Capitulo 90 Blanco, negro y Enid

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Si alguien pudiera describir la vida de Merlina antes de sus dieciséis años diría que era en blanco y negro, los primeros recuerdos que tenía de su joven vida eran en el mismo color, variando entre tonos mates y grises y otros mucho más brillantes y oscuros no hacían la gran diferencia a lo anterior.

Todo cambio cuando Enid llegó a su vida y su penosa y monocromática existencia se torno de colores y vitalidad, la felicidad de la lobita le ofrecía un gran matiz de rosas y morados que a veces cambiaban a prismas difíciles de observar.

Ahora el color en su casa no había cambiado mucho.... Excepto por una habitación en particular... su oficina.

No se alejaba para nada del decorado de la casa, tenía un amplio escritorio negro con varias plumas fuente de diferente color y animal como de quetzal y guajolote regaladas por supuesto por su mejor amiga mexicana, en la pared detrás de su silla de escritorio había tres cabezas de animal cazadas por algún addams: una de jabalí, otra de ñu y una última de hipopótamo, en el escritorio también descansaban dos máquinas de escribir, una embrujada y su usual máquina negra de los años ochenta, hojas apiladas y bien formadas en un archivero y cuatro fotos en cuadros de colores

La primera era de Enid y ella tomadas en sorpresa después de ganar la competencia de la copa Poe en su escuela Nunca mas, la segunda era de august y Enid cuando el bebé era amamantado en su primer mes de edad, la tercera era de Merlina y Gabrielle en su primer papilla de carne de jabalí y la última era una foto en blanco y negro del día de su boda con toda la familia detrás.

Pero no eran las únicas fotos... el tapiz negro fue cubierto por millares de fotos de sus hijos y de su esposa, la mayor parte de la pared ya había sido ocupada pero aún faltaban más historias por contar– ¿Esta bien aquí cariño?– pregunto Enid encuadrando el nuevo cuadro donde august tocaba el piano con dedos brincando en los bemoles

–te dije que bajarás, yo podía bien colocarla – dijo Merlina de mala gana, la verdad era que la ponía nerviosa verla sobre la escalera tan alta – baja de ahí, vas a lastimarte – Enid había llegado al término de su último trimestre y esperaban a que él bebé rompiera fuente para correr al hospital en cualquier momento

–eres una dramática, estoy bien ¿ves?– dijo bajando hasta saltar hacia Merlina – eres muy sobreprotectora – Enid beso la nariz de su esposa quien no quitaba su mirada dura y de disgusto– me encantas–

–tu eres una necia, desde que cumpliste tus días solo estoy esperando el momento, si sigues así le diré del doctor que no utilice anestesia –

–como si eso cambiará algo, ya he tenido dos, creo que el próximo saldrá caminando – dijo bromeando Enid tomó la mano de su mujer y salió de su sacrosanta oficina– ahora vamos aún tenemos que limpiar la bóveda familiar – como era de esperarse, Homero y Morticia habían dividido su fortuna para heredar a sus nietos una buena cantidad de su tesoro así que ya había más bóvedas que ordenar, ese día en particular le habían dado el día libre a largo quien había salido de la casa más a fuerza que de ganas siendo llevado por Pericles y Teresa al parque trayendo consigo a sus sobrinos y dedos a cuestas, prácticamente habían quedado solas en casa ya que Homero y Morticia habían tomado unas vacaciones en el triángulo de las bermudas mientras su abuela y Lucas estaban de compras por la ciudad

Melina tomó el libro indicado para activar el funcionamiento de la puerta que se abría llevándolas hacia la escalera de caracol, bajando tiró de la cadena de hierro y 51 eslabones con agarradera en triángulo que las llevaría al tobogán, Enid por supuesto levantó las manos en completa felicidad mientras su esposa bajaba con sus brazos cruzados sobre el pecho

Las lunas de Nunca MasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora