Capítulo 15

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Llegué a la cabaña cuando el amanecer estaba próximo. Mis pies pesaban pero extrañamente me sentía con energía.

Me encerré en el baño y alejé la sangre de mi cuerpo. Las gotas de agua fría me hicieron relajar los músculos y desear pasar horas envuelto en ellas.

Cuando cerré el grifo las escuché. La risa de la castaña y los quejidos de placer de la otra. Sus gemidos contenidos. Mi baño daba directamente a su cama. No estaban haciendo escándalo pero las escuchaba.

Mi oído lo permitía. Aquello me hizo poner muy duro. Guié mi mano hasta mi hombría y la apreté tratando de calmarme. No me bastaba con escucharlas, quería verlas, unirme.

Salí de la ducha y me encaminé hasta su cuarto. La puerta abierta me invitaba a pasar pero no lo hice. Las observé.

Las manos de Dulce estaban atadas y las sogas envolvían sus piernas para mantenerlas abiertas y entonces se ataban al respaldo.

La otra tocaba sus pechos y comía su centro, entonces levantó la cabeza y me observó mientras lo hacía. Lo hizo de manera burlona. Entonces me vine. Lo hice follando mi mano, porque mi cuerpo fue codicioso y deseé no solo mirar, también quise liberarme.

Pero ver a Dulce retorcerse con ojos cerrados y librando su cuerpo en un intenso orgasmo me hizo perder totalmente las fuerzas.

Mi respiración se cortó y aspiré. Ambas tan dulces y excitadas. Mi lobo rasguñó por salir, mi pecho ardió y lo dejé tomar el control.

Y ahí estaba, observando mientras mi lobo reclamaba lo que es suyo.

Las venas en mis brazos crecieron y mi polla incrementó su tamaño. Mi celo había llegado.

El calor que envolvía la habitación se concentró solo en mi cuerpo y gruñí a ambas. Una abrió los ojos y planeó moverse. No lo logró. -Mayra tienes que soltarme- dijo y escuché la cantarina risa de mi lobo, con burla.

Tomé del pelo a la castaña y la alejé del centro de la otra. Su boca estaba totalmente apetecible con los jugos deliciosos de Dulce, la probé. Lamí sus labios y comí su boca, aquello se sintió demasiado bien.

Tiré de ella para que volviera al centro húmedo de la otra y la insté a comer. Luego volví a tirar de ella para probar yo también. -Házselo- besé su cuello y la dejé ir hasta la otra, lo hizo. Arrodillada.

Estaba tan desnuda, tan húmeda. Aproveché aquella posición y entré en ella de manera rápida sacándole un chillido doloroso contra el coño de la otra cual nos veía follar sobre ella.

La castaña se sostuvo de las piernas abiertas de Dulce cuando notó que por más que intentara zafarse no lo lograría. Y se dedicó a recibirme.

Apenas podía sentir la poca cordura que le quedaba a mi lobo. Apenas...

Mi mano fue hasta la de la otra, guié ambas manos hasta la intimidad de Dulce y comenzamos a tocarla. Aquello era demasiado para lo sensible me se encontraba. Acabó teniendo un orgasmo con aquello. Yo también quería irme muy duro en el interior de Mayra.

Sentí mis dientes picar por ella y los enterré en su hombro mientras incrementaba mis movimientos.

-¡Me mordió!- la apreté más contra mi cuerpo cuando trató de moverse. Y me guié por lo bien que se sentía estar dentro de ella y deslizarme de aquella manera, llegar hasta el fondo y regresar. -Ahhh- mordió la piel de Dulce mientras me apretaba la polla con su orgasmo.

La rompí con más ganas. Mi orgasmo no llegaba.

Mis garras salieron, la soga quedó deshecha en segundos y cuando salí de la castaña esta cayó desplomada contra la cama.

-Tan Mía- ni siquiera se a cual de las dos iban dirigidas aquellas palabras de mi lobo. El interior de Dulce me recibió con humedad palpable. -Eres Mía- mi mano fue al cuello de la castaña y mi lengua a su boca hasta robarle el aliento mientras profanaba con dureza el interior de a quien amo.

Me vine tan bien y tan duro que solo dejé ir un poco dentro de ella. Salí de su interior y acabé por vaciarme sobre su tetas y coño. Entonces así, tan llena y chorreante. Apreté el cuello de la castaña y la acerqué. -Saca la lengua- demandó mi lobo y lo hizo.

La hice correr su lengua por sus pechos y luego ir hasta esa chorreante y caliente intimidad. La vi lamerla. Chuparla y morderla. A la otra la vi retorcerse, la escuché gemir.

Estaba volviendo a ponerme duro, comencé a frotar mi polla semi dura contra su intimidad mientras su boca se encontraba entretenida y aquel hecho me hizo ponerme totalmente duro.

La hice alejar y recostarse, tiré de Dulce y entré en ella luego de dejarla a la orilla de la cama y entonces me tiré sobre su cuerpo hasta abrir las piernas de la otra y probar su intimidad.

Dulce era lo suficientemente baja como para permitírmelo y la otra lo suficientemente flexible.

Aquel sonido de ambas gimiendo era tan gratificante que me hizo ir con más fuerza y ganas hasta que obtuve lo que tanto deseaba.








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