Despertarse al amanecer era lo último en su lista luego de la noche anterior, sin embargo al momento en que los rayos del sol rozaron su rostro no tuvo más remedio que despertarse. A su lado, Robert descansaba tranquilo aun con los ojos cerrados.
Dios. Que noche. Pensó. No creía haber estado tan asustada como al momento de verlo inconsciente. Gracias a Dios, no había sido tan grave y todo quedó en un muy, muy mal golpe. Sus ojos irrevocablemente fueron a parar al moretón de su hombro. Auch. Lucia como que dolería horrores y que estaría todo el día agarrotado. Pero además de eso no pudo encontrar mayor cosa, respiro aliviada.
Luego su mirada se dirigió más abajo, hacia su marcado abdomen. No solo por el obvio ejercicio que hacía, sino por unas cuantas cicatrices blanquecinas más. Anoche había dicho que había tenido accidentes peores, sin duda por su paso en el ejército pero ella realmente no sabía que tan mal habían sido. Sus manos recorrieron una en su costado.
—Esa fue por el roce de un cuchillo. No rozo nada importante, pero me dolió como el infierno. —La voz enronquecida por el sueño de Robert la sobresaltó. —Buenos días.
—Hola. —respondió. —¿Cómo te sientes?
—Como si me hubiera caído una lámpara de treinta kilos encima. —hizo una mueca. —Pero bien, supongo.
—Es un alivio. —volvió a recorrer su cuerpo. Con temor a desencadenar algo incómodo pero con la necesidad de aclarar sus dudas, pregunto: —¿algún día me contaras de tus días en el ejército, Robert?
—Fue hace mucho tiempo. —dijo con voz monótona. —perdí a mi escuadrón. Nos emboscaron. Un grupo de rebeldes nos lanzó una granada.
—Oh Robert...—apenas podía contenerse para hablar, pero callo, esperando que continuara.
—A partir de allí todo se fue a la mierda rápidamente, disparos, peleas, detonaciones... Ya no tengo pesadillas pero juro que puedo escucharlos algunos días, con solo cerrar mis ojos. —Sky miro su rostro, con los párpados cerrados aún se podía ver el dolor en él. —Fue horrible. Para no darte detalles sangrientos, mi equipo murió en el ataque. Realmente no teníamos chance contra el convoy pero lo intentamos. Al final, —se tocó una herida redondeada justo por encima de su pectoral derecho. Skylar lo capto junto a otra más arriba, cerca de su hombro. — estoy seguro de que sobreviví porque me dieron por muerto.
Abrió los ojos enfocándose en ella.
—Ese disparo debió matarme, pero por fortuna llegó un equipo de rescate y me trasladaron a un hospital. La herida no había perforado nada grave, pero había perdido mucha sangre. Me dispararon aquí y en mi hombro, me dieron de baja médica porque no tenía las mismas capacidades para sostener un rifle, dolía y me temblaba el brazo casi todo el tiempo que lo intentaba.
—Debió ser muy duro para ti, Robert. —acaricio su rostro con apenas un rastrojo de barba cobriza. —Horrible. No solo perder a tu equipo sino también, tener que pasar por el duelo de dejar el ejército. He oído que no es fácil.
—No lo sé, realmente no lo lamente tanto. Creo que, incluso con todas mis capacidades, no hubiera renovado. No podía sin mi grupo. —con su mirada gris fija en ella, dijo con voz llena de pesar. —Lo que se vive allí es horrible, cualquier persona cuerda perdería la cabeza. Si le sumas las cosas que ya había vivido al ataque, no me quedaron más ganas de volver. Solo quería paz.
—¿Te sientes responsable por sus muertes? —era una pregunta bastante profunda, pero necesitaba saber que pasaba por su mente.
—¿Culpable? La culpa es algo muy curioso. —llevo su mirada al techo. —En su momento me sentí culpable por no morir con ellos, por no haber sido capaz de evitar el ataque o de no haberlo visto antes. De no poder continuar... tanta culpa.
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La amenaza más dulce.
Любовные романыEntre Robert Cambell y Skylar Maters, al instante de conocerse comienzan a saltar chispas entre ellos, aunque no siempre sean las chispas que todos esperan desde el inicio. Esta es una historia llena de romance, risas, drama y un poco de suspenso, q...