Capítulo Catorce.

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Estaban en su casa comiendo comida china para llevar, había invitado a Robert por primera vez a entrar en su apartamento. De una forma extraña él encajaba y desencajaba el mismo tiempo en su entorno, como siempre cargaba pantalones de vestir y una camisa impecable, mientras que ella llevaba una falda larga, una camiseta y un suéter. No parecían encajar el uno con el otro a simple vista.

—Me gustaría que conocieras a AK. Creo que le agradarías.

—¿Ah si? ¿Por qué lo crees?

Ella estaba sentada en el sofá mientras que el estaba apoyado en el suelo con su espalda contra la mesa de café, la escena era tan doméstica.

—Me agradas a mi y estoy seguro que le he hablado muy bien de ti.

—¡Oh!¿ hablas con tú perro sobre mí? Espero que puras cosas buenas.

—Bueno puede que le contara sobre aquella vez que me insultaste...

—Oh vamos, deberías superar eso. Deja el pasado correr.

—Mira quien fue ha hablar, hoy me llamaste acosador.

—Bueno, pues si. —Dejando que en su voz se notara la obviedad, continuo: —Estabas esperando a que llegara a mi casa, con una bolsa de comida. Lo aprecio. Pero es medio acosador.

—Por primera vez.

—¿Ah si? ¿Y las otras cosas?

—¿Otras cosas? ¿De que...

Los golpes en su puerta lo interrumpiendo, poniéndose de pie Sky aviso:

—Si son mis amigas de antemano me disculpo, Eli corrió la voz de que estaba viendo a alguien y están queriendo conocerte. —Escucho su risa mientras abría la puerta, pero en definitiva no eran sus amigas. —Adam. Hola. —Eran cerca de las diez de la noche, no esperaba verlo a esta hora. — ¿En qué te puedo ayudar?

—Hola, Sky. —Su mirada la recorrió de arriba abajo. —¿Cómo estás?

—Bien, ¿necesitas algo? —Sus ojos se detuvieron momentáneamente en sus senos, haciéndola sentir expuesta, cuando se cerró el suéter, Adam sonrió.

—¿Acabas de llegar de la pastelería? —Parecía intentar mirar detrás de ella, buscando algo dentro de su apartamento —¿Te gustaría venir a tomar algo? Tengo café, té, jugo. ¿Qué dices?

—No, gracias. Estoy ocupada.

—¿Muñeca? ¿Todo bien? —Frente a ella, Adam miraba fijamente a su espalda donde apareció Robert. —Hola.

—Veo, que tienes compañía. —su voz había se había vuelo más baja, casi como si susurrara par el mismo. —Supongo que otra vez será. Adiós, Skylar nos vemos pronto. —ignorando completamente la presencia de Robert, dio media vuelta y se adentró a su casa.

Si antes me parecía raro...

—¿Quién era? —La voz de Robert la Saco de sus pensamientos, estaba parado a unos pasos de ella con el ceño fruncido, tan extrañado como estaba ella.

—Mi nuevo vecino. —Dejando salir un gruñido como si de un animal se tratara Robert tiro de ella hacia un abrazo.

—No me gusto como te miro. —Empezó a dejar pequeños besos a lo largo de su cuello. —Quiere algo contigo.

—No quiere nada conmigo. —Dejándose hacer, permitió que la llevara lentamente hacia el sofá, donde se dejó caer con ella aun en sus brazos.

—Si lo quiere. Pero eso es tema para otro día. Mis amigos quieren conocerte también.

Sintiéndose un poco tímida pregunto:

—¿Cómo te sientes sobre eso?

—No me molesta. De hecho estuve reteniéndolos de no aparecerse en Tasty Sky. ¿Te conté que ellos se comieron la torta del primer día?

—¿Qué? No.

—Si. Me dejaron una mísera cucharada. Esa era mi recompensa y ellos se lo comieron.

—Pobre bebé...—no pudo aguantar mucho más la risa al escuchar su tono indignado. —Después comiste bombones. Exclusivos esta de más decir.

—Si, pero ese pastel era como un pedazo de cielo.

—Lo se. Es muy bueno. La próxima vez te guardare un trozo, ¿quieres?

—¡Si, demonios, si! —dejo salir un exagerado gemido de placer mientras la besaba.

Desde lo que sucedió hace tres noches no habían tenido más que unos pequeños besos compartidos aquí y allá cuando se veían, lo cual se las pocas veces se habían reducido rápidamente por el evento que Robert estaba organizando y ella no tenía exactamente horarios flexibles, algunas veces él se apareció para acompañarla del trabajo hacia su apartamento y aprovechaban de ese momento juntos para hablar y conocerse mejor, cuando se despedían era que realmente tenía oportunidad de besarse. Cosa que agradecía enormemente.

Robert deslizo una de sus manos en su cabello mientras que la otra descansaba sobre la curva de su trasero, desplazándose entre su camiseta y tocando piel con piel. Los labios de el eran definitivamente una adicción, es decir, debía ser un delito que ese hombre besara como lo hacía.

Recorriendo su labio inferior con su lengua, escucho como él gruñía y le permitía acceso. El sabor del vino que estaban tomando todavía se podía sentir mientras dejaba que sus lenguas jugaran entre sí. Sin darse cuenta ambas manos estaban ahora bajo su camiseta subiendo hasta encontrarse con su brassier y haciendo nuevamente el camino hacia abajo.

—Deberíamos llevar esto a tu habitación. —su voz era mucho más profunda, enviando un escalofrío por su cuerpo.

—Estoy de acuerdo.

Tirando para ponerlo de pie, lo guio hasta que estaban parados frente a la puerta de su cuarto, antes de que pudiera entrar él tiro de ella cuando noto su vacilación:

—No tenemos que hacer nada, Sky. ¿Lo sabes? —Apreciaba su preocupación por ella, realmente la hacía sentir especial.

—Lo sé, Robert. Solo estoy nerviosa. Ha pasado un tiempo para mí. —Hace unos momentos estaba acostada sobre él y unos días antes había estado a punto de profanar su amada cocina con el mismo hombre, ¿Por qué surgía esta timidez de repente  ? —Pero quiero esto.

—Tranquila, lo entiendo. ¿Qué te parece si entramos y vemos que pasa desde ahí? Sin apuros, sin prisas, solo dejándonos llevar.

—Me encanta como suena.

Tomando su mano, cruzaron la puerta.

La amenaza más dulce.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora