산 4: Los hombres no lloran 산

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Chan se encontraba sentado en la sala de los Choi, a su lado estaban charlando la señora Choi, Boo y su madre, sobre temas que no le interesaban. Lo único a lo que prestaba atención era a ese castaño al otro lado del vidrio.

Seungkwan estaba leyendo en el jardín, tan concentrado que no había siquiera entrado a saludar. A Chan realmente no le había importado, prefería observar a Seungkwan desde lo lejos, siempre le gustaba más.

Aquellos últimos días Seungkwan parecía mucho más susceptible, todo le molestaba, se enojaba muy rápido y no lo quería cerca, por lo que había preferido mantener algo de distancia. Y eso le había ayudado a darse cuenta de algo.

Seungkwan era... mucho más bonito y llamativo si lo observabas detenidamente y en silencio. Cuando estaba en su momento más tranquilo, era una persona que llamaba la atención y te provocaba una sonrisa.

Chan vio a Seungkwan sonreír, seguramente por algo que estaba leyendo. Lo vio cerrar el libro y dejarlo a un lado, y prosiguió a mirarse los pies por más de cinco minutos seguidos, sin hacer nada más. Chan se puso a pensar en que podría haberle pasado cuando lo vio levantarse.

También se levantó, mirando a las tres mujeres.- Disculpen.

Sonrió y salió de la habitación, siguiendo a Seungkwan a donde quiera que estuviera yendo. El menor salió de la Mansión y no pareció darse cuenta de que estaba siendo seguido.

Se detuvo al principio de una calle, y Chan temió haber sido descubierto, pero se relajó al ver que Seungkwan se agachaba para recibir a un niño pequeño en sus brazos. En aquella calle había un orfanato.

El castaño parecía llevarse muy bien con los niños, el pequeño le regalo a Seungkwan una flor y después se fue a jugar con otros niños que había allí.

Seungkwan se levantó y pasaron algunos segundos hasta que se giró hacia donde estaba Chan.

- Eres muy malo siguiendo gente.- se dirigió a él.- Vamos, sal.

Chan acató la orden y enseguida estuvo a su lado, observando también a los niños que jugaban. Dejo el sentimiento de vergüenza de lado y hablo.

- ¿Por qué has venido aquí?- pregunto.

- Estaba leyendo un libro.- respondió, mirando la flor que le había sido dada.- Era sobre la maternidad, la señora Choi me obligo a leerlo. Pero me aburrí y vine aquí.

Chan recordó las palabras de su madre el día que conoció a Seungkwan. Habían ido a casa de los Choi y su madre había señalado al chico que estaba haciendo la colada.

- Él es tu prometido.- explico ella.- Será un buen amo de casa, y su don es la fertilidad. Es la persona perfecta que estábamos buscando.

¿Puede que Seungkwan... supiera que se estaban aprovechando de eso y por eso no quería casarse? Hasta cierto punto, a Chan también le parecía un poco rastrero.

- Seungkwan...-

- Oye, Chan.- lo interrumpió el otro, y se giró a verle con una sonrisa amable, la primera que veía en semanas.- No quiero hacer que nuestra relación se vuelva incómoda, pero... pueda que haya comenzado a sentir algo.

Chan pestañeó varias veces.- ¿Sentir... algo?

- ¿Sabes lo que son los sentimientos?- se burló, completamente divertido a pesar de que acababa de confesarse.- No le des muchas vueltas, realmente es algo simple.

- Sí, es solo que... no pensé que precisamente tú fueras de esos que se confesaban de la nada.- admitió.

- Te estás ganando un buen golpe...- amenazo.

Sourest // BooChanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora