Capítulo Doce.

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Lo prometido es deuda. Disfruten

Era una maldita tentación.

Ahí sentada, sus labios ligeramente abiertos, su respiración acelerada y sus parpados prácticamente cerrados, mientras su mirada estaba fija en su rostro, era como una fantasía hecha realidad. Después de que ayer lo ignorara hoy luego de haber solucionado unos detalles en su trabajo, se había dirigido directamente aquí. Ni loco iba a dejar que ella se saliera con la suya. Sabía que él le atraía y cuando entro a la cocina y la vio comiendo la crema batida... Joder. Se puso duro al instante.

Quería sentir su boca recorriendo su cuerpo y sus labios alrededor de él.

—No...

—Decisión tomada, muñeca.

Acortando la distancia unió sus labios con los de ella. Era como besar algodón de azúcar, sus labios eran suaves y su sabor... no sabía si era por la crema que había estado comiendo antes o su sabor natural, pero era dulce como el azúcar.

Dejando sus manos vagar por su cuerpo, enredó una de sus manos en su cabello mientras la otra se deshacía del batidor que estaba guindando en la mano de ella, quería que ella recorriera su cuerpo con sus manos, como él había fantaseado.

Sky se había quedado paralizada bajo sus labios pero cuando él empezó a dejar pequeños mordiscos por su labio inferior, fue como si un interruptor se encendiera. Enseguida sus manos se movieron por su cuerpo y sus piernas se separaron —oportunidad que tomo él para colarse más cerca y tirar de ella hasta el borde de la mesa— ninguno parecía tener suficiente del otro.

Skylar intentaba atraerlo hacia ella, con sus brazos alrededor de su cuello y sus manos tirando de su cabello, lentamente guio sus labios por su cuello y cuando ella se inclinó hacia atrás dándole libre acceso, comenzaron a rastrillar sus dientes por él:

—Dime, muñeca. ¿Quién te hizo compañía anoche?

—¿Mmm? —dejo escapar un gemido cuando él ejerció un poco más de presión al morderla. —No-o había nadie—estirando la última silaba enredo sus piernas en su cintura.

—No me mientas, muñeca. —envolviendo uno de sus senos en sus manos lo acaricio lentamente. —Joder son perfectos. Dime y no me detengo.

—No lo hago, no había nadie. —Alejando sus manos de ella, se inclinó hacia atrás mirando fijamente sus ojos castaños nublados por el placer. —No, —lamento— no pares.

—Dime la verdad.

—No había nadie. Era yo jugando contigo. ¡Lo único que me mantiene caliente en las noches es mi cobija!

—¿Qué?

—Nadie estuvo conmigo. —rozando sus labios juntos dejo escapar un suspiro. —Ahora...¿puedes volver a besarme y tocar mis pechos? Por favor.

¿Quién se podía resistir a una súplica tan dulce?

—Muñeca... —quería extender este momento lo más posible, sin embargo si quería llevar esto a otro nivel sabía que debían trasladarse a otro sitio. —Quiero esto tanto como tú...

—¡No! —su voz era un susurro pero pudo escuchar el lamento en ella. —No digas que debemos dejarlo aquí, Robert. No hagas que me arrepienta de esto. Se siente demasiado bien.

—Ey muñeca, —Entre sus palmas tomo su rostro y lo acerco para un ligero beso. —no quiero detenerme. Pero debemos ir a otro sitio, no me siento cómodo... haciendo estas cosas en tu cocina.

—Oh. —mirando a su alrededor, Sky se percató que en su momento de lujuria habían tirado las cosas hacia el suelo y la bolsa, junto al batidor lleno de merengue estaban en el suelo, junto un desastre blanco. —Me sorprende que no escuche nada.

La amenaza más dulce.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora