산 1: El principio del fin 산

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Anteriormente...

Se puso un hanbok naranja limpio y perfecto, e incluso se arregló. Salió a media mañana y comenzó a caminar por el centro de la ciudad.

Le gustaba salir con Jeonghan por la ciudad, ya que su amigo disfrutaba mucho de mirar por todas partes, o de hablar con los niños que corrían por todas partes. A veces se sentía triste al verle, porque se notaba que había tenido un pasado muy duro.

Paseo con más lentitud al recordar a Jeonghan. Era el único amigo de que tenía y le dolía separarse de él.

- ¡Señor mandarina!- grito un niño de pronto.

Seungkwan se detuvo, observo al niño y enseguida sonrió. Se agachó a su lado a pesar de saber que podría ensuciarse de tierra, pero no le importo.

- Hacía mucho tiempo que no le veía.- dijo alegremente el niño. No debía tener más de seis años, vivía en el orfanato que había a unas calles.- ¿Dónde está el señor bonito que va de rosa?

- Oh, él...- dudo.- Estará ocupado por un tiempo. Yo también me alegro de verte, ¿has jugado mucho estos días?

- ¡Sí!- continuo con su semblante alegre.- Mis maestras del orfanato dicen que debo leer un libro antes de terminar el verano, pero... se me da muy mal.- comenzó a explicar.

- Oh.- Seungkwan entonces bajo su vista al pequeño y corto libro que el niño llevaba en sus manos.- ¿Quieres que te ayude a leerlo?

- ¡Sí, por favor!- el niño le tendió el libro con una sonrisa y Seungkwa se animó.

Tomo el libro y se enderezó. Condujo al niño a una zona en la que no hacia tanto sol y ambos se sentaron en un pequeño banco de piedra. El niño se había sentado muy cerca suyo, casi sobre él, pero a Seungkwan no le importaba.

Abrió y acomodo el libro de una manera que el pequeño pudiera verlo y comenzó a leer las cortas frases que había bajo las ilustraciones.

A dos calles de allí, una mujer buscaba con urgencia al único niño que faltaba para entrar a comer. Pero en la calle no había nadie, y ella sabía que el niño estaría correteando por allí.

Por lo que, no dispuesta a buscarlo sola, detuvo a la primera persona que vio por la calle y pidió su ayuda.

- Si no es mucha molestia, ¿podría ayudarme a buscar a un niño? Es pequeño y va vestido de azul, debemos comer ya y los otros niños del orfanato tienen hambre.

El hombre al que había parado, era posiblemente diez años más joven que ella. Se pensó que le diría que no, que podría tener algún lugar al que ir con urgencia, pero para sorpresa de la mujer, el chico acepto.

- Claro, yo la ayudo.- acepto el chico de cabellos castaños, vestido con un hanbok negro y con una katana a su lado derecho.

Era su primer día como vigilante en las calles, y el joven estaba muy feliz de que alguien hubiera pedido su ayuda, a pesar de que era algo tan simple como buscar a un niño huérfano.

Enseguida recorrió las calles cercanas mientras la mujer de antes cuidaba a los otros niños. Al principio no lograba verle por ningún lado, y cuando pensó que fracasaría en una misión tan simple, pudo escuchar la risa del niño.

Estaba sentado en un banco, era pequeño e iba vestido de azul. Estaba claro que era él, pero no estaba solo. Fue entonces que noto a la persona vestida de naranja a su lado.

Un chico joven que le leía un libro. El pequeño de seis años parecía estar pasándoselo bien, pero su maestra seguía preocupada, por lo que debería avisar que debía ir con ella.

Sourest // BooChanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora