산 9: Un suceso repentino 산

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Aquello no podía estar pasando.

Trato de centrarse e ignorar el hecho de que ese hombre lo había obligado a ir con él y que había tirado a Jeonghan al suelo de un empujón.

Lo subió a un coche y este arranco enseguida. Todo se mantuvo tenso y en silencio hasta que el coche volvió a detenerse. Prefería no pensar en nada y dejar que la situación se solucionara con palabras y tranquilidad.

Se bajó del coche por voluntad propia, y frente a una enorme mansión pudo ver a su madre en las puertas del lugar. Cuando la mujer le vio, enseguida se tensó y se acercó corriendo hacia él. El hombre que lo había arrastrado hasta allí no puso objeción.

- ¿Madre, que significa todo...?- trato de preguntar, totalmente desconcertado al ver a su progenitora allí.

- Por fin lo he conseguido, cariño.- respondió esta, sin siquiera querer escucharlo.- Ahora formarás parte de una buena familia y podrás servir para algo. Ese don que dios te dio...- su madre puso una mano en el estómago de Seungkwan.-... por fin será de utilidad. Debes ser obediente, hijo, prométeme...

- Suficiente.- interrumpió el hombre, agarrando a Seungkwan del brazo y tirando de el hasta el interior de la casa.

Seungkwan pudo ver a duras penas como la reja se cerraba y su madre se quedaba fuera. Enseguida se vio dentro de aquella casa, rodeado de sirvientas y con los ojos de ese hombre sobre su cuerpo.

Si aquello era verdad... su madre lo había vendido a una familia por su don. ¿Cómo habían logrado enterarse ellos de su don? ¿Por qué su madre había hecho una cosa así y sin avisarle? Ella no haría eso, ¿verdad?

- Debemos ir a asearlo.- aviso una de las mujeres, cuando el hombre se marchó.

- ¿Asearme, para qué?- pregunto desconcertado.

- Para que pueda verse lindo cuando conozca a su prometido.- respondió ella, como si de verdad fuera el mejor día de su vida.

Seungkwan no puso resistencia, no porque permitiera todo aquello, sino porque estaba tan sorprendido y tenía tantos pensamientos en su cabeza, que no era capaz de enfocarse en una sola cosa.

Lo arrastraron por las escaleras, lo metieron en una habitación grande y espaciosa y comenzaron a vestirse con buenas ropas, arreglaron su pelo, rostro, imperfecciones e incluso lo depilaron. No quiso preguntar por qué.

Durante la horrible hora que lo arreglaron por todas partes, simplemente pudo agachar la cabeza y llorar. Algunas de las criadas trataban de consolarlo dándole palabras de aliento y diciéndole que ahora sería feliz, mientras que otras simplemente no decían nada porque sabían que él no quería estar allí.

- ¡Ya llegó!- anuncio una mujer, entrando a la habitación.- ¡Llevadlo al piso de abajo!

Volvió a ser arrastrado y finalmente llego a la sala de estar. Era grande, con enormes ventanales y muebles sofisticados y caros, el aire olía a limpio y hacía algo de frío.

Las mujeres desaparecieron, y, en cambio, volvió a aparecer el hombre que lo había llevado hasta allí. Este simplemente le miro con seriedad y se relamió los labios.

- Beom Hyungjeong, puedes llamarme simplemente señor Beom.- se presentó.- No te dirijas a mí si no es de vital importancia o si no te lo he pedido. Obedece a todo lo que se te diga y no quiero ver una sola arruga en tu rostro. He pagado mucho por ti, y quiero que seas útil.

No respondió.

Sus ojos viajaron directamente a la persona que entro a la sala. Hombre de no más de treinta, buenos ropajes, era bonito, pero se parecía mucho al hombre que lo había obligado a venir, y tenía la misma mueca de desconcierto que él al inicio.

Sourest // BooChanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora