Capítulo Trece.

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La mañana siguiente Sky estaba en su cocina preparando su desayuno, le había escrito a Greg para que abriera la tienda por ella, aprovechando que tenía listo los productos del día y que no necesitaba de ella había decidido pasar la mañana en casa.

Había dormido bien, aunque en sus sueños fue recurrente la aparición de unos ojos grises. En definitiva la decisión de ser solo amigos había quedado atrás y se sentía genial con que fuera así, pero le gustaría aclarar que era todo eso, se estaba permitiendo vivir el momento con respecto a Robert y todo lo referente a él. Escucho el sonido de fondo del teléfono de su casa sonar, sabía quién era, solo haba una persona que llamaba por esa línea:

—Hola abuela.

—Hola niña, ¿Cómo estás? —Su abuela tenía setenta años pero le gustaba creer que tenía cuarenta. No había una palabra correcta para describirla, estaba en un constante cambio y nunca se paraba.

—Bien, ¿que tal Florida? —Tomando una tostada escucho los chismes del centro, le gustaba hablar sobre quien haba visitado a quien, si había alguien nuevo y los últimas adquisiciones del sitio. — ¿Puedes creer que a Gloria la dejan tener un perro junto a mi habitación? Es decir, no toman en cuenta que puedo ser alérgica.

—No eres alérgica, tuviste un perro de niña—no sabía porque, pero desde el momento en que la famosa Gloria entro a la vida de su abuela, ella no toleraba nada que hiciera la pobre anciana.

—Eso fue hace mucho tiempo. Las cosas cambian. La otra noche el animal...—Amaba a su abuela y su locuras pero algunas veces su drama la superaba. ¿Cómo será estar distanciado de tus padres? No podía imaginar haber crecido y mantener una relación puramente cordial con su familia, le parecía algo...triste. Si. Aunque Robert no parecía tener conflicto en esa área, pero si en su historia como militar.

No había tenido contacto antes con algún exmilitar, pero no era secreto para nadie que las cosas a las que estaban expuestos no eran precisamente buenas.

—¿Niña? ¿Sigues ahí? Este maldito aparato nunca funciona bien. ¿Hola?

—Si abuela, sigo aquí.

—Bien. Te estaba diciendo que Lilian, tiene un nieto muy guapo y se que no te gusta que te haga citas pero resulta que él se acaba de mudar a la ciudad y yo pensaba que...

—Que nada abuela, no me hagas citas con desconocidos.

—No es un desconocido, es el nieto de Lilian...

—No abuela. Fin.

—Bueno pues lastima, te quedaras solterona.

—¡No me quedare solterona! ¿Por qué todos están interesados en mi vida amorosa? Es más, estoy viendo a algui...—Muy tarde Sky, ya caíste.

—Estás viendo a alguien. —no era una pregunta. — ¿Y no me dijiste?

—Bueno abuela, es mi vida privada...

—¡Ni que me interesara el tamaño de su espada!

—¿Espada?

—Si niña, ya sabes: espada, lanza, en fin su pene.

—¡ABUELA! No basta, es muy temprano para esto. Hablamos luego. —colgó rápidamente y rompió en risas. Su abuela era todo un personaje. ¿Cómo se le ocurre llamarlo espada? Se le hacia tarde para ir a la pastelería, rápidamente se bañó y se puso un lindo vestido amarillo, estaba camino a la puerta cuando de esta se escuchan uno golpes. —Un segundo. —abriéndola se encontró cara a cara con un ramo de flores. —¿Hola?

—Hola, entrega para Skylar Masters. —entregándole el formulario rápidamente lo firmo y recibió las flores. ¿Sería posible?

Rápidamente las llevo a la mesa de la cocina y busco un jarrón con agua para ponerlas. No eran sus flores favoritas, ni de cerca. Eran rosas azules, no es que fueran feas, ni mucho menos, simplemente no le parecían flores naturales o que representaran algo. Tomando la tarjeta colocada sobre ellas ponía: Ayer lucias hermosa, espero descansaras. No estaban firmadas pero ¿sería posible que fuera de Robert?

La amenaza más dulce.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora