gruñia, no se en que momento o como. Pero logré empalar a uno de ellos.

Iré a la cárcel.

El tubo atravesó su estómago y cayó contra la pared aún empalando su cuerpo, pero lo que lo hizo dejar de luchar fue el zarpazo del lobo en su cuello casi despegando su cabeza.

Uno de ellos quedaba. Su furia era mayor a la de los demás. Cuando intentó venir a mi esperé el golpe, ya no tenía con qué defenderme pero el lobo pese a la sangre que lo empapaba y los golpes que claramente tenía lo derribó y con tres rápidas sacudidas lo lanzó al suelo.

El lobo se recostó sobre el suelo sin muchos animos, pero pronto se vió moviéndose en mi dirección, yo estaba sentada sin fuerzas sobre el suelo, no podía ser que quería atacarme, parecía más protegerme con todos ellos.

Debía llamar a las...

¡¿Qué mierda?! Sus cuerpos mutilados ya no estaban, solo quedaba la sangre del lobo esparcida y rodeándolo cuando se acomodó en mis piernas y entonces ya no era un lobo.

Debo haber visto mal.

Ahora no se si llamar al veterinario, a los paramedicos o al siquiatra.

Ese último para mí.









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⏰ Última actualización: Jul 14 ⏰

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